Si pensamos en nuestro Jujuy y en nuestra América, la palabra Independencia nos trae un recuerdo de 200 años, Revolución de Mayo, Casita de Tucumán, España. Latente está este antiguo lazo, perpetuado por la monumental obra de Humahuaca, que quizás el lector viajero o el lector ilustrado verá un cierto aire de la arquitectura monumental soviética.
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Si pensamos en nuestro Jujuy y en nuestra América, la palabra Independencia nos trae un recuerdo de 200 años, Revolución de Mayo, Casita de Tucumán, España. Latente está este antiguo lazo, perpetuado por la monumental obra de Humahuaca, que quizás el lector viajero o el lector ilustrado verá un cierto aire de la arquitectura monumental soviética.
Sin embargo, lo que para nuestros ojos es un país, es un conglomerado de pueblos, con diferentes idiomas y procedencias.
España no es una sino varias. En los programas de turismo habremos visto que sus ciudades más importantes, situadas en diferentes regiones como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, son tan diferentes y no comparten el mismo idioma.
Lo que en la escuela vemos como independencia de España o España en la geografia, dista muchisimo de la idea de país que aprendemos en la escuela o que nos viene a nuestra mente. Si bien tenemos en Argentina regiones, provincias e identidad definida, compartimos el mismo idioma y costumbres similares.
Pero si preguntamos a un barcelonés, se identificará como catalán y luego como español. La identidad con Castilla para gran parte de los catalanes es inexistente. Muchos catalanes ven a Castilla como un país distinto, que anexó Cataluña otrora pero que en verdad no fueron nunca una unidad. Algo para nuestra percepción latinoamericana de España es casi impensable.
Precisamente ayer se llevó a cabo un referéndum, convocado por la Generalidad de Cataluña, que es la institución de autogobierno de esta comunidad autonóma. A pesar de haber sido prohibida por el Tribunal Constitucional, que como su nombre lo dice, es el sumo intérprete de la constitucion española, fue ignorada por el gobierno de la comunidad.
En medio de policías, escuelas dispuestas a recibir votantes pero cerradas por fuerzas de seguridad. Todos los materiales para el referéndum deberían ser incautados por la policía.
Pero esta región, quizás menos conocida para nosotros, más allá de la vitalidad y energía de Barcelona, es una tierra llena de historia, identidad cultural milenaria y presencia importante y distinta en España y Europa.
El idioma catalán, emparentado con el castellano es la lengua oficial y es la lengua que ha embebido su música. Esta tierra, a orillas del Mediterráneo, recibió a pueblos de diferentes orígenes, un mestizaje entre griegos, romanos, germanos y moros. A este mestizaje histórico se suma la gran influencia de latinoamericanos que han emigrado por diferentes causas y que han enriquecido culturalmente esta parte de España.
Se conservan manuscritos de la Edad Media, con las melodías de los trovadores (cantantes de las cortes de reyes y también callejeros, que narraban historias a modos de, valga la coincidencia, tribunos). Los trovadores recorrían ciudades, contando noticias e historias acompanados de instrumentos. Quizás el lector amante de la música antigua asocie Cataluña con el LlibreVermell de Montserrat (el libro rojo de Montserrat). Es que al ser un país cristiano, la música en la iglesia católica era muy importante. Este manuscrito contiene cantos litúrgicos medievales y se conserva en el Monasterio de Montserrat, famoso por su Virgen negra.
Las catedrales de Tarragona, Tortosa y Vich tenían grandes obras polifónicas, verdaderos tesoros musicales mediterráneos.
Pero no sólo en la música antigua, sino también, adentrándonos en la música clásica romántica no podemos olvidar a los compositores clásicos catalanes: Mompou con sus obras para piano y canciones, Toldrá con sus óperas y melodías. Ambos compositores han escrito obras en castellano y catalán.
Han sido dadas a conocer por músicos catalanes universales como Pau Casals, Pere Ros y dentro del mundo de la ópera por cantantes como la versátil soprano Victoria de los Angeles, el tenor Josep (José o Pepe) Carreras y la cantante sin límites musicales como Montserrat Caballé. No habrá quienes no los conozcan: las giras de los tres tenores, teniendo a Josep como el tenor de la voz dulce o la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona donde Montserrat cantó junto a Freddy Mercury.
Pero quizás el lector amante de la música clásica, como yo, recordará a Montserrat Caballé con especial cariño. De niño, en los ochenta, en San Pedro, yo solía esperar los sábados al mediodía los dibujitos animados y una hora antes veía en la emisión de óperas a una cantante, quizás poco agraciada pero de voz magnífica. Con los años aprendí a conocer más su voz gracias a los cassettes y CDs y tuve el honor de charlar con ella personalmente en la Filarmonía de Colonia. Le confesé mi primera impresión de la opera a los cuatro años y cómo el destino me llevó a conocerla.
Cataluña, una tierra de contradicciones y de amores. Independiente o no, siempre su identidad será tan fuerte que no le hará falta separarse para ser reconocida internacionalmente.