El Himno del Jubileo y la cruz que marcó el peregrinaje de esperanza del 2025 acompañaron ayer el ingreso del obispo Daniel Fernández y los concelebrantes en la misa de cierre del Año Santo oficiada en el Santuario de Río Blanco. La torrencial lluvia de la víspera no amilanó a los fieles que llegaron a los pies de la Patrona de Jujuy para dar gracias por todo lo vivido en este tiempo de gracia.
"Reavivados por esta experiencia volvemos al ritmo cotidiano de nuestras vidas, como los discípulos que vieron su rostro guardemos la alegría del encuentro con el Señor y mantengamos sin vacilar la profesión de nuestra esperanza porque Él es fiel a lo que nos ha prometido", remarcó el pastor jujeño. E invitó "a continuar nuestra vida en discernimiento con Dios, poniéndonos siempre a la escucha de Dios que de muchas formas nos habla".
En la Eucaristía participaron, entre otros, el vicario de la Diócesis Víctor Acchura y el rector y párroco anfitrión Germán Maccagno.
"Celebramos en la Diócesis la clausura del Año Jubilar de la Esperanza, en que hemos sido invitados a vivir por el Papa Francisco como un tiempo de gracia, para fortalecer nuestra vida de fe, de esperanza, de amor, nuestra vida cristiana y lo hacemos en este contexto de la fiesta de la Sagrada Familia", dijo monseñor Fernández.
Orientó su homilía a que "como en un espejo quisiéramos mirar nosotros, a la luz de esta Sagrada Familia, la familia que constituimos los hombres en este mundo. La familia de la cual venimos, las familias que se están constituyendo, las familias que hay que acompañar con la oración, con la cercanía para que se consoliden y se fortalezcan".
Puntualizó que "toda la vida de José, de María y Jesús es obediencia a Dios, al plan de Dios, a lo que Dios tiene pensado" y acotó que "en la vida de cada persona Dios tiene un plan, un proyecto, y eso es lo que todos los hombres debemos descubrir".
Indicó que "la familia también debería armarse, constituirse como lo hizo San José y María siguiendo la voz de Dios, siguiendo las indicaciones que nos mueven a buscar a tal persona para formar una familia, para planificar después cuántos hijos, cómo los vamos a criar". Aunque reconoció que "muchas veces lamentablemente es alejado de la realidad, a veces se hace una familia por un descuido, se juntan después de haberse conocido unos meses y viven como pueden hasta que aguantan lo que pueden".
Por eso remarcó que "la familia no es algo que se deba formar así porque sí, sin haber probado la capacidad de sacrificio, de fidelidad, de exclusividad de uno por el otro. La capacidad de hacerse fuertes y de unirse sobre todo en las pruebas y dificultades porque ahí aparece la implosión cuando surge un problema y cada uno va por su lado".