Apenas 24 horas después que todos los líderes de las
potencias occidentales se negaran a participar en
Moscú de los masivos festejos por el 70 aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo, la canciller alemana
Angela Merkel viajó ayer a la capital rusa para mejorar el diálogo con su par,
Vladimir Putin, y tratar de destrabar el complejo conflicto en la vecina Ucrania.
Los dos dirigentes compartieron palabras de solidaridad y reconocimiento hacía las víctimas soviéticas de los ataques de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, cuando la discusión viró al conflicto separatista en Ucrania, la tensión renació y ninguno de los dos intentó disimularlo.
"Este proceso es muy complejo. Esperábamos que se alcanzara un alto el fuego, pero eso no fue así. No podemos decir que una parte cumple sus obligaciones al 100% y la otra no hace nada, pero tenemos información de que hay muchas más violaciones por parte de los separatistas", denunció Merkel en la conferencia de prensa que compartió con Putin después de una reunión a puerta cerrada. Tanto Merkel como los otros líderes de las potencias occidentales acusan a Putin de apoyar financiera y militarmente a las milicias separatistas que en abril de 2014 tomaron los gobiernos de dos provincias del este de Ucrania, intentaron sin éxito anexarlas a
Rusia y desde entonces enfrentan una ofensiva del Ejército de Kiev, que ya dejó más de 6 mil muertos y más de un millón de desplazados y refugiados.
Putin se mostró más moderado de lo usual y evitó asignar culpas por las constantes violaciones al cese de fuego declarado primero en septiembre pasado y luego ratificado en febrero.
"Estoy convencido de que para garantizar un acuerdo estable y de largo plazo es necesario establecer un diálogo directo entre Kiev, Donetsk y Lugansk (las dos provincias sublevadas en el este ucraniano). Creo que esa es una de las condiciones claves para alcanzar un acuerdo final", dijo.
Apenas 24 horas después que todos los líderes de las
potencias occidentales se negaran a participar en
Moscú de los masivos festejos por el 70 aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo, la canciller alemana
Angela Merkel viajó ayer a la capital rusa para mejorar el diálogo con su par,
Vladimir Putin, y tratar de destrabar el complejo conflicto en la vecina Ucrania.
Los dos dirigentes compartieron palabras de solidaridad y reconocimiento hacía las víctimas soviéticas de los ataques de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, cuando la discusión viró al conflicto separatista en Ucrania, la tensión renació y ninguno de los dos intentó disimularlo.
"Este proceso es muy complejo. Esperábamos que se alcanzara un alto el fuego, pero eso no fue así. No podemos decir que una parte cumple sus obligaciones al 100% y la otra no hace nada, pero tenemos información de que hay muchas más violaciones por parte de los separatistas", denunció Merkel en la conferencia de prensa que compartió con Putin después de una reunión a puerta cerrada. Tanto Merkel como los otros líderes de las potencias occidentales acusan a Putin de apoyar financiera y militarmente a las milicias separatistas que en abril de 2014 tomaron los gobiernos de dos provincias del este de Ucrania, intentaron sin éxito anexarlas a
Rusia y desde entonces enfrentan una ofensiva del Ejército de Kiev, que ya dejó más de 6 mil muertos y más de un millón de desplazados y refugiados.
Putin se mostró más moderado de lo usual y evitó asignar culpas por las constantes violaciones al cese de fuego declarado primero en septiembre pasado y luego ratificado en febrero.
"Estoy convencido de que para garantizar un acuerdo estable y de largo plazo es necesario establecer un diálogo directo entre Kiev, Donetsk y Lugansk (las dos provincias sublevadas en el este ucraniano). Creo que esa es una de las condiciones claves para alcanzar un acuerdo final", dijo.