Si tenemos que hablar de las Juanas de América Hispana y rendirles un homenaje por el Día Internacional de la Mujer, seguro que tendríamos una lista larguísima de Juanas que se han venido sumando desde pretéritos tiempos y somos deudores de futuros homenajes. Por tal razón, iniciaré esta columna con Inés de Asbaje, más conocida por Sor Juana Inés de la Cruz, segunda hija de un matrimonio de padre vasco y madre criolla. Nació el 12 de noviembre de 1651, en San Miguel de Nepantla, cerca de México, Capital. Fue una niña prodigio, para aquella lejana época y también para hoy.
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Si tenemos que hablar de las Juanas de América Hispana y rendirles un homenaje por el Día Internacional de la Mujer, seguro que tendríamos una lista larguísima de Juanas que se han venido sumando desde pretéritos tiempos y somos deudores de futuros homenajes. Por tal razón, iniciaré esta columna con Inés de Asbaje, más conocida por Sor Juana Inés de la Cruz, segunda hija de un matrimonio de padre vasco y madre criolla. Nació el 12 de noviembre de 1651, en San Miguel de Nepantla, cerca de México, Capital. Fue una niña prodigio, para aquella lejana época y también para hoy.
Aprende a leer a los tres años; a los seis, enterada de estudios superiores pide a su madre la envié a la Universidad, vestida de varón, dado que las mujeres no eran recibidas en sus aulas. Al no ser posible acude a la biblioteca familiar de su abuelo materno y lee con avidez a los poetas clásicos y a los ocho años compuso una loa poética al Santísimo Sacramento; antes de los quince años aprende latín y ya a los dieciséis es conocida en la corte del Virrey de Nueva España, Don Antonio S. de Toledo, quien la somete a una prueba de conocimiento, frente a 40 doctos, religiosos y laicos. Juana cuenta con su bondad juvenil, belleza personal y ponderada inteligencia, para superar eficientemente las preguntas, referidas a distintas materias del alto tribunal académico. El mismo es desbordado de asombro, ante la presencia de una mujer que levanta su voz de luz y de amor y les dice a todos los hombres: somos distintas, pero iguales en inteligencia, y con fuerza y voluntad para luchar y trabajar, pero no para ser consideradas a menos. Toda su vida la dedicó al servicio de su fe, desde que renunció a una vida mundana y eligió el camino del retiro religioso, pero nunca renunció al conocimiento y nos dejó una importante obra literaria y filosófica. Elijo dos redondillas de su autoría para recordar: “Hombres necios, que acusáis /a la mujer sin razón, /sin ver que sois la ocasión /de lo mismo que culpáisàOpinión ninguna gana, / pues la que más se recata, /si no os admite, es ingrata, /y si os admite, es liviana.”
Esta sorprendente mujer, hace 374 años, abría una puerta a las mujeres del mundo que se llama Igualdad. Por el valor literario de su Obra se la conoce como: “La Décima Musa”. La segunda Juana que recordaremos es Juana Azurduy de Padilla, n. en Chuquisaca, Bolivia, el 12 de julio de 1780. Hasta los 18 años vivió internada en un convento. En 1805 se casó con Manuel Padilla y comenzó una larga marcha de luchas y sufrimientos, por la patria que nacía. Después de la derrota de Huaqui, su familia sufre confiscaciones de bienes y huyen hacia los cerros. Retornan luego de los triunfos de Tucumán y Salta y decide acompañar a Padilla, reclutando campesinos y lugareños, iniciando la llamada guerra de las “republiquetas”. En un combate de la Laguna lucharon con su marido hasta que Padilla perdió la vida. También en esas crueldades de la vida, Juana perdió cuatro hijos.
Esta mujer guerrera dirigía cargas de caballería y luchaba a la par de los hombres. Por recomendación del Gral. Belgrano se la ascendió a Tte. Coronel y luego se incorporó a la fuerza gaucha de Martín M. de Güemes. Hasta 1825 permaneció en Salta. Murió en Sucre, el 25 de mayo de 1862. La última a considerar por este Homenaje de Histoletras es Juana Manuela Gorriti, n. en la hacienda familiar de los Horcones, Rosario de la Frontera, prov. de Salta, el 15 de julio de 1816. Hija del General José I. de Gorriti y Feliciana de Zuviría. Realizó estudios de religión, francés y literatura en un convento de Salta. En 1831 emigró con su tío Juan Ignacio Gorriti, a Tarija, por razones de política interna.
En Bolivia conoció a un joven militar, Manuel I. Belzú, con quien se casó a los 15 años. Su marido llegará a presidente del país mediterráneo. Tuvieron 3 hijas y un matrimonio con desencuentros que terminó en separación. Se dedicó a la literatura, considerada la primera novelista en nuestro país. Tiene una importante obra literaria realizada. Es apropiado este Homenaje a la Escritora Gorriti con un breve ensayo histórico del año 1948, publicado en la revista Capricornio nº 7, a nombre de Adela Eloísa Castro que escribió (frag.): “Extraña personalidad la de nuestra Juana Manuela Gorriti, que mantuvo su amor por un hombre a través del desengaño y la separación, y que, alejada de él, por propia voluntad, cuando lo acompañaban los halagos del poder, estuvo a su lado en la hora de la muerte trágica, exponiendo su vida a la furia de los adversarios... Cuando Belzú ya no está en el gobierno vuelve Juana M. Gorriti a la Paz. Ahora manda Melgarejo, contra quien conspira su antecesor.
Belzú es otra vez el hombre audaz, el conquistador...” Hay un enfrentamiento entre ambos políticos que termina en tragedia, cuando Melgarejo mata a Belzú de un balazo en la cabeza. “La noticia del suceso corre en seguida por la Paz, llega hasta Juana Manuela Gorriti, que sale en busca del cadáver.. Se lleva los despojos del amado y al día siguiente, acompañada de cerca de diez mil mujeres, dirígese al cementerio... Habla y su oración fúnebre conmueve. Esta encendida de indignación por el asesinato, tiene mucho de pieza política, más corre por entre ella el gran amor tantas veces sacrificado.”