El combate en el Paraná, a la altura de la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, no era un combate más de las fuerzas argentinas frente a una flota invasora, en carácter de aliadas entre Inglaterra y Francia, sino un verdadero episodio de soberanía de un país latinoamericano por su integridad territorial.
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El combate en el Paraná, a la altura de la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, no era un combate más de las fuerzas argentinas frente a una flota invasora, en carácter de aliadas entre Inglaterra y Francia, sino un verdadero episodio de soberanía de un país latinoamericano por su integridad territorial.
Dice Ernesto Palacio en su "Historia de la Argentina": -Los episodios de la intervención anglo-francesa en el Río de la Plata constituyen por la actuación del Restaurador y su pueblo, una de las páginas más gloriosas de la historia argentina. En esos años se decidió realmente nuestro destino y se afianzó de tal modo que las defecciones posteriores no lograron borrar todas sus consecuencias. En el dilema de ser una factoría extranjera o una nación libre optamos por lo segundo, que era el camino del sacrificio y del honor".
Por eso los 650 patriotas que se inmolaron en la "Vuelta de Obligado", el 20 de noviembre de 1845, pusieron corazón y vida, por la independencia y libertad de nuestra Patria Argentina, por su soberanía e integridad territorial, que afirmaron las luchas de Belgrano, San Martín, Güemes y Manuel Arias y todas y todos los patriotas que se encolumnaron con ellos y continuaron en esta batalla del Paraná, mandada por Juan Manuel de Rosas, bajo las órdenes del general Lucio Mansilla y los oficiales Juan Bautista Thorne, Alonso Alzogaray, Eduardo Brown, Felipe Palacio, Tomás Graig. En caso de desembarcos se levantaron defensas con tierra y maderas en resguardo de los soldados artilleros y de infantería. Con una fuerza militar de más de 2000 hombres, al mando de los coroneles Ramón Rodríguez y José M Cortina y de los oficiales Manuel Virto y Laureano Anzoátegui, Facundo Quiroga (h), José Cerezo, Juan Gainza, Julián del Río, Santiago Maurice, Luis Barreda. Colaboraron también jueces de paz Benito Urraco, Juan Magallanes y Tiburcio Luna con 300 gauchos de la zona. Participaron mujeres valientes y patriotas como Petrona Simounin, conocida por "La Nicoleña", María Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, Carolina Suarez, Francisca Navarro y Faustina Pereira y seguro que otras que quedaron en el anonimato. Realizaron todas tareas de transporte de agua, alimentos, medicamentos, haciendo de auxiliares, ante el cansancio o muerte de soldados en la carga de pólvora en los cañones.
En relación a este importante momento del Combate de Obligado, que dio comienzos a las 9 de la mañana y duró hasta horas de la tarde, dice el historiador J Perrone: "El 18 de noviembre están a la vista los agresores. Mansilla arenga a la Tropa: "Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra patria, al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que corre por el territorio de nuestro país. íPero no lo conseguirán impunemente! íVamos a resistirles con el ardiente entusiasmo de la libertad! íSuena el cañón! Tremola en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, íy debemos morir todos antes que verlo caer de donde flamea!" Dice Ernesto Palacio ¿Qué significaba la intención de someter al país por la fuerza sino la conquista armada? De nada valen las tergiversaciones ni los distingos. La nación que se somete a una fuerza superior pierde su autodeterminación, que es la cualidad de su soberanía y pertenece desde ese momento al vencedor, cualquiera sea la forma en que se pretenda disimularse la conquista. De que esto lo vieron en esa circunstancia claramente los argentinos dan fe la entusiasta unanimidad con que todo el país -salvo un puñado de emigrados- acompañó al General Rosas en su actitud enérgica y digna.
Todas las provincias con sus gobernadores y legisladores, se pronunciaron contra la agresión y ofrecieron sus contingentes para resistir. El glorioso general San Martín escribía desde su retiro poniendo su espada y su persona al servicio de la nación y felicitaba al gobernador de Buenos Aires como defensor de la independencia americana. El autor del Himno Nacional desenfundaba su vieja lira para arrancarle los mismos sones de treinta años atrás, y con entusiasmo juvenil cantaba: Morir antes, heroicos argentinos, / que de la libertad caiga este templo. / íDaremos a la América alto ejemplo / que enseñe a defender la libertad!".
Hoy más que nunca veamos el caso del coronel unitario don Mariano Chilavert, quien se consideró "desligado del partido al que servía, porque veía que invocaba "doctrinas a las que deben sacrificarse el honor y el porvenir del país y que establecían como principio "la disolución de la nacionalidad"; mientras que desde el Uruguay y Chile los emigrados del mismo palo político aplaudían a las escuadras triunfantes anglo-francesa, sobre la sangre de sus compatriotas argentinos.
Por otra parte, los medios y la opinión pública de países europeos y de América ponderaban la resistencia argentina, ante la invasión desmesurada de las dos potencias europeas y escribían sobre Rosas, "The Journal of Commrce": "es un campeón de los derechos de América"; "y en sus manos ese país es la segunda república de América".
Emilio de Girardin lo exaltaba en Francia y así en todas las demás naciones. La Vuelta de Obligado, fue el inicio de una larga lucha que duró más de cuatro años con el triunfo final de Argentina.