Debo sostener que las costumbres que forman parte de la vida de las personas determinan momentos que tienen que ver con celebraciones de diferentes órdenes; muchas veces la tristeza es la que manda, otras veces, la alegría, como los carnavales y el día de los amigos.
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Debo sostener que las costumbres que forman parte de la vida de las personas determinan momentos que tienen que ver con celebraciones de diferentes órdenes; muchas veces la tristeza es la que manda, otras veces, la alegría, como los carnavales y el día de los amigos.
Aunque en esta columna hablaremos de amigos que ya no están, igual los recordaremos porque se preocuparon de dejar huellas positivas para la vida: sus obras literarias. Recordamos a Libertad Demitrópulos, nacida en Ledesma el 21-08-1922.
Su obra: después de la poesía “Muerte animal y perfume” (1951), se dedicó a la novela y en este género publicó “Los comensales” (1967), “La flor de hierro” (1978), “Sabotaje en el álbum familiar” (1984), “Quién pudiera llegar a Ma-Noa” (1986), “Río de las Congojas” (1981), “Un piano en Bahía Desolación” (1994), la biografía “Eva Perón” (1984) y el ensayo “Poesía Tradicional Argentina” (1972).
Sobre una de sus novelas, la escritora Blanca Spadoni publicó un ensayo: “Sentido y Estructura de la Soledad en ‘Río de las Congojas’ de Libertad Demitrópulos” (Revista Capricornio Nº 06, noviembre 1991) y nos dice: “Hablar de la obra ‘Río de las Congojas’ de Libertad Demitrópulos es hablar de una de las grandes novelas históricas de la Literatura argentina e hispanoamericana. La recreación que hace la autora de los hechos históricos, acaecidos en el litoral argentino durante la época de la conquista española, está sostenida por una recreación lingüística y por una poetización de la expresión perfectamente ensamblados, de modo tal que hechos, lenguaje y expresión se constituyen en una totalidad armónica...
El tema de la soledad tiene, por consiguiente, en esta novela de L.D., un sentido y una estructura que responde a ese sentido: El hombre medita en la soledad ante el universo. Ese “Río de las Congojas” simboliza el devenir de los recuerdos que permite la realización del ser en su dialéctica con el infinito.
Para recordar a Libertad D., un fragmento de “Segunda Oda de Amor” (Poesía y Prosa en Jujuy1969): “Ah, padres, si Ledesma / vive o si se muere / con vuestra sangre y dioses / y amarillos parientes / habrá que sepultarla / y enterrarnos por siempre / bajo sus callejones / esperando que lleguen / de Calilegua como / esperábamos siempre: / con hombres de la sangre / mujeres de la muerte”. Miguel Ángel Pereira cuando cumplió 50 años, entre su primer hijo literario “Emoción de Jujuy” (1955) y su último aporte histórico “Olañeta el empecinado” (2004), siguió insistiendo con su hacer y agregó “Los Infinitos” (2006) y un nuevo libro de ensayos históricos que no pudo terminar y que fue publicado en forma póstuma: “Patria y Región de mis sentires y recuerdos” (2009) Unju y presentado por su esposa y compañera de toda su vida, María del Rosario B. de Pereira; y en este empezar y concluir de medio siglo y algo más, realizó con la misma tenacidad de Olañeta una obra dedicada, “empecinadamente” a nuestra tierra.
En su tarea inicial hizo una “confesión a la tierra” que es un verdadero compromiso de amor por Jujuy y su gente... En su particular mirada, en su credo, en su “confesión a la tierra”, nos habló de un amor que trasunta cada porción de la geografía jujeña, de su naturaleza, de su clima y de su gente y dice: “Te amo por el rocío de notas que el chalchalero cuelga en la umbría de tus montes y por la quietud luminosa que estaquean las siestas amarillas”;... luego profundiza su credo de amor cuando pronuncia una plegaria por la tierra y sus hombres virginales y proclama en la misma una injusticia ancestral: “Te amo, vieja tierra, porque fuiste pagana y maternal entre las manos de los indios, cuando estos doblaban su fervor sobre tu primer cosecha y por el dolor que sufres cuando sabes que tus frutos no van al dueño de las manos que te siembran”.
Y termina con una velada crítica a muchos jujeños que no aman, como deberían, a su tierra: “Y te amo al fin, tierra mía, por el amor que muchos jujeños te mezquinan”. “Al escritor de Jujuy, Andrés Fidalgo, hombre de diversas vocaciones”... porque además de abogado, escritor, docente, fue amigo. Y por eso la vida lo premió y lo despidió un 20 de julio para que todos los amigos no se olviden de él. No se olviden de que fue un gran poeta, “poeta en la búsqueda, en el hacer cotidiano, en la vida”.
Esta tierra jujeña rinde hoy su más cálido homenaje a este artesano de las letras, que ha comprendido que su tarea no consiste en la adoración de lo espiritual, sino en la espiritualización, es decir, reanudación... de este mundo polícromo y concreto, con su pesadez, su opacidad, sus zonas de generalidad y su hormigueo de anécdotas, al decir de Jean Paul Sartre.
Jujuy es deudor, pero más que eso. Beneficiario de un prolifero caudal que constituye la obra de este laborioso hacedor, que pide. Seguramente desde alguna grieta oculta del dolor: “Sonría por favor” (Revista Capricornio, citada). Y del libro de A.F. “Sonría por favor”, del Apartado IV - El derecho y sus reveses: “4 - No me venga con latones”, dijo el juez al abogado que se pavoneaba con citas de juristas romanos. - “Será con iatines” objetó el rábula. -”No, con latones; porque lo que usted cree latinazgos, son frases hechas a martillazos, chapas retorcidas, latones abollados”.