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“La otra” tradición: la de los jubilados

Se repite año tras año con la misma constancia que un baile folclórico: hacer juicio al Estado para no perder la dignidad.

Jueves, 13 de noviembre de 2025 03:56
PATRICIA MARIELA ARGAÑARAZ | ABOGADA ESPECIALISTA EN DERECHO PREVISIONAL.

Celebramos recientemente el Día de la Tradición. Un día para honrar a José Hernández y a nuestro Martín Fierro, para celebrar las costumbres que nos unen, el mate, la zamba, la comida y las prácticas que nos dan identidad como pueblo.

La tradición es aquello que repetimos, que nos define y que de algún modo va definiendo nuestra identidad como sociedad. En Argentina asistimos a una lamentable repetición que quizás podríamos calificar ya como otra tradición. Una tradición que no es motivo de orgullo, sino de necesidad; una que no celebramos, pero que se repite año tras año con la misma constancia que un baile folclórico: la lamentable tradición de que nuestros jubilados deban hacer juicio al Estado para no perder su dignidad. En un contexto de alta inflación, el haber jubilatorio pierde valor día a día. La “movilidad” que deben tener los haberes del sector pasivo, desde hace décadas que no refleja la exigencia constitucional, según lo interpretó la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Así, se vuelve “tradicional” que el jubilado, después de trabajar 30 o 40 años, tenga que volver a luchar. Ya no en el trabajo, sino en los tribunales. Tiene que revisar sus haberes, asesorarse y pelear por lo que es suyo, para que la inflación y la falta de actualización de las remuneraciones no devore sus ingresos. A raíz de esta triste tradición, surgen siempre las mismas preguntas en nuestro estudio. Son las “preguntas tradicionales” de la previsión argentina, y hoy, en este día, quiero responderlas.

Preguntas tradicionales sobre el reajuste de haberes. ¿Quiénes pueden hacer un juicio reclamando la mejora de sus haberes? Principalmente, aquellas personas que trabajaron en relación de dependencia. Pero también pueden reclamar quienes tienen servicios mixtos; es decir, que trabajaron en relación de dependencia y también tienen aportes como autónomos o monotributistas. ¿El reclamo es sólo para las jubilaciones? No. Pueden reclamar tanto quienes perciben jubilaciones como quienes cobran pensiones. El derecho al reajuste de movilidad aplica a ambas prestaciones.

Recibí la “Reparación Histórica”. ¿Eso me impide reclamar? No. Quienes recibieron la Reparación Histórica también podrán realizar reclamos de movilidad. La reparación pudo haber corregido el haber inicial, pero generalmente no resolvió los problemas de movilidad posteriores.

Me jubilé antes de 2018, ¿puedo reclamar?

Sí. Quienes estaban cobrando jubilaciones o pensiones antes de 2018 tienen la posibilidad de reclamar, especialmente por la movilidad que fue suspendida o modificada en ese período y que afectó sus haberes. Me jubilé después de 2018. ¿Tengo derecho? Sí, y este período es fundamental, ya que numerosos fallos reconocen los efectos nefastos que tuvo la inflación que arrasó con el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones en ese período. Por ello, las personas que empezaron a cobrar sus jubilaciones después de 2018 también tienen la posibilidad de reclamar. Los fallos judiciales que se conocieron este año reconocen la tremenda pérdida del valor adquisitivo por efecto de la inflación, específicamente en el período entre 2021 y junio de 2024.

¿Qué pasa si una persona inicia el juicio y fallece antes de cobrar? Una pregunta dura, pero muy frecuente. El crédito no se pierde. Si el jubilado o pensionado fallece, el derecho a cobrar ese dinero se transmite a la persona que haya quedado con derecho a pensión, o en su defecto, a sus herederos legales.

El esfuerzo del reclamo no es en vano. ¿El ajuste es automático? ¿Apenas hago el reclamo empiezo a cobrar más? No, y es importante ser claros. Los juicios de reajuste llevan tiempo. No es un reclamo administrativo simple; hay que atravesar todo el proceso judicial y esperar a que la sentencia quede firme. Luego de ganar el juicio, comienza la etapa de “ejecución de sentencia” para que ANSES pague. Muchas veces, esto implica hacer un embargo sobre las cuentas del organismo hasta poder cobrar efectivamente el retroactivo y el reajuste del haber mensual.

La tradición que debe terminar

Hoy celebramos las tradiciones que nos enorgullecen. Pero este artículo es sobre la tradición que nos avergüenza como sociedad. Esperamos que, en el futuro, esta lamentable tradición de litigar por un haber justo deje de existir. Que la verdadera tradición sea el respeto incondicional a nuestros mayores, pagándoles lo que corresponde en tiempo y forma, sin necesidad de que un juez los obligue. Mientras tanto, la única tradición que le queda al jubilado es la de informarse y defender sus derechos. (Patricia Mariela Argañaraz, especialista en Derecho Previsional, Facebook: Estudio Argañaraz Rossa, IG: abogadosenjujuy).

