Mucho antes de los grandes experimentos cinematográficos, algunos forjados con actores de excepción en manos de directores de culto, o superproducciones sostenidas por millones de dólares, hubo un Batman inocente y por ello más entrañable y nuestro, protagonizado por Adam West.
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Mucho antes de los grandes experimentos cinematográficos, algunos forjados con actores de excepción en manos de directores de culto, o superproducciones sostenidas por millones de dólares, hubo un Batman inocente y por ello más entrañable y nuestro, protagonizado por Adam West.
Rodeado de bellísimas Gatúbelas, incluyendo una negra que la democracia norteamericana apenas si pudo tolerar unos pocos capítulos, jaqueado por el chaplinesco andar del Pingino o por un Guasón asombrosamente sugerente, terminaba resolviendo las peleas con carteles que rezaban los PIF, PAM y PUM con que nunca más volvimos a derrotar al mal.
De este lado, del de los buenos, un comisionado Fierro que debía resignarse a convocar al héroe para que le salve las papas, un Robin que apenas si alcanzaba para resaltar lo inteligente y hercúleo del protagonista, y una curvilínea Batichica que nos demostraba que no todas las bellas son malas. Las infancias desde aquel 12 de enero de 1966, en tres temporadas de un total de 120 episodios que fueron millares en sus eternas y bienvenidas repeticiones, tejió el imaginario de lo que fue más de una generación, y de lo que terminó siendo el ruidoso tercio final del siglo XX, tanto que Tim Burton, capaz que el mejor director de los nacidos en los "70, le rindió un genial homenaje.
En lo personal, después de haber consumido tanto Batman en serie al regresar de la escuela, no tenía idea de que Adam West siguiera vivo. Me animo a decir que lo supe cuando leí la noticia de que había muerto. Supongo que no volví a saber de él porque no debe haber hecho más que ese Batman, pero ¿qué más puede pedirle un actor a su suerte?
Será el tiempo, será comprender que con ese Batman se fue otro pedazo irrecuperable de nuestra niñez, será la orfandad de los tiempos que corren, pero al leer la noticia se me dio por recordar la pregunta de otro grande, aunque mexicano: y ahora, ¿quién podrá defendernos?.