Nuestra provincia tiene esos rincones donde la magia brota de los relatos de su memoria. En cuadernos de la década del cincuenta lo llamaban "Oratorio", tras el que se levantó la Capilla de Nuestro Señor del Milagro. Otro cuaderno parroquial, de diciembre de 1965, se fecha con el bello nombre de "Aurora de Lumará", y hacia allí salimos andando desde Tres Cruces la mañana del domingo. Ir al son de villancicos, atravesando parajes que se van ensanchando en Puna, es un portal propio para adentrarse en esta memoria.
Dejamos atrás el cementerio, y entre tola y quinchamal zigzagueamos por la ruta 9 hasta ver desde arriba a la capilla a la que se llegó adorando. Entonces, los pasos de angelitos ante las imágenes, una coreografía precisa y bella, y la voz del recuerdo.
Anduvimos tres horas por sobre casi los 2.800 metros para escuchar a Santos Méndez, bisnieto de Luisa Quispe, nieto de Demetria Tolaba, hijo de Paula Tolaba. Luisa fue una curandera de extendida fama por toda la puna, cuyos pacientes llegaban de Mina El Aguilar, de Abra Pampa o de La Quiaca. Recuerda que "era chiquito y la ayudaba a curar". Curaba susto, maradura, el cuerito, "y hasta parálisis facial, porque decía que venía de un susto. Decía que había aprendido de sus antepasados.
En toda esta parte antes había casitas, más allá había un oratorio del Señor del Milagro por 1945, y venían a celebrar el 15 de setiembre muchos campesinos de la zona. Acá se conocían, se ponían de novios, era una semana de fiestas". Recuerda que Luisa "ya estaba despierta a las seis de la mañana. Yo me venía del puesto, preparábamos el fueguero y ya llegaba la gente. Algunos caminando, otros en camioneta, para hacerse curar o a cumplir promesas con el Señor del Milagro. Ella te tocaba el cuerpo, te tocaba la cara, y empezaba a decirte qué es lo que te pasaba, o era ponerte alumbre, lo fundía y te decía qué era lo que tenías. Yo a mis hijos, a mis sobrinos, los curo del susto porque he visto cómo hacía la abuela". Le hablaba de las fogatas, las danzas del torito y los dos caballitos, la cuarteada y los samilantes. "Poco más allá había otra casa donde se festejaba", recuerda de un sitio que ya sepultó la ruta. "Se cocinaba en el horno de la casa de los bisabuelos, y se había construido una iglesia que se fue cayendo porque se hizo mal. A comienzos de la década del sesenta, gente del Aguilar que conocía a la abuela y devotos del Señor del Milagro, forman una comisión pro templo".
El templo nos dice que lo construyó su padre, Hilario Méndez, y cita a los Carrera, los Nina, los Tolaba entre aquellos que estuvieron con él. "Aquí se hacía la fiesta del Señor del Milagro y la adoración del Niñito, y mi bisabuela le pasa la posta a mi abuela, y se le suma mi abuelo en el armado del pesebre, Hermógenes Guanuco, que compró un tocadiscos Winco con el que se adoraba". Demetria también curaba pero con una fama menor. Santos Méndez dice que "desde La Quiaca hasta Humahuaca venía gente a celebrar al Señor del Milagro, hasta que mi abuela fue envejeciendo, y como los hijos y los nietos nos olvidábamos de las tradiciones, nos fuimos yendo, ella se sintió sola y nombró una comisión para que no decaiga". Desaparece la fiesta del Señor del Milagro "y nace la idea de venir adorando al Niñito desde Tres Cruces hasta la capilla. Eso fue ya por el noventa y pico, porque la comisión se hizo cargo hace veinticinco años, aunque ya participaban con la abuela algunos años antes", recuerda Santos Méndez. Luisa falleció a los 105 años en 1978. De Bolivia, donde nació, vino a vivir a Belén, en Santa Victoria, y luego a la zona de Lumará, donde se queda. Se casó con Cipriano Quispe, de Lumara y devoto de la Virgen del Valle. Demetria nació en Belén y falleció hace seis años.
Foto familiar
Florentina Lamas de Tolaba, de Abra Pampa, devota del Señor del Milagro y del Niño Jesús, Dionisio y Paula, hijos de Demetria, María, Margarita y Susana Subelza, nueras de Demetria, María de los Ángeles Tolaba y Luis Guanuco, nietos de Demetria, y Santos Méndez.
