De dejarse llevar por la intuición y aplicar el conocimiento culinario en la medida justa para dejar que el plato brille por su sazón especial, se encarga Mariana Gaspar. Ella es la jujeña que deja ver su pasión por la cocina a través de la habilidad de convertir los ingredientes en piezas de arte de la gastronomía internacional.
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De dejarse llevar por la intuición y aplicar el conocimiento culinario en la medida justa para dejar que el plato brille por su sazón especial, se encarga Mariana Gaspar. Ella es la jujeña que deja ver su pasión por la cocina a través de la habilidad de convertir los ingredientes en piezas de arte de la gastronomía internacional.
Este don de combinar sabores con texturas y consistencias, estuvo en su interior por más de treinta años. Y la vida le permitió descubrirlos en una tierra lejana llamada Canadá.
"En 2010 llegué con mi familia y ya van a ser catorce años que estoy. Es muy sacrificado pero vale la pena", expresó Mariana Gaspar, la jujeña que armoniza su labor como chef profesional y madre de dos hijos que -al igual que ella- llegaron de Argentina para terminar de formarse en el país del norte.
No obstante, su travesía no fue sencilla de asimilar; ya que resultó de un proceso personal en el que la balanza se inclinó por dejar suelo jujeño ya que no veía otra salida debido a la situación económica del país y de decisiones que permitieron su presente en otra nación. "Fue una búsqueda de lugares y el que más convenció fue Canadá. Hicimos los contactos previos y llegamos a Montreal, Quebec", expresó Gaspar.
Para lograr su meta de salir adelante, trabajó de diferentes oficios hasta establecerse y se dio con una realidad distinta que tuvo que ver con el idioma. "Me tomó un año aprender francés para comunicarme bien. Estuve dos años y medio con formación profesional e hice primero panadería y pastelería y después cocina", dijo la egresada de la Escuela de Comercio 2.
Entonces, en la ciudad de Montreal comenzó a desarrollar su potencial. Gracias al turismo constante, logró conocer lugares para incentivar su oficio de alma. Y con el tiempo y gran esfuerzo, logró ser chef co-propietaria de un restaurante junto a un equipo de profesionales que compartieron el camino. "'Magnolia Mtl' fue hermoso, pero muy sacrificado. Con mis compañeras hasta pudimos hacer eventos para el Consulado de Argentina. Pero consideré que tuvo su tiempo y lo vendí a otros soñadores", indicó la joven partícipe de un trabajo audiovisual que la sorprendió. Y es que como si hubiera sido trazado en su destino, entre tantos visitantes al restaurante, llegó Nicolas Varillón; un realizador que la invitó a formar parte de un proyecto que revaloriza a la mujer trabajadora en la cocina.
"Nicolás es un director de cine que buscaba hacer un film sobre el día a día de la mujer como chef. Y justo dio la casualidad que en mi cocina éramos todas mujeres. Nos filmó para estar en su proyecto", comentó Gaspar orgullosa de dar a conocer la labor que considera única. "Ahora estoy en un lugar que estuvo cerrado por años, es como para trescientas personas", resaltó. Se llama "Marché des Eclusiers" y estar al lado del río, invita a contemplar una postal inolvidable. "Es súper lindo porque está cerca del mercado de frutas y verduras", dijo quien, vinculada a lo que adora hacer, ahora apuesta a seguir creando más arte culinario para sorprender. No obstante, como todo país de primer mundo no le falta la comida rápida pero tampoco la de otras culturas, de manera que es un punto referencial para la gastronomía mundial. "Aquí hay de todo y es impresionante la cantidad de platos y sabores que se pueden probar", detalló.
Como madre de dos hijos, de 26 y de 19 años, siente satisfacción porque los ve bien, haciendo carrera. "Mariano es el mayor, cursa para administración hotelera; y Mateo que es el menor, estudia soporte técnico en informática", reveló. Educados a base de amor, conocen lo que es el esfuerzo y el trabajo para lograr una meta, acaso el ADN que acompaña a los argentinos que tienen un espíritu de progreso superlativo en cualquier lugar. Sin embargo, las raíces que lo hacen posible tienen una presencia fundamental, por lo que para Mariana es difícil abstraerse y no sentir nostalgia al recordar su provincia natal. "El desarraigo duele mucho y cuesta acostumbrarse a otra cultura, pero todo por ir detrás de un sueño", dijo.
Una de las formas de vivir Jujuy en agosto -sobre todo- es tener la posibilidad de compartir la abundancia a la Madre Tierra en una ceremonia. Por eso con el respeto de lo que significa, la jujeña efectúa el ritual en Canadá. Llevó la costumbre generacional que la vincula con su tierra y, a la vez, con personas de China, Colombia o Francia. "Es loco porque quieren participar y les gusta, les cuento de qué se trata y les encanta. Para mí es un honor; estando lejos, haciendo la 'Pachita' me acerco a mi Jujuy", confesó la residente de Vieux Rosemont.