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12 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Un hombre que fue padre desde siempre | criar a los hermanos menores, Dejar de lado los sueños y proyectos, Pastor Roberto Tejeda, Yala

Domingo, 21 de junio de 2015 00:00
<p>MUCHO AMOR PARA DAR/ PASTOR PICHÓN TEJEDA.</p>

Tomar la decisión de asumir el rol de padre y criar a los hermanos menores es uno de los actos más nobles de los hombres. Dejar de lado los sueños y proyectos que uno persigue, para asegurar el bienestar de sus hermanos, transmitirles principios y valores, para que forjen su destino y sean personas de bien, para que logren alcanzar sus metas, engloban el sentido de paternidad.

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Tomar la decisión de asumir el rol de padre y criar a los hermanos menores es uno de los actos más nobles de los hombres. Dejar de lado los sueños y proyectos que uno persigue, para asegurar el bienestar de sus hermanos, transmitirles principios y valores, para que forjen su destino y sean personas de bien, para que logren alcanzar sus metas, engloban el sentido de paternidad.

Esta es la historia de Pastor Roberto Tejeda, un hombre que tuvo la valentía de elegir ser adulto y asumir el rol de padre, cuando tenía apenas 19 años y quedó a cargo de sus dos hermanos menores, tras el fallecimiento de su madre.

Sin pensarlo truncó sus proyectos, no dejó que ningún familiar separara a sus hermanos y como pudo, se encargó que los dos niños recibieran educación, no les faltara vestimenta ni alimento, pero sobre todo se preocupó para que sean personas de bien.

La vida pasaba a trancos largos en el pueblo de Yala, sus hermanos crecieron y decidieron probar suerte en Buenos Aires, mientras que Pastor encontró el amor, entre serenatas y rondas de amigos en su pueblo.

Cuando tenía 19 años quedó a cargo de sus hermanos, crió a tres hijos y a los 49 años decidió adoptar una nena.

Al poco tiempo se casó y formó una familia, otra vez dejó de lado sus ambiciones y se dedicó a trabajar duro para que nada les faltara a sus tres hijos. Incluso en las épocas difíciles de "los noventa", se las ingeniaba para que nada faltara en la mesa. Para que todo lo que sus hijos necesitaran lo tuvieran.

Enseñó a sus hijos varones el legado familiar de tocar la guitarra y transmitió a todos el amor por la naturaleza, el respeto al prójimo y a ser leal por sobre todas las cosas.

Pastor es un hombre de pocas palabras, a decir verdad sus escasas palabras son contundentes; dueño de una mirada cansina y de una voz imponente. Sus amigos, que no son pocos, lo describen como "un hombre humilde y de gran corazón", que de hecho lo demuestra cada día de su vida.

Cuando su camino paternal parecía llegar al ocaso, con casi 50 años, el destino le tenía preparado el mejor de los finales. Conoció a una beba de cuatro meses, que otras personas, (por llamarlas así), no querían tener y la habían abandonado.

Asumió el compromiso como lo asumen los luchadores, de los que hacen falta en este mundo desigual.

Junto a su mujer asumió la responsabilidad de adoptar a la bebé, que había nacido con ciertas dificultades patológicas y se preparaba para volver a ser padre.

El peregrinar burocrático de los trámites para la adopción y todas las adversidades sociales, no fueron motivo para que bajara los brazos y le diera todo lo que estuviera a su alcance a su niña.

Hoy a los 61 años, Pastor se ve reflejado en los ojos de su última hija, que tiene 16, además continúa trabajando porque no se halla en otro lugar.

Es además abuelo de tres niños, que son su orgullo y el otro motivo de sus alegrías.

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