Desde su primera infancia se interesó por los sabores dulces y los panes hechos con la calidez única de lo casero.
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Desde su primera infancia se interesó por los sabores dulces y los panes hechos con la calidez única de lo casero.
Así Julia Caro aprendió a valorar, desde pequeña, esta labor a través de su madre Griselda Lara, quien trabajaba en una fábrica de alfajores y conocía los secretos escondidos en la elaboración de las delicias de chocolate.
Desde aquel primer momento, su curiosidad estableció un pacto sagrado con las recetas y con el pasar del tiempo, aprendió de este arte culinario que le brindó -y le otorga- grandes satisfacciones. "Recuerdo que mi primer acercamiento con este oficio era cuando mi mamá llegaba del trabajo y le sentía el aroma a chocolate que preparaba todos los días. Ahí me nacieron las ganas de querer aprender lo que ella hacía", expresó Julia sobre este saber que lleva incorporado desde hace ya diecinueve años.
La inquietud para aprender cada vez más y el esmero que le imprimía en las preparaciones que aprendía de cursos y capacitaciones era notable al punto de especializarse en panadería y pastelería con un acento especial en la decoración de tortas.
En el año 2005, la idea de enseñar lo que su aprendizaje le otorgó, fue tomando más firmeza y animándose al desafío, se inició en el camino de la capacitación para vecinos emprendedores. "A esta actividad la comencé a hacer buscando la forma y adaptándome a los recursos y a los espacios que tuve la posibilidad de enseñar", indicó quien ofreció sus conocimientos en Luján, Cuyaya, Alto Comedero, Éxodo Jujeño, CDI "Tiempo de juego" y Nido "ARA San Juan" en las 150 Hectáreas.
Para esta capacitadora las posibilidades fueron multiplicándose en el hecho de conocer nuevas personas y poder ayudarlas -aún en circunstancias desfavorables- a seguir adelante. "Algunas de mis alumnas me agradecen porque aprenden para su hogar y para la venta, ya que les queda como salida laboral y muchas pueden realizar sus emprendimientos", detalló Caro. Y es que en su accionar cotidiano transmite sus conocimientos sobre la amplia gama de sabores en comidas que logran enamorar al paladar mediante preparaciones tradicionales de alma artesanal. "Me gusta mucho hacer las tortas y de la manera que las hace mi mamá, con tiempo, teniendo tres días para que esté bien hecha. Un primer día es para el bizcochuelo, el segundo día para el relleno y el tercer día para la decoración", describió. Además de las tortas, también explora el mundo de los bocaditos secos como pastafrolas y maicenitas, así como las facturas, brownies, panettones navideños y budines. No obstante, las especialidades en panadería como el pan de campo, lactal y prepizza son infaltables en su propuesta.
El año se inicia en abril con la elaboración de las roscas y los huevos de Pascua, después llegan los preparativos para el Día de Todos los Santos, con la preparación de empanadillas, turrones de miel de caña, capias y mantecados. Caro vive la pastelería y la panadería como una pasión que le permite compartir aquello que le encanta hacer. "Tengo por alumnas a señoras grandes que están solas en su casa y chicas que se quedaron sin trabajo, pero que tienen ganas de aprender", comentó Caro.
La contención y el compañerismo de sus alumnas son valores que se perciben en el acompañamiento constante. "Hacer pan, cositas dulces es algo que me llena de alegría y que me gusta compartir. Pese a la situación económica es posible salir adelante, así como en la cocina; tienen que ser perseverantes. Si no sale bien a la primera, la próxima saldrá mejor", comentó Caro sobre esta propia experiencia laboral que le brinda momentos inolvidables y que vive con cariño.