Gotas y gotitas: Año viejo
Una vez más y gracias a Dios, llega el momento de despedir a este 2015 y prepararnos para recibir el 2016. Tengo que agradecer a este 2015 que se va yendo, por las enseñanzas que me deja, algunas me encantaron y me produjeron mucha alegría y bienestar; y otras no me gustaron tanto, en su momento no las quise, porque me causaron dolor e incertidumbre, pero sin duda alguna me enseñaron muchas cosas. Gracias 2015, por la posibilidad de haber construido con amor, con alegría; de haberme permitido elegir libremente, de haber conocido lugares y personas impensadas en mi vida, de crecer en el amor y en el dolor. De darme cuenta que puedo ser valiente y hacerme cargo de las cosas que me pasan, de usar herramientas nuevas y viejas para salir adelante. Gracias por la posibilidad de seguir ejerciendo el rol, en éste momento el más importante de mi vida, el de ser mamá, desde la intensidad de ese sentimiento. Lo que puedo escribir, y con la mayor convicción del mundo, es que no me arrepiento absolutamente de nada de lo que hice, y aunque por momentos supe que habían cosas que no estaba bien hacerlas, tercamente seguí adelante, por ello –supongo- pagué, y pago, ciertamente con creces, las facturas correspondientes. Cuando tuve que llorar, lo hice, lo suficiente como para cansarme de hacerlo y –por lo tanto- no llorar más por algo que sucedió, que pasó a ser parte de mi pasado. Aprendí también que uno debe llorar sus penas y decepciones, y reír sus alegrías, sin reprimir nada de lo que llevamos dentro. Reí, lloré, amé, odié, disfruté, detesté, me enamoré, complací, maldecí, entregué, recibí, grité, me quejé, seduje, me dejé seducir, coqueteé, complací, me complacieron, conquisté, gané, perdí, lastimé, me lastimaron, insulté, me hirieron, me deprimí, fui feliz, me emocioné... uff!, creo que para un año fue más que suficiente lo que tuve, lo que recibí y lo que dí. Hasta la próxima. Namasté.
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Gotas y gotitas: Año viejo
Una vez más y gracias a Dios, llega el momento de despedir a este 2015 y prepararnos para recibir el 2016. Tengo que agradecer a este 2015 que se va yendo, por las enseñanzas que me deja, algunas me encantaron y me produjeron mucha alegría y bienestar; y otras no me gustaron tanto, en su momento no las quise, porque me causaron dolor e incertidumbre, pero sin duda alguna me enseñaron muchas cosas. Gracias 2015, por la posibilidad de haber construido con amor, con alegría; de haberme permitido elegir libremente, de haber conocido lugares y personas impensadas en mi vida, de crecer en el amor y en el dolor. De darme cuenta que puedo ser valiente y hacerme cargo de las cosas que me pasan, de usar herramientas nuevas y viejas para salir adelante. Gracias por la posibilidad de seguir ejerciendo el rol, en éste momento el más importante de mi vida, el de ser mamá, desde la intensidad de ese sentimiento. Lo que puedo escribir, y con la mayor convicción del mundo, es que no me arrepiento absolutamente de nada de lo que hice, y aunque por momentos supe que habían cosas que no estaba bien hacerlas, tercamente seguí adelante, por ello –supongo- pagué, y pago, ciertamente con creces, las facturas correspondientes. Cuando tuve que llorar, lo hice, lo suficiente como para cansarme de hacerlo y –por lo tanto- no llorar más por algo que sucedió, que pasó a ser parte de mi pasado. Aprendí también que uno debe llorar sus penas y decepciones, y reír sus alegrías, sin reprimir nada de lo que llevamos dentro. Reí, lloré, amé, odié, disfruté, detesté, me enamoré, complací, maldecí, entregué, recibí, grité, me quejé, seduje, me dejé seducir, coqueteé, complací, me complacieron, conquisté, gané, perdí, lastimé, me lastimaron, insulté, me hirieron, me deprimí, fui feliz, me emocioné... uff!, creo que para un año fue más que suficiente lo que tuve, lo que recibí y lo que dí. Hasta la próxima. Namasté.