El santuario de la madre tutelar de Jujuy, la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya, fue escenario para la convención de la fe que expresó el sentimiento más especial el último domingo. Con un día hermoso, la claridad de unas nubes diáfanas adornaba la escena verde del "campito", sobrevolado por aves que hacían acto de presencia con su canto, mientras los pañuelos blancos -que jugaban a ser infinitos- saludaban en el aire a la "mamita" de los jujeños.
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El santuario de la madre tutelar de Jujuy, la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya, fue escenario para la convención de la fe que expresó el sentimiento más especial el último domingo. Con un día hermoso, la claridad de unas nubes diáfanas adornaba la escena verde del "campito", sobrevolado por aves que hacían acto de presencia con su canto, mientras los pañuelos blancos -que jugaban a ser infinitos- saludaban en el aire a la "mamita" de los jujeños.
Desde cualquier perspectiva, las emociones confluyeron en una ceremonia donde el amor, la fortaleza y la inspiración fueron fundamentales en un día dedicado a las madres junto a los peregrinos con distintas enfermedades que llegaron a recibir su esperada bendición.
Los feligreses lograron aferrarse a aquel sentimiento vivo, que conmueve corazones y fueron partícipes de llegada de la imagen de la virgen en todo tu esplendor.
El tercer domingo de peregrinación, fue motivo para abrazar a cada hermano en el santuario, como una muestra de unión y conmemoración por los noventa años de la Diócesis en Jujuy. Y de entre las espinas y quebradas llegó la Virgen de la Candelaria como invitada en la eucaristía presidida por monseñor Félix Paredes, obispo de la Prelatura de Humahuaca. El Evangelio según San Lucas resaltó el momento trascendental, en el que María compartió la alegría de la buena nueva junto a su prima Isabel, luego del anuncio del ángel Gabriel.
La maternidad divina y llena de gracia, destacó la figura de la virgen en la concepción de mujer bienaventurada y honrada generación tras generación. "Desde su fe, María fue una elegida por Dios que se entregó sin exigencias, ni condiciones; como toda madre vivió el amor por su hijo Jesús, pero también el dolor por su sufrimiento", expresó en la homilía Paredes, sin olvidar que ante la condición de los seres humanos, es válido preguntarse por la fe personal. "Debemos analizar cómo está nuestra fortaleza interior; ¿Dónde está nuestra fe? y si se cuestionan sobre si nuestra madre nos acompaña. Yo les aseguro que ella está aquí, en silencio e intercediendo por nosotros como lo estuvo al pie de la cruz de su hijo Jesús", afirmó el religioso.
Tras haber sido ayer un día sentido y dedicado a las personas con enfermedades o dolencias físicas, Paredes instó a la comunidad a servir con amor a quienes lo necesitan y a seguir el ejemplo de María, como consuelo de todos. Así, la manifestación de fe llegó desde distintos puntos de la provincia al campito del santuario y fue bendecida -al final- por el Santísimo Sacramento, logrando emociones vivas a flor de piel.
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