En la era de las plataformas de streaming, el algoritmo es un aliado soportado con tal de superar la indecisión frente a la abrumadora oferta de películas y contenidos visuales disponibles. Cada 60 segundos se visualizan cerca de tres millones de vídeos en Internet. Para eso sirven las estadísticas: para radiografiar el mundo en el que vivimos. Pero no todo el mundo está dentro de las estadísticas. Hay otros mundos aparte. El documental La pantalla andina, dirigido por la escritora y colaboradora de Viajes National Geographic Carmina Balaguer, muestra uno de esos otros mundos.
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En la era de las plataformas de streaming, el algoritmo es un aliado soportado con tal de superar la indecisión frente a la abrumadora oferta de películas y contenidos visuales disponibles. Cada 60 segundos se visualizan cerca de tres millones de vídeos en Internet. Para eso sirven las estadísticas: para radiografiar el mundo en el que vivimos. Pero no todo el mundo está dentro de las estadísticas. Hay otros mundos aparte. El documental La pantalla andina, dirigido por la escritora y colaboradora de Viajes National Geographic Carmina Balaguer, muestra uno de esos otros mundos.
El documental se estrena ahora en la sección oficial del 14º Mendi Film Bilbao-Bizkaia, prestigioso festival del País Vasco dentro del circuito de cine de montaña, y muestra las andanzas de una expedición formada por un pequeño grupo de personas que tiene el objetivo de llevar el cine a la escuela de Yaquispampa, la más aislada de los Andes jujeños, en el norte de Argentina. Para los seis niños de esta escuela dirigida por Silvina Velázquez es la primera vez que experimentarán la magia del cine. No tienen streaming en su móvil. No tienen móvil.
Carmina Balaguer narra esta historia coral con sensibilidad, aproximándose a los personajes y a los hechos con delicadeza, conviviendo en la fatiga y en las emociones de la travesía. El resultado es una sucesión de fotogramas de altura poética, donde la naturaleza se revela como un protagonista más y se siente la vibración del planeta como ser vivo que acoge a los integrantes de esta expedición. La pantalla andina es un canto de amor al cine y a la esencia más pura del viaje. Un primer documental que sin embargo sorprende por la ambición narrativa que alcanza.
Yaquispampa está a 85 km del departamento de Tilcara, el núcleo poblacional más cercano. Hasta el momento, para llegar hay que hacerlo a pie, por montaña, siguiendo un recorrido que normalmente lleva entre 14 y 16 horas por un camino de herradura y donde solo hay como refugio la pequeña casa de piedra de Don Mateo. Cualquier problema o inconveniente durante la travesía se lo tiene que solucionar uno mismo. “Hay que afrontar las dificultades -dice en un momento del documental Silvina Velázquez-. Si no, ¿para qué te venís a los cerros?, porque sabés que aquí estás entre la vida y la muerte…”.
Carmina Balaguer llegó en 2013 a Buenos Aires con la intención de adentrarse en el mundo andino. Le llamaba poderosamente todo lo relacionado con esas tierras, así que hizo la mochila y se largó sin billete de vuelta. Pero ella no podía imaginar seis años más tarde que Jujuy acabaría siendo el inicio de un camino que le haría volver a Barcelona, su hogar. Ese tipo de cosas no se imaginan, no se planean, suceden sin más. “Un viaje a un lugar muy alejado nos puede acercar a algo más íntimo”, explica a Viajes National Geographic. Ese es precisamente el tagline de la historia, la frase que resume la hipótesis del documental: “Irse lejos es volver muy cerca”. La frase encierra una reflexión profunda acerca de las vidas personales de los protagonistas y del equipo que está detrás de cámara. También es una invitación lanzada al espectador, “que haga también con el documental ese recorrido de irse lejos para poder encontrar algo significativo en su vida”, dice Carmina Balaguer.
La expedición con el equipo de cine móvil se interna hasta uno de los lugares más inhóspitos de los Valles de Altura, un lugar de caminos infinitos entre cardones, sobre mares de nubes. Caminos que quedan marcados en rocas y polvo y en la memoria. Allí es donde Silvina Velázquez trabaja como directora de una escuela rural y ahora se ha propuesto llevar el cine por primera vez a esos niños. Hay que “conocer bien el camino, tener una preparación física buena, espiritual, mental, ante las dificultades y adversidades”, explica la directora durante el trayecto.
La expedición comienza en Tilcara, pueblo enclave de la Quebrada de Humahuaca. Es abril de 2019, a las 4:00 de la madrugada, a 3.000 metros de altura. Un generador a gasoil, caballos humildes para cargar el equipo de cine móvil, el cielo limpio, la luna llena. Se siente el frío en esas imágenes rodadas, pero también la ilusión. Por delante, una dura travesía que acabará durando 20 horas a pie hasta la escuela.
Tras superar cerros de innegable belleza donde reina el sonido del viento, momentos de incertidumbre y de mal de altura, de tener que parar porque ya no se puede más con el dolor de cabeza. Tras estar a punto de quedarse atrapados en el camino, sin refugio, sin comida. Tras todo eso, se llega y se encuentra en la pizarra de la escuela, una bienvenida para el equipo escrita con letra cuidada, trazada con esmero, con paciencia, para que se vea que importan, que se entienda todo bien en el siguiente mensaje: “No hay camino ni límite cuando uno ama lo que hace. Gracias Cine Móvil”.