La vejez en cuestión

ANTONIO LAS HERAS

ANTONIO LAS HERAS Es frecuente -sobre todo en el lenguaje coloquialque al referirse a una persona mayor, se lo haga con el rótulo “abuelo”. Claramente, dicha designación -en la actualidadno está asociada a la idea de “persona sabia que alcanzó una edad longeva” sino, más bien, a la de quien ya se encuentra “descontinuado” de la vida, ignora cómo manejarse en este Tercer Milenio y lo mejor que le puede pasar es quedar -hasta que desencarnerecluido en algún hogar para ancianos, más conocido como geriátrico.

“Abuelo” se ha convertido en sinónimo de algo desagradable, que debe evitarse. Tanto es así que se han hecho frecuentes en las redes sociales agresiones con textos como los siguientes: “Vaya a la cama, abuelo”. “Abuelo, íse olvidó de tomar la pastilla hoy?, que escribe estas tonterías”. “¿Hoy lo dejaron salir del geriátrico, abuelo? Vuelva y abríguese”. “Abuelo” parece ser una terrible condena. Y esto es así porque -previamentefue descalificado lo que -a nivel comúnse entiende por “vejez”. Tal condición es, hoy por hoy, sinónimo de inutilidad. “Viejo” es la manera de llamar a alguien que ya no entiende cómo funciona el mundo, expresa desatinos y si bien no ha muerto es como si ya lo estuviera. Se ha convertido en una molestia, un estorbo para los demás.

La pandemia/cuarentena incrementó esta idea, ya que al comienzo de la misma machaconamente se insistió en el peligro en el que estaban los mayores de 65 años. Recordemos que, en la Argentina, hasta hubo algún gobernante que pensó en obligar a tales “adultos mayores” a pedir un permiso de salida so pena de ser regresado al hogar por las fuerzas de seguridad. Claro está que tal consideración de la persona, realizada sólo a través de su edad cronológica, es un desatino que no resiste ningún análisis científico, ni racional. La persona no se define por su edad cronológica, sino que es resultado de un entramado biopsicosocial. Es por eso que hay gente cronológicamente joven mucho más deteriorada que otros que ya son “adultos mayores”. Y como frente a las opiniones y las ideas popularizadas sin fundamento nada mejor que los hechos. A ellos vamos.

Vladimir Putin tiene 73 años. Donald Trump ya cumplió 79 años. Su principal contrincante en las elecciones presidenciales fue Joe Biden, quien tiene 82 años. Xi Jinping, presidente de la República Popular China, tiene 72 años. Ejemplos de cómo las habilidades humanas no están en relación directa con la edad cronológica sino con la intervención de otros factores esenciales y fundantes, bien pueden ser los siguientes: Golda Meir fue primer ministro de Israel entre sus 71 y 75 años de edad. La reina Isabel II contando ya con 94 años, durante 2019 participó en unas 300 actividades oficiales. Ángela Merkel era canciller de Alemania a los 66 años.

“Los pájaros” y “Psicosis”, dos obras cumbre de la cinematografía mundial, fueron dirigidas por Alfred Hitchcock a los 61 y 64 años respectivamente. Giuseppe Verdi tenía 74 años cuando compuso la notable ópera “Otello”. Entre sus 80 y 81 años Pablo Picasso realizó las obras “La femme aux bras écartés”, “La silla, la mujer y los niños”, Los futbolistas” y “El Rapto de las Sabinas”. Pasados sus 80 años, Jorge Luis Borges publicó “La cifra”, “Los conjurados”, “La memoria de Shakespeare” y “Nueve ensayos dantescos”.

Ernesto Sábato tenía 72 años cuando asumió la presidencia de la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Por todo esto es fundamental dejar de confundir “edad cronológica” con “edad psíquica”. Podemos decir que hay “viejos” con 25 años de edad cronológica y “jóvenes” de 80 años de edad cronológica. Por lo que es conveniente disolver todo prejuicio sobre la idea de asociar años de existencia con incapacidad para manejarse adecuadamente en el ámbito cotidiano.

La vitalidad, la creatividad, lo productivo, la lucidez, la curiosidad tanto como la exploración de nuevas vivencias no tienen edad cronológica, ni son atributo exclusivo de alguna etapa de la vida humana. (Antonio Las Heras es escritor, filósofo, doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis. “Atrévete a vivir en plenitud”, es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com).

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