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24 de Junio,  Jujuy, Argentina
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El privilegio de trabajar la tierra entre plantas y flores

La cultura del trabajo acompaña a Marcelo Balcázar quien expone y vende sus especímenes que cuida con cariño.
Miércoles, 03 de julio de 2024 01:02
NATURALEZA EN LA CIUDAD | MARCELO BALCÁZAR CUIDA CADA PLANTA CON AMOR. LAS RIEGA Y ABONA EN SU CASA DE CHIJRA PARA LUEGO TRASLADARLAS EN UN CARRO DE METAL Y VENDER EN EL CENTRO.

Aprender que el valor de la vida se halla en las pequeñas cosas es lo que, desde pequeño, comprendió Marcelo Balcázar quien encuentra en las plantas, el motivo de su constante paz. "Mientras cada cosa que hagamos, la hagamos con amor, van a salir muy bien", aseguró este jujeño de sesenta años que expone y vende sus plantas en Alvear esquina Lamadrid.

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Aprender que el valor de la vida se halla en las pequeñas cosas es lo que, desde pequeño, comprendió Marcelo Balcázar quien encuentra en las plantas, el motivo de su constante paz. "Mientras cada cosa que hagamos, la hagamos con amor, van a salir muy bien", aseguró este jujeño de sesenta años que expone y vende sus plantas en Alvear esquina Lamadrid.

Con gran paciencia por una labor abocada al cultivo tanto para interior como para exterior, significa todo un privilegio trabajar con las manos la tierra que considera bendición y abundancia. "Me gusta todo lo que es jardinería, las semillas y ver en detalle su crecimiento. La satisfacción mía es ver que cuando prende una planta o la cuido, florece o da fruto, esa es mi alegría y me siento realizado", expresó. Encariñado con la tarea que practica a diario, se refugia en su oficio que vive con optimismo pese a la situación difícil que afecta a todos. Y es que, una vez que prepara cada uno de sus especímenes con la maceta en la tierra humedecida, las cuida hasta entregarlas a los nuevos cuidadores. "Esto es una salida, aunque en esta época tan difícil no se vende mucho, pero es una tarea agradable", explicó quien hace cinco años reforzó esta labor.

Es que la cultura del trabajo y el amor por la jardinería siempre estuvo inmersa en su familia desde que sus abuelos trabajaban en Huacalera, Tilcara. "Mi abuelita Serapia Quispe se dedicaba a las plantas, de ahí lo tomé. Ella trabajaba en la Finca Monterrey cuyos dueños eran de España", afirmó este hombre arraigado a sus recuerdos de niñez, cuando los fines de semana viajaba al norte para aprender más del oficio. "Ella se ponía a regar las plantas y yo me ponía a su lado y hacía lo mismo. Me indicaba con paciencia cómo tenía que hacer", dijo.

MANOS DE JARDINERO | PERCIBIENDO EL MEJOR ABONO PARA NUTRIR A CADA ESPÉCIMEN.

Consultado varias veces por transeúntes ocasionales, Marcelo respondía con una sonrisa a toda consulta que le llegaba sin previo aviso. Porque lo que importa para él es que el optimismo no decaiga, como lo aplicó desde que estudiaba en la escuela Belgrano y en la Escuela Provincial de Comercio 3.

Después, atravesó una muerte que marcó su vida, la de su padre. Motivo por el que tuvo que dejar sus intentos por estudiar ingeniería en la Facultad de Ciencias Agrarias. "No tenía una ayuda económica así que me dediqué a trabajar, hice de todo para progresar", dijo este jardinero que no se dio por vencido. Ni en aquél momento, ni ahora. Su primer trabajo fue hacer los mandados en una concesionaria de autos. Después, probó suerte como pintor. Además, junto a su abuela elaboraba empanadillas tanto en el norte como en la ciudad, adaptándose a las faenas devenidas en trabajos temporales. "Vendíamos plantas en el Mercado Central, donde teníamos un puestito y ahí nomás guardábamos todas las plantas", recordó quien con el paso del tiempo se desempeñó en un restaurante. Y la suerte en aquél lugar lo acompañó hasta hace cinco años atrás, instante en el que su vida volvió a virar hacia su primera cercanía con la naturaleza. "En mi casa de Chijra, cuido de las plantitas y cuando las veo lindas, las traigo en el carro y vengo a venderlas", expresó Balcázar.

En la exposición cotidiana, sus especímenes son los protagonistas. De verdes vivos, posan los de interior y las exóticas, pero también los arbustos, la estrella federal, los jazmines florecientes, las enredaderas y los helechos. Todo un surtido de bellezas que esperan develar sus secretos en vísperas de primavera. Es que está en su ADN descubrir en la tierra el mejor lugar para acunar las plantas, tras haber caminado por el río cerca de Los Nogales o Yala para apreciar el abono correcto. La abundancia de la tierra está latente y provee, así como el agua. "Hay que cuidar la naturaleza y nuestros manantiales, que es lo que Dios nos da", contempló.

 

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