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26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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"Tomarnos de la mano de Dios para pasar este momento difícil"

"La tarea misionera de la Iglesia no es una tareíta más, arranca del corazón del Padre Dios", dijo el obispo Daniel Fernández.
Lunes, 20 de abril de 2020 01:04

En la Octava de Pascua coincidente con la recordación de los 427 años de la fundación de San Salvador de Jujuy, la celebración de Jesús Misericordioso y la fiesta de San Expedito, en el marco del cumplimiento de la cuarentena implementada por el Gobierno de la Provincia y de la Nación, el obispo de Jujuy Daniel Fernández pronunció ayer su homilía desde la iglesia Catedral, a través de los medios de comunicación.

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En la Octava de Pascua coincidente con la recordación de los 427 años de la fundación de San Salvador de Jujuy, la celebración de Jesús Misericordioso y la fiesta de San Expedito, en el marco del cumplimiento de la cuarentena implementada por el Gobierno de la Provincia y de la Nación, el obispo de Jujuy Daniel Fernández pronunció ayer su homilía desde la iglesia Catedral, a través de los medios de comunicación.

 

"Que seamos capaces de tocar el dolor de las llagas de Jesús en los que sufren a nuestro lado y rezar por los que sufren lejos nuestro".

 

Monseñor Fernández se refirió a este modo de comunicación, "que da la posibilidad de poder celebrar como Iglesia la Eucaristía, llegando a cada uno de los hogares. Estamos compartiendo una misma fe y estamos juntos tratando de tomarnos de las manos de Dios para pasar este momento difícil".

De la palabra de Dios, señaló que "este segundo Domingo de Pascua nos ayuda a profundizar en el sentido de la fiesta que estamos celebrando. Hoy estamos a 8 días de la resurrección del Señor. Y el relato del Evangelio, nos narra dos apariciones del Resucitado. La primera, el mismo día de la Resurrección, el domingo por la tarde, estando presentes los apóstoles, y ausente uno de ellos, Tomás. Y la segunda aparición de Jesús resucitado, tiene lugar al octavo día, o sea hoy; estando ya la presencia del grupo completo. Estas dos apariciones, dice la Escritura, eran el primer día de la semana, que es nuestro domingo; el día del Señor, que desde los tiempos de los apóstoles es el señalado para que los cristianos nos congreguemos a escuchar la palabra de Dios y a celebrar la memoria y la presencia viva de Jesús resucitado en medio nuestro".

Añadió que "en la primera aparición, Jesús resucitado saluda por dos veces a sus apóstoles diciéndoles: "La paz esté con ustedes". Es el gesto que hacemos en la misa y que ahora no lo hacemos por las condiciones de la pandemia. Pero, en el caso de Jesús es distinto porque no sólo es un saludo, un deseo, sino que realmente es la donación efectiva de la paz. Paz es, para decirlo sencillamente, el bienestar y la felicidad en esta vida, y en la vida futura. Eso es lo que Jesús dona a su Iglesia como fruto de su resurrección".

El obispo agregó que "Jesús, en cada una de las apariciones, suele tener palabras de envío, de mandar a los apóstoles; primero fueron las mujeres, diciéndoles "vayan a decir a los apóstoles", y después será a los apóstoles diciéndoles "vayan ustedes ahora al mundo entero llevando la buena noticia de mi resurrección".

Y ahondó: "O sea que la misión de la Iglesia, la misión del bautizado, de cada uno de nosotros, de llevar la palabra de Dios y la vida del Señor a todas partes hasta el fin de los tiempos, arranca del corazón del Padre".

Enfatizó en que "la tarea misionera de la Iglesia no es una tareíta más, no es un entretenimiento o un ejercicio simplemente piadoso, arranca del corazón del Padre Dios. Con todo ese deseo de salvación y de vida para su pueblo".

Fernández indicó que "el punto culminante de la narración del Evangelio es la figura de Tomás. Dice que no va a creer hasta que no vea, hasta que no palpe. Muchas veces pensamos en Tomás como en un personaje así, de lo más incrédulo, de lo más rebelde; sin embargo tenemos que meternos en su psicología, en su vida, en su pensar. Tomás, amaría mucho al Señor. Y habría puesto en él toda su confianza y toda su esperanza. Y la muerte del Señor fue para él, algo inaceptable, algo que lo hundió en las tinieblas más absolutas. Entonces Jesús se acerca a Tomás, muestra las huellas de la Pasión. Jesús declara feliz a Tomás porque ha visto y ha creído; pero felices más bien, nosotros, aquellos que sin tocar y sin palpar y sin haber visto, creemos".

"Queridos hermanos, este tiempo pascual nos invita a profundizar en el sentido de nuestra fe, descubriendo la presencia del Señor Resucitado en nuestra vida, en la vida de la Iglesia y en el mundo. La luz de Cristo Resucitado que brilla durante todo el tiempo pascual en este cirio, es como la luz de la fe que tiene que estar viva y presente en nosotros", expresó el obispo.

