Con la naturalidad de una mirada nostálgica, marcada por una vida llena de experiencias; Rosa Tarifa no se permite decaer y le sonríe a la vida disfrutándola a través de sus hijos y nietos que la aman por sobre todas las cosas.
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Con la naturalidad de una mirada nostálgica, marcada por una vida llena de experiencias; Rosa Tarifa no se permite decaer y le sonríe a la vida disfrutándola a través de sus hijos y nietos que la aman por sobre todas las cosas.
Su infancia tuvo situaciones complicadas que tuvo que aprender a vivir ya que sus padres se separaron cuando tenía nueve años. "Mi padre Marcial Tarifa se fue con la mujer que me cuidaba. No lo culpo, ni lo juzgo; pero mi mamá Paulina Almazán, sufrió mucho", reveló en su relato, Rosa Tarifa.
La vida en el barrio Mariano Moreno se tornó difícil de explicar, se desintegró la familia, porque ocurrió un episodio en el que su madre estuvo detenida. "Yo en ese momento era muy chiquita y estaba junto con mi mamá. De la Seccional 4º nos fuimos a la central y, de ahí, el traslado fue al 'Buen Pastor', al hogar de la joven. Mi mamá estaba encargada de la lavandería y gracias a Dios estuvimos bien", destacó. Como los años fueron pasando, se fue a vivir con su madrina a la avenida 19 de Abril pero, a los 12, regresó junto a su mamá. "Supe que mi papá vivía con la mujer del problema y, de ahí, tengo dos hermanos", contó.
Al cumplir catorce años llegó a conocer al que sería su esposo, Hugo Zambrana. "Un día vino a visitar a su madre, en esa época él tenía 30 años y yo, 15. Sentí que mi padre me había entregado porque firmó para autorizarlo y, así, nos casamos con Hugo que me llevó a Buenos Aires", recordó. Así, en Merlo, comenzó a forjar su familia. En agosto de 1972, nació su hijo. "Yo estaba pronta a cumplir los 17 años cuando fui madre por primera vez", comentó. La experiencia de ser mamá fue con instantes hermosos pero también con otros de sufrimiento.
"Al estar sola con gente que no conocía, extrañaba a mi madre. Apenas tenía el 7º grado hecho y traté de adaptarme, pero me costaba", dijo esta mujer que fue mamá por segunda vez de Ariel, en 1974. "Tuve problemas con Hugo. Y a raíz de un hecho de violencia, decidí separarme. Con sus hijos, retornó a la tierra que la vio nacer, en 1976. Para solventar sus gastos decidió buscar un sustento y lo encontró en la fábrica de alfajores "Éxodo". "Trabajaba mañana y tarde, para tener por mis hijos. Llegó octubre y mi hermana apareció un día con el patrullero, el aguatero lo había atropellado a mi hijito Ariel. Tenía tres años y por ese motivo, mi marido se llevó a Alejandro, ya no lo quería dejar conmigo", reveló esta madre que volvió a ver a su hijo a sus ocho años. La vida le dio la posibilidad de rehacer su vida y conoció a Freddy Aguilera. "Él es el papá de mis tres hijos aquí en Jujuy, pero le puse punto final porque no me fue bien con él", dijo.
En igual medida, ella siguió trabajando y -por supuesto- dando lo mejor por sus hijos. Pero había una tarea que había quedado pendiente en su vida y era la de terminar sus estudios de nivel medio. Un día lo pensó y se animó al desafío de completar su formación academico-educativa. "Pensé en mi mamita que era analfabeta. Yo sentí que sería importante estudiar", indicó Tarifa. Y entonces se animó a culminar su etapa escolar en el Cens 310 "Escolástico Zegada".
En una muestra de amor propio y de saber que podía dejar huella a través del ejemplo para sus hijos y nietos, logró llenar de felicidad este capítulo de su existencia. "Fui elegida como mejor compañera y tuve notas altas, fui primera escolta", dijo orgullosa esta jujeña que en aquél momento, a sus 47 años, se lanzó a la aventura de finalizar sus estudios; teniendo el recuerdo presente de sus hijos mayores. "La vida me enseñó mucho; a tener momentos hermosos pero también a sobreponerme a las ausencias. Mi hijo mayor murió hace poco, como Arielito siendo niño; y es una tristeza grande pero ahora tengo doce nietos que son mi vida", expresó. Sobre todo Máximo, el niño que le dice "mamá" y que le da la posibilidad de vivir lo que quizás no pudo junto a su hijo mayor, con quien tuvo que aprender a ser madre a la distancia.