Movidos por la fe y una fuerte impronta cultural, miles de jujeños se congregaron ayer en los cementerios para visitar a sus difuntos, en el día de su conmemoración. La mañana calurosa no desanimó a las familias que colmaron los espacios públicos y privados.
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Movidos por la fe y una fuerte impronta cultural, miles de jujeños se congregaron ayer en los cementerios para visitar a sus difuntos, en el día de su conmemoración. La mañana calurosa no desanimó a las familias que colmaron los espacios públicos y privados.
Según la imbricada tradición y religiosidad ayer fue el día para visitarlos, y muchas de las familias que concurrieron lo hicieron luego de cumplir con otros ritos, el de la mesa de ofrendas de la que se cree se nutrirán las almas que bajen a visitarlos.
Por ello, en pocos casos se vieron ofrendas en las necrópolis, y es que en la mayoría de los que cumplen heredando la tradición, comparten estas ofrendas en familia, no sin antes rezar por las almas, en especial por aquellas que son nuevas.
Las velas no faltaron y se encendieron por cada alma, acompañadas de rezos, sentidos y algunos muy conmovidos ya desde las cruces mayores de cada cementerio local, El Salvador y Del Rosario. En este última significó toda una movilización logística, ya que tuvo sus calles aledañas cortadas, fueron desviados los colectivos urbanos y sobre 9 de Julio se formó una suerte de mercado, de flores, dulces y comidas, que tuvo vida propia, por la gente, los anuncios gastronómicos y hasta música.
Gran parte del cuadro lo constituían los puestos de flores, ahora con gran oferta de enredaderas, ramos y coronas plásticas que le imprimían el color a los senderos, colmados de familias, encabezadas por los mayores y algunas con pequeños, inclusive bebés protegidos por sombrillas y sombreros, que también se ofertaban.
En muchos de ellos se ofrecían dulces, de los rosquetes tradicionales, capias y se sumaban alfajores de miel de caña, empanadillas de cayote, que inclusive llegaron de Catamarca especialmente para vender, según comentó Gabriela Morán. “Acá lo que más consume la gente son rosquetes, hervidos y horneados típicos de Catamarca”, expresó aunque dijo que la venta aún era tibia.
Otros ofrecían figuras de santos, crucifijos, rosarios y abundaban ambulantes ofertando velas, coronas, floreros de vidrio reciclado ornamentados con imágenes.
Atentos a los efectos del calor gran parte de la oferta incluía jugos naturales, ensalada de fruta, cubitos, helados y gaseosas, mientras en toda una calle se instalaron puestos de comida cuya variedad incluía pollo asado, empanadas, tamales, inclusive api y hasta la tradicional chicha.
En el interior del cementerio, la masiva visita de las familias generó también gran demanda de agua, que fue provista desde el área de Espacios Verdes que aportó camiones cisterna, y en menor porcentaje con arena, que solía fomentarse para evitar la proliferación del mosquito que transmite el dengue.
También coordinaron para su desarrollo normal la Policía, Same y diferentes entidades municipales, entre ellas de control bromatológico quienes impedían el ingreso de vendedores ambulantes al cementerio Del Rosario, donde abundaban.
Un elemento diferente fueron los sones en tonadas de rancheras conocidas interpretadas por mariachis, que ofrecían sus servicios para honrar la memoria de los difuntos desde la música.
“Hacemos repertorio de mariachi, música folclórica y argentina. Esto es un ritual a la vida y estamos tratando de hacer eso aquí”, explicó el mariachi Dante Ortega y recordó que en México esta conmemoración se da de noche.
Mística de El Salvador
En el hall de ingreso al cementerio El Salvador se colocó una mesa de ofrendas para los difuntos, por iniciativa de los empleados administrativos de la necrópolis. Generó interés y el aporte de algunas personas que acercaron bebidas y también cigarrillos.
No obstante, la postal de este camposanto capitalino distaba del otro. Es que sus silenciosos pasillos dejaban oír las voces de las familias que honraban la memoria de algún familiar en los nichos o sepulturas. Las charlas eran en voz baja, y es que el número de gente era mucho menor.
Se oía a lo lejos inclusive el ruido de los pasos, el flujo del agua cuando llenaban baldes y ramas de los árboles que atenuaban el calor. La antigüedad del cementerio se refleja en su arquitectura y su valor histórico que es reconocido. Incluye el paseo de necroturismo con guiadas nocturnas. Y es que tienen famosas historias, las de almas consideradas milagrosas las “almitas Sibila, Silvia Tejerina y los hermanitos González”.
Las opiniones
Tenemos a la abuela, el abuelo, la hermana de mi mamá, y mi padre, venimos en familia si se puede, no esperamos este día, venimos siempre. Papá no nos acostumbró a hacer las ofrendas pero sí prendemos velas, rezamos. Vamos transmitiendo, hoy lo hago con mi hijo y le hago ver que hoy viene mucha gente a visitar y recordar pero que otros días no viene.
Vine a visitar a mi madre, la perdimos hace más de diez años, y tenemos varios tíos, abuelos, mi padre, familiares. Al cementerio traemos flores, hicimos ofrendas, siguiendo la costumbre de los abuelos, en familia, lo transmitimos a los hijos pero es difícil, hoy siguen otras cosas pero esperemos que lo sigan incorporando también.
Venimos porque perdí a mi padre y luego vamos al otro cementerio. Hicimos ofrendas ayer y vamos a ir a levantar al mediodía en casa de mi suegra. Es algo familiar y también con algunos amigos que vienen a compartir las ofrendas que es algo tradicional en Jujuy. Aquí vinimos a traer flores y compartir un rato y nos vamos a otro cementerio también.
Tengo a mi madre y a mi padre aquí, somos del Norte, de Purmamarca y tenemos la tradición de las ofrendas, y hoy venimos a visitar la tumba. Vimos a los mariachis, son diferentes culturas. Cuando falleció mi primo Domingo Ríos, hermano de Tomás Lipán, grandes músicos tocaron en el cementerio. Es una despedida bien hecha, es muy válida.