26°
29 de Diciembre,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

El tiempo no nos corre: nos acompaña

Lunes, 29 de diciembre de 2025 00:00

LIGIA DIONE MIRALLES

El calendario avanza con la firmeza de lo inevitable. Las hojas caen, los meses se suceden, los números cambian de lugar como si tuvieran vida propia. Y con cada cambio aparece, silenciosa pero insistente, una sensación conocida: la de llegar tarde, la de no haber hecho lo suficiente, la de estar siempre un paso atrás de lo que "deberíamos" ser, sentir o lograr.

El tiempo parece mirarnos con ceño fruncido, exigiendo resultados, apurando procesos, reclamando definiciones. Sin embargo, tal vez sea momento de decirlo con claridad: el tiempo no nos corre. Somos nosotros quienes corremos detrás de una idea rígida y muchas veces ajena de cómo debería verse una vida bien vivida.

Vivimos inmersos en una cultura que mide, compara y acelera. Que pone fechas a los sueños, plazos a los duelos, tiempos estimados para sanar, crecer, amar, olvidar. Todo parece tener un "ya", un "para cuándo", un "a esta altura deberías. . . ". Y así, sin darnos cuenta, vamos dejando partes nuestras al costado del camino.

Nos apuramos incluso cuando el alma pide pausa. Seguimos cuando el cuerpo pide descanso. Sonreímos cuando el corazón necesita silencio.

El calendario no pregunta si estamos listos, si entendimos, si integramos lo vivido. Simplemente avanza. Y nosotros, muchas veces, nos sentimos obligados a avanzar con él, aunque por dentro algo no esté acompasado.

Respetar los procesos es un acto profundo de amor propio. Es reconocer que no todos los caminos se transitan al mismo ritmo, que no todas las semillas brotan en la misma estación, que no todas las personas necesitan lo mismo para florecer. Hay procesos visibles y otros silenciosos. Hay transformaciones que se notan de inmediato y otras que trabajan en la sombra, como raíces que crecen bajo tierra antes de que el árbol se anime a mostrarse.

Cuando nos apuramos, cuando forzamos, cuando exigimos resultados rápidos, muchas veces lo que hacemos es interrumpir esa sabiduría interna que sabe cuándo, cómo y hasta dónde. Construir una vida y un bienestar genuinos no es una carrera de velocidad, es un camino de presencia. Paso a paso. A veces con pasos firmes, otras con pasos temblorosos. A veces avanzando, otras deteniéndonos para mirar, sentir, acomodar. No todo estancamiento es retroceso.

No toda pausa es pérdida de tiempo. Hay pausas que son necesarias para integrar lo aprendido, para despedir lo que ya no va, para hacer lugar a lo nuevo. Hay momentos en los que el mayor avance posible es quedarse quietos y escucharnos. El apuro suele venir acompañado de comparación.

Miramos alrededor y creemos que los demás van más rápido, que ya lograron lo que nosotros apenas estamos empezando a imaginar. Y olvidamos algo esencial: no conocemos las batallas internas de nadie, no sabemos qué precio se pagó por cada logro, no vemos las grietas detrás de las fotos prolijas. Cada proceso es único porque cada historia lo es. Compararnos es una forma sutil de desvalorizarnos, de desconocer nuestro propio recorrido, de no honrar lo que sí hicimos, lo que sí atravesamos, lo que sí aprendimos.

El bienestar no se construye a los empujones. No nace de cumplir expectativas externas ni de tachar objetivos en una lista interminable. El bienestar se gesta cuando hay coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos. Y esa coherencia requiere tiempo. Tiempo para equivocarnos y volver a intentar. Tiempo para decir "hasta acá" y también para animarnos a decir "voy por más". Tiempo para aceptar que hay cosas que no dependen de nosotros y otras que sí.

Respetar los procesos es aceptar que no todo se resuelve rápido, que algunas respuestas llegan cuando dejamos de perseguirlas, que algunas decisiones se clarifican cuando bajamos el ruido externo. Seguir paso a paso no significa resignarse ni conformarse. Significa elegir con conciencia. Significa dejar de vivir en modo urgencia permanente y empezar a habitar el presente con mayor amabilidad. Significa entender que la vida no es una línea recta sino un entramado de avances, retrocesos, aprendizajes y redefiniciones.

Cada paso cuenta, incluso aquellos que parecen pequeños o insignificantes. A veces, el paso más importante es el que nos aleja de lo que ya no nos hace bien, aunque todavía no sepamos hacia dónde vamos.

El calendario puede ser una referencia, pero no debería ser un juez. Puede ayudarnos a organizarnos, pero no a castigarnos. Cuando dejamos que el tiempo se convierta en una amenaza, perdemos la posibilidad de disfrutar el camino. Nos volvemos rígidos, exigentes, poco compasivos con nosotros mismos. En cambio, cuando entendemos que el tiempo es un aliado, algo se afloja por dentro. Aparece la paciencia. Aparece la confianza. Aparece la certeza de que estamos haciendo lo mejor que podemos con las herramientas que tenemos hoy.

Hay procesos que llevan años y está bien. Hay duelos que no tienen fecha de vencimiento. Hay sueños que maduran lento y llegan cuando estamos preparados para sostenerlos. Apurarnos no los adelanta; muchas veces los sabotea.

Respetar los tiempos no es perder oportunidades, es llegar a ellas más enteros. Es elegir construir desde bases sólidas y no desde la urgencia o el miedo a quedar afuera. Construir nuestra vida y nuestro bienestar paso a paso implica también revisar qué entendemos por éxito. Tal vez no sea llegar rápido, sino llegar en paz. Tal vez no sea cumplir con todo, sino vivir con sentido. Tal vez no sea hacer más, sino estar más presentes.

Cuando cambiamos la pregunta de "¿para cuándo?" por "¿para qué?" algo se ordena internamente. Empezamos a caminar con mayor dirección y menos presión. Este cierre de año, este momento de balances y proyecciones, puede ser una invitación distinta. En lugar de apurarnos a evaluar todo lo que falta, podemos detenernos a reconocer todo lo recorrido. En lugar de castigarnos por lo no logrado, podemos agradecer lo aprendido. En lugar de imponer metas desde la exigencia, podemos plantear deseos desde el cuidado.

El calendario seguirá avanzando, eso es seguro. La diferencia está en cómo elegimos caminar con él. Que el próximo paso no sea más rápido, sino más consciente. Que no sea perfecto, sino auténtico. Que no responda al apuro externo, sino a nuestra verdad interna. La vida no nos está corriendo. Nos está ofreciendo, día a día, la posibilidad de construirnos con paciencia, respeto y presencia. Y eso, paso a paso, también es bienestar. Namasté. Mariposa Luna Mágica.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD