No parece tan difícil contar cuentos por WhatsApp, escribió Pierre Donadou Quispe en nuestro grupo. Lo que no entiendo es por qué lo hacemos, agregó y el comisario Pierro, fiel a su estilo, le respondió que porque respetamos la ley. No sólo por eso, opinó el padrecito. Lo hacemos para cuidarnos y para cuidar a los otros.
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No parece tan difícil contar cuentos por WhatsApp, escribió Pierre Donadou Quispe en nuestro grupo. Lo que no entiendo es por qué lo hacemos, agregó y el comisario Pierro, fiel a su estilo, le respondió que porque respetamos la ley. No sólo por eso, opinó el padrecito. Lo hacemos para cuidarnos y para cuidar a los otros.
Lo sé, opinó Pierre Donadou, no hace falta que me digan algo que es obvio. Lo que quiero que piensen es en otra cosa: los Laberintos Humanos son una serie de cuentos, y en la fantasía podríamos reunirnos a contarnos cuentos sin ningún tipo de riesgos. Lo sé, dijo el padrecito y adivinamos una sonrisa tras sus palabras, no hace falta que me digan algo que es obvio.
Cansado acaso de escribirlo, el sacerdote nos demoró unos segundos mientras nos grababa un audio: como esto es un cuento, dijo, Dubin podría fácilmente ponernos a salvo de cualquier virus, del mismo modo en que podría aniquilarnos de sólo escribirlo en una oración. Tranquilos, nos tranquilizó, sabemos que no lo va a hacer.
Lo que quiero decirles es que, aunque se trate de un cuento, es bueno que respetemos la cuarentena. Hay gente que lee estos relatos, y esa gente nos va a tomar de ejemplo. Pasa lo mismo que le sucedió a mi tatarabuelo, nos dijo Donadou. Recordarán que soy de origen argelino aunque mi padre sea un Quispe.
Lo cierto es que no mis abuelos ni mis abuelos, sino vaya a saberse cuantas generaciones atrás, mis parientes fueron jeques muy poderosos que alguna vez tuvieron sus palacios mirando al Mediterráneo.