Ayer, los jujeños vivieron una de las más extraordinarias manifestaciones de fe en Semana Santa, el Vía Crucis, que representa la Pasión y Muerte de Cristo, por el centro capitalino.
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Ayer, los jujeños vivieron una de las más extraordinarias manifestaciones de fe en Semana Santa, el Vía Crucis, que representa la Pasión y Muerte de Cristo, por el centro capitalino.
La procesión partió desde la Iglesia Catedral Basílica, con el Cristo Yacente, acompañado de la imagen de la Virgen Dolorosa y San Juan, junto a monseñor César Daniel Fernández, el obispo de la Diócesis de Jujuy, y a miembros de la eucaristía, familias, parejas y niños.
Ingresaron por calle General Manuel Belgrano para dar inicio a la representación simbólica de la Pasión de Cristo, meditando sobre las principales etapas del sufrimiento del Señor que condujeron a su crucifixión.
Esta demostración de fe estuvo acompañada por la mirada devota del centenar de fieles, que acompañó y rezó, atendiendo a cada intención de la oración guiada por el padre Manuel Alfaro.
Bajo la luz cálida de miles de velas y candelabros armados personalmente, religiosos recorrieron cada una de las catorce estaciones que recorren la Pasión de Cristo, que reflejan, por parte de su protagonista, una historia de amor profundo por la humanidad.
Cada uno de los participantes, emocionados, ofrecieron su caminar por las intenciones que más duelen y conmueven su corazón, rezaron por los enfermos, los pobres, los presos, los que sufren hambre, los que dudan, los que no creen, por quienes hoy no están y por las causas imposibles.
La imagen del Cristo Yacente fue llevada por una comisión especial de la Policía de la provincia de Jujuy, con sus uniformes de gala, mientras que la imagen de la Virgen Dolorosa fue cargada por diferentes religiosos, quienes tomaron turnos para llevarla, de igual manera a la imagen de San Juan, mientras rezaban y cantaban alabanzas.
El recorrido continuó por calle General Lavalle, luego calle Alvear, finalmente ingresó a la calle Sarmiento para llegar nuevamente al atrio de la Catedral Basílica.
La ceremonia terminó con la bendición en el atrio catedralicio, donde fieles de todas partes se unieron en un mismo rezo y recibieron la bendición del monseñor César Fernández, quien invito a la comunidad a acercarse a las imágenes para concluir la emotiva experiencia del Vía Crucis.