"Una de las experiencias más hermosas de encuentro con el Señor Resucitado es su perdón, su misericordia. La experiencia más gratificante del amor de Dios en nuestra vida, es cuando Él extiende sobre nosotros su misericordia para perdonar nuestras faltas, nuestros pecados y hacernos hombres nuevos. Nos viene bien recordar eso hoy que celebramos precisamente la Divina Misericordia, por eso celebremos este día, pidiendo al Señor que podamos entrar por sus llagas, a comprender su infinito amor".

"Quisiera traer a la reflexión para terminar, unas palabras del papa Francisco hace dos años atrás, refiriéndose a este tocar las llagas de Jesús de parte de Tomás, y de todos nosotros que somos invitados a lo mismo. Dice el papa Francisco: "Tocar las llagas de Jesús, que son los tantos problemas, las dificultades, las persecuciones, las enfermedades de tanta gente que sufre; eso es el camino de la Iglesia". Y por eso nos dice: "Y si vos no estás en paz, andá a visitar a alguien que está sufriendo. Que es el símbolo de las llagas de Jesús, y tocá en él las llagas de Jesús, porque en esas llagas brota la misericordia". Y por eso sigue diciendo el Papa: "Hoy es el día de la misericordia. Todos necesitamos de la misericordia, lo sabemos. Acerquémonos a Jesús y toquemos sus llagas en nuestros hermanos que sufren. Las heridas de Jesús, son un tesoro".

Devociones arraigadas

La Octava de Pascua encontró ayer a los devotos de la Divina Misericordia y de San Expedito reunidos frente al televisor, la radio o sus dispositivos tecnológicos para participar de la misa y recibir la bendición en sus imágenes. Además de esas dos festividades religiosas el obispo Daniel Fernández unió la intención de rezar por un nuevo aniversario de San Salvador de Jujuy, las autoridades y vecinos pidiendo la salud y la paz.

ENTRONIZADAS / IMÁGENES DE LA DIVINA MISERICORDIA Y SAN EXPEDITO, JUNTO AL ALTAR.

En la oración de los fieles se tuvo presente a los médicos, a los enfermos de coronavirus y sus familias. Mención aparte recibió San Salvador de Jujuy en su fundación y nuestro lugar para vivir y crecer. En tiempos de pandemia las procesiones, visitas y ofrendas a la Divina Misericordia y San Expedito se tradujo en una especial bendición a esas imágenes hogareñas.

"Crecer en el amor misericordioso"

PADRE MIGUEL DAVID ACIAR párroco de San Pedro y San Pablo

Querida Comunidad:

Celebramos el II Domingo de Pascua que es conocido como el “Domingo de la Divina Misericordia”. Y con este término se describe la grandeza de Dios, lo sublime de su actuar. Y es que la Misericordia nos habla de un Dios que tiene entrañas, un Dios que empatiza, un Dios que tiene corazón y que ese corazón es el centro de gravedad de su amor infinito. La fe en un Dios que es “Todomisericordioso” hace que desaparezcan los miedos y abre las puertas a la experiencia de la reconciliación universal. La “misericordia” es el nombre bíblico del amor. Pero ahondemos un poco más en esta realidad divina, que se nos hace tan cercana y concreta. Todo amor, para que merezca este nombre, tiene que ser entrañable, personal y gratuito.

Todo amor verdadero cumple estas tres condiciones, que son constitutivas e irrenunciables del verdadero amor. El amor verdadero, que es amor de benevolencia y de comunión, se dirige siempre hacia una persona, considerándola como una realidad valiosa en sí misma. Dicho de otra manera: se ama a la persona por sí misma, no por lo que hace o por lo que posee sino por el valor que en sí misma tiene, y este es el amor de comunión. Pero para comprender perfectamente la naturaleza del amor tenemos que remontarnos hasta Dios. En Él, el amor no significa una indigencia, sino una plenitud desbordante. Es el bien esencial que se difunde. En Él, el amor es su misma naturaleza y el constitutivo esencial de su ser. El amor de Dios -el amor que Dios es y que Dios tiene- es siempre personal. Hacia dentro y en el seno de la Trinidad esa experiencia de “comunión” se llama Amor eterno, amor recíproco, mutua donación total y mutua presencia. Y hacia fuera, esa “comunión de Dios” con el hombre, en la creación y en la divinización del hombre, se llama Misericordia.

En Jesús de Nazaret, que es la epifanía esencial del Amor, se le da rostro personal a esta experiencia. Jesucristo es el Amor de Dios a los hombres hecho visible (cf Tit 3,4). Él es, personalmente, ese Amor gratuito y estrictamente personal que en la Biblia se llama misericordia. San Juan Pablo II, en su preciosa encíclica Dives in misericordia, ha hecho un análisis profundo y sugestivo del concepto bíblico de misericordia. Que en este domingo pascual podamos pedir la gracia de hacer personal y verdadera la experiencia de comunión con Cristo para crecer en el amor misericordioso que, como fruto de su Resurreccion, ha de ser la manera en cómo hemos de proclamarlo personal y fraternalmente en nuestras realidades habituales. Que seamos reflejo de su misericordia para todos nuestros hermanos.

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