El 1 de marzo de 2008, cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Jorge Mario Bergoglio, después el Papa Francisco, estuvo en Jujuy.
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El 1 de marzo de 2008, cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Jorge Mario Bergoglio, después el Papa Francisco, estuvo en Jujuy.
En esa ocasión presidió la XXV Asamblea Diocesana, que se realizó en la Federación de Basquet, que convocó a unas 4 mil personas que escucharon su mensaje por la unidad de la Iglesia Católica
Estuvo en el encuentro junto a los obispos Marcelo Palentini y Pedro Olmedo (Humahuaca), y fue declarado "Ciudadano Ilustre" por parte del municipio capitalino, a cargo provisoriamente del concejal Rodolfo Nieto, además de reunirse con el entonces vicegobernador Pedro Segura en la Legislatura.
Pero era el interés de la gente que lo seguía, laicos y religiosos, que escuchaban atentamente sus palabras, lo que hacía al ambiente. Los feligreses entusiasmados lo aplaudían al verlo ingresar con su traje morado, los mismos que al final se acercaban para pedirle la bendición y la de algunos niños.
Ya desde entonces, y acostumbrados a las declaraciones polémicas, la prensa jujeña buscó un acercamiento con el entonces cardenal, sin embargo no accedió. Las directivas de la organización ya lo habían remarcado, pero los intentos por "sacarle algunas declaraciones" muy cerca del escenario fueron en vano, ya que con tono medido ratificó que no daría declaraciones.
La incertidumbre dejaba por entonces un gran interrogante sobre su comportamiento, la cual pasaría luego a segundo plano al brindar su mensaje para poder difundir la cobertura que nos convocaba.
Luego del protocolo propio de la asamblea, el entonces titular de la Conferencia Episcopal Argentina comenzó a plantear su mensaje en base al eje de la reunión, un documento en torno al cual reflexionó. Se refrió entonces a las comunidades cristianas, aclarando que no tienen que ser una ong sino el lugar donde hombres y mujeres se encuentran con Jesucristo, y la distinguió de otras organizaciones, en un tono reflexivo y hasta crítico.
"Somos llamados al seguimiento de Jesús", dijo enfáticamente en ese momento Bergoglio, asegurando que esto supone vincularse íntimamente con su persona, pero no como siervos sino en el rol de amigo y hermano.
Con tono ameno, y mientras tomaba mate, siguió con sus reflexiones, llamando a la feligresía a dejarse "encontrar" por Jesucristo. "A nosotros los cristianos no nos interesa tener más socios, lo que a un cristiano le tiene que interesar es si sigue a Jesucristo, si es fiel en la configuración de Cristo, si se entusiasma por Jesucristo y si comunica", afirmó respecto al mecanismo del encuentro con Jesús.
También aseguró que la unidad de la Iglesia no se hace por consensos, porque si no la iglesia no existiría, sino que el camino de la unidad sería a través de los servicios que lo da la espiritualidad. Llamó también a no perder la identidad, a no basar la unidad en el prestigio ni el poder sino en el sentido de comunión. Con la imagen de la patrona local, la Virgen de Río Blanco, también se refirió al Espíritu Santo, como motivador para las realizaciones de los misioneros.