Treinta años de canillita avalan una trayectoria de gran labor social y dedicación en Mario Alberto Ramos.
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Treinta años de canillita avalan una trayectoria de gran labor social y dedicación en Mario Alberto Ramos.
Oriundo de Abra Pampa, departamento Cochinoca; este canillita de alma y corazón, abrazó el trabajo de la venta de diarios desde que era tan solo un niño de diez años. Tal es así que como legado de sus padres, adoptó este quehacer como forma de vida.
Con el tiempo llegó a la ciudad capital donde continuó con la actividad que antes tenía más clientes.
"Aquí en la capital se vendía, hacía las carreras y me iba a las confiterías a ofrecer los diarios. Me iba a la terminal de ómnibus, cuando era chico también iba a la estación de trenes, iba y volvía para tratar de vender caminando con mi bolsita", aseguró.
Es que ser canillita se trata de un trabajo honrado, ser el enviado de la prensa escrita para llegar a los hogares de la ciudad.
"Al hacer este trabajo tenemos que estar atentos, ver, acercar la información general a los oficinistas, a los empleados de reparticiones, a la gente de la calle", explicó Ramos que heredó la vocación como repartidor de periódicos de su madre Trinidad López.
Es que ella le enseñó a emprender este camino que con mucha buena voluntad lo supo sostener.
En su infancia hubo días que fueron difíciles, pero la llevó con gran orgullo siendo "canillita" de alma.
"Antes había más movimiento, más vendedores y la gente del norte se ponía a vender en la estación su fruta, su verdura, su empanadita; todo regional. Y el diario se vendía en mucha más cantidad", compartió Ramos que siempre buscó progresar.
"Yo soy el canillita del Anses", dijo con gran emoción el vendedor de la zona céntrica que conoce a personas de diferentes ámbitos.
Comparando la cantidad de ediciones impresas en diarios que se podía apreciar antes, se vendía entre setenta a ochenta ejemplares por día, en cambio en la actualidad, disminuyó la proporción.
"Hoy se vende pero no tanto, es distinto por el celular, porque por internet se sabe todo. Espero que el diario no desaparezca porque es nuestra fuente de trabajo", dijo sin olvidar abrazar a los canillitas en su día para que sigan adelante a pesar de las circunstancias.
Mario lleva con altos honores el oficio de sus abuelos y padres, generaciones que marcaron una enseñanza de lunes a lunes.
"No hay frío, ni calor que nos impida como canillitas, trabajar para mantener los clientes y entregar en tiempo y forma los diarios", afirmó el vecino de Villa San Martín.
Finalmente, como una jornada especial, destacó que es una labor del día a día y que no se permite bajar los brazos, sino que la lucha por seguir subsistiendo sea colectiva en unión de todos los vendedores de noticias.