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Nuestra provincia tiene esos rincones donde la magia brota de los relatos de su memoria. En cuadernos de la década del cincuenta lo llamaban "Oratorio", tras el que se levantó la Capilla de Nuestro Señor del Milagro. Otro cuaderno parroquial, de diciembre de 1965, se fecha con el bello nombre de "Aurora de Lumará", y hacia allí salimos andando desde Tres Cruces la mañana del domingo. Ir al son de villancicos, atravesando parajes que se van ensanchando en Puna, es un portal propio para adentrarse en esta memoria.
Dejamos atrás el cementerio, y entre tola y quinchamal zigzagueamos por la ruta 9 hasta ver desde arriba a la capilla a la que se llegó adorando. Entonces, los pasos de angelitos ante las imágenes, una coreografía precisa y bella, y la voz del recuerdo.
Anduvimos tres horas por sobre casi los 2.800 metros para escuchar a Santos Méndez, bisnieto de Luisa Quispe, nieto de Demetria Tolaba, hijo de Paula Tolaba. Luisa fue una curandera de extendida fama por toda la puna, cuyos pacientes llegaban de Mina El Aguilar, de Abra Pampa o de La Quiaca. Recuerda que "era chiquito y la ayudaba a curar". Curaba susto, maradura, el cuerito, "y hasta parálisis facial, porque decía que venía de un susto. Decía que había aprendido de sus antepasados.
En toda esta parte antes había casitas, más allá había un oratorio del Señor del Milagro por 1945, y venían a celebrar el 15 de setiembre muchos campesinos de la zona. Acá se conocían, se ponían de novios, era una semana de fiestas". Recuerda que Luisa "ya estaba despierta a las seis de la mañana. Yo me venía del puesto, preparábamos el fueguero y ya llegaba la gente. Algunos caminando, otros en camioneta, para hacerse curar o a cumplir promesas con el Señor del Milagro. Ella te tocaba el cuerpo, te tocaba la cara, y empezaba a decirte qué es lo que te pasaba, o era ponerte alumbre, lo fundía y te decía qué era lo que tenías. Yo a mis hijos, a mis sobrinos, los curo del susto porque he visto cómo hacía la abuela". Le hablaba de las fogatas, las danzas del torito y los dos caballitos, la cuarteada y los samilantes. "Poco más allá había otra casa donde se festejaba", recuerda de un sitio que ya sepultó la ruta. "Se cocinaba en el horno de la casa de los bisabuelos, y se había construido una iglesia que se fue cayendo porque se hizo mal. A comienzos de la década del sesenta, gente del Aguilar que conocía a la abuela y devotos del Señor del Milagro, forman una comisión pro templo".
El templo nos dice que lo construyó su padre, Hilario Méndez, y cita a los Carrera, los Nina, los Tolaba entre aquellos que estuvieron con él. "Aquí se hacía la fiesta del Señor del Milagro y la adoración del Niñito, y mi bisabuela le pasa la posta a mi abuela, y se le suma mi abuelo en el armado del pesebre, Hermógenes Guanuco, que compró un tocadiscos Winco con el que se adoraba". Demetria también curaba pero con una fama menor. Santos Méndez dice que "desde La Quiaca hasta Humahuaca venía gente a celebrar al Señor del Milagro, hasta que mi abuela fue envejeciendo, y como los hijos y los nietos nos olvidábamos de las tradiciones, nos fuimos yendo, ella se sintió sola y nombró una comisión para que no decaiga". Desaparece la fiesta del Señor del Milagro "y nace la idea de venir adorando al Niñito desde Tres Cruces hasta la capilla. Eso fue ya por el noventa y pico, porque la comisión se hizo cargo hace veinticinco años, aunque ya participaban con la abuela algunos años antes", recuerda Santos Méndez. Luisa falleció a los 105 años en 1978. De Bolivia, donde nació, vino a vivir a Belén, en Santa Victoria, y luego a la zona de Lumará, donde se queda. Se casó con Cipriano Quispe, de Lumara y devoto de la Virgen del Valle. Demetria nació en Belén y falleció hace seis años.
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Florentina Lamas de Tolaba, de Abra Pampa, devota del Señor del Milagro y del Niño Jesús, Dionisio y Paula, hijos de Demetria, María, Margarita y Susana Subelza, nueras de Demetria, María de los Ángeles Tolaba y Luis Guanuco, nietos de Demetria, y Santos Méndez.
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