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2 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos Humanos: El campesino

Viernes, 29 de enero de 2021 01:01

La mujer se nos había presentado porque quería solucionar su problema. Era una esbelta actriz italiana que confesaba tener más de ochenta años, pero a simple vista no pasaba de los treinta. Nos habló de ese representante que le había conseguido ser eternamente joven, pero nos aseguró que ya estaba desesperada por dejar de serlo.

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La mujer se nos había presentado porque quería solucionar su problema. Era una esbelta actriz italiana que confesaba tener más de ochenta años, pero a simple vista no pasaba de los treinta. Nos habló de ese representante que le había conseguido ser eternamente joven, pero nos aseguró que ya estaba desesperada por dejar de serlo.

Como un funcionario jujeño había dejado algunos ejemplares del Tribuno en su cuarto de hotel romano, ella supo de la fama del comisario Pierro y de Bautisto Solón, así que viajó para que la ayudaran, pero fue al padrecito a quien se le ocurrió que mirara la piedra, esa roca de la que nos hablara y que predecía el futuro.

Cuando la vio, supo que lograría ser una viejecita adorable, y que lo haría junto a un hombre, al que reconoció cuando nos cruzamos con ese campesino descarado que, sin conocerla, la invitó a su rancho. A nosotros nos había ignorado, sólo le hablaba a ella, particularmente a sus pechos, y ella, que lo había visto ya en el reflejo de la piedra, aceptó.

Sólo por saber cómo haría para envejecerla, los acompañamos y entonces escuchamos que la dama le preguntaba cosas, entre ellas su edad. El hombre dijo que cuarenta, y ella se asombró. Parecía más, al menos para los parámetros del ambiente del cine italiano del que ella venía. Viva un tiempito conmigo, le dijo el hombre, trabaje en el campo y respire este aire y ya va a ver cómo se arruga.

Sabiéndolo, los dejamos que se adelantaran y, en cuanto se perdieron de vista, torcimos nuestro rumbo para regresar a Tilcara.

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