¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
26 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

La responsabilidad de ser uno mismo, una elección diaria

Viernes, 13 de junio de 2025 01:03

Hay un momento en la vida -a veces llega temprano, otras veces después de varias tormentas- en que uno se da cuenta de que no puede seguir huyendo de sí mismo. Que no hay máscaras, logros, ni disfraces emocionales que puedan sustituir la profunda necesidad de habitarse. En ese instante, se revela una verdad tan simple como abrumadora: ser uno mismo no es un derecho que se ejerce sin más, sino una responsabilidad profunda, íntima y luminosa.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Hay un momento en la vida -a veces llega temprano, otras veces después de varias tormentas- en que uno se da cuenta de que no puede seguir huyendo de sí mismo. Que no hay máscaras, logros, ni disfraces emocionales que puedan sustituir la profunda necesidad de habitarse. En ese instante, se revela una verdad tan simple como abrumadora: ser uno mismo no es un derecho que se ejerce sin más, sino una responsabilidad profunda, íntima y luminosa.

Pareciera contradictorio. En un mundo que nos anima a destacarnos, a "ser únicos", a tener voz propia, también se nos invita todo el tiempo a compararnos, a encajar, a adaptarnos.

Desde pequeños aprendemos, casi sin darnos cuenta, a leer las expectativas de los demás y a moldear nuestro comportamiento para agradar, pertenecer o evitar el rechazo. Sin embargo, esa estrategia que nos salva en la infancia puede volverse una cárcel invisible en la adultez.

¿Cuántas veces actuamos desde el deber, el miedo o la costumbre, sin detenernos a escuchar qué queremos realmente? ¿Cuántas decisiones tomamos para no decepcionar, para no romper la imagen que otros tienen de nosotros?

Ser uno mismo no significa hacer lo que uno quiere sin pensar en las consecuencias. No se trata de egoísmo ni de rebeldía ciega. Es algo mucho más esencial: es el acto de honestidad de mirar hacia adentro y preguntarse, con valentía, quién soy hoy. No quién fui, ni quién esperan que sea, sino quién soy en este momento, con lo que siento, necesito y elijo.

Esta responsabilidad empieza por el autoconocimiento. No se puede ser uno mismo si no se sabe quién se es. Y este conocimiento no es una ficha técnica o una lista de características. Es un proceso vivo, dinámico, que se va revelando a medida que nos damos permiso de sentir, de equivocarnos, de cambiar de opinión, de seguir nuestra curiosidad.

Ser uno mismo implica escucharse con atención y ternura, sobre todo en los momentos difíciles. Cuando duele, cuando hay confusión, cuando el miedo aparece. . . es ahí donde se pone a prueba la coherencia con uno mismo. Asumir esta responsabilidad también implica hacerse cargo de las propias elecciones. No siempre tendremos todas las respuestas, pero podemos decidir caminar con autenticidad.

Y cuando nos alejamos de nuestro centro -porque también eso sucede-, tener la humildad de regresar sin culpa, sabiendo que ser fiel a uno mismo no es una línea recta, sino una danza entre lo que somos y lo que vamos descubriendo en el camino. Hay otro aspecto importante: ser uno mismo tiene consecuencias. A veces, elegirnos significa incomodar a otros. Porque cuando dejamos de complacer, cuando ponemos límites, cuando decimos que no, algunas personas se alejan.

Pero también se abren nuevos espacios, más verdaderos, donde las relaciones se construyen desde el respeto mutuo y no desde la necesidad de agradar.

La buena noticia es que, al hacernos responsables de nuestra autenticidad, dejamos de exigirle al mundo que nos valide. Ya no necesitamos demostrar nada. Ya no vivimos a la defensiva ni buscamos afuera lo que solo podemos darnos por dentro. Y eso genera una libertad inmensa. Una paz silenciosa que no depende de nada externo. Una fuerza que no grita, pero se siente.

Ser uno mismo no es un destino, es una práctica. Una elección diaria que se renueva en cada palabra, en cada gesto, en cada silencio. Es un compromiso con la verdad personal, con la dignidad de ser humanos en toda nuestra complejidad: con luces y sombras, con certezas y dudas, con sueños, heridas y nuevas oportunidades.

Cuando nos responsabilizamos de ser quienes somos, sin excusas ni máscaras, contribuimos a un mundo más genuino. Porque inspiramos a otros a hacer lo mismo. Porque desde esa verdad se construyen vínculos más honestos, proyectos más coherentes y una vida más plena. Hoy, más que nunca, necesitamos personas que se animen a ser ellas mismas. Que abracen su historia, sus valores, sus errores y sus anhelos. Que no tengan miedo de decir "esto soy yo", aunque eso implique soltar roles que ya no les representan.

La responsabilidad de ser uno mismo es también un acto de amor: hacia uno, hacia los demás y hacia la vida misma. Namasté. Mariposa Luna Mágica.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD