El lunes 7 de diciembre de 1970 por la noche, Buenos Aires se convirtió en una ciudad desierta con casi todos sus habitantes reunidos en sus casas o en algún bar. Todos estaban pendientes hace 55 años de esa pelea que se transmitía desde el Madison Square Garden, donde Oscar Natalio Ringo Bonavena se enfrentaba nada menos que con Muhammad Ali, el púgil de peso pesado más grande de todos los tiempos que comenzaba a retornar a los cuadriláteros luego de haber sido despojado de su título de campeón mundial por negarse a combatir en Vietnam.
Un combate que se convirtió en un gran acontecimiento para el deporte argentino, gracias al show que Ringo montó ante las cámaras y, sobre todo por el gran coraje que puso arriba del ring para vender muy cara su derrota.
Porteño, nacido y criado en el barrio de Parque Patricios y reconocido hincha de Huracán, Bonavena era a los 28 años un boxeador curtido, con una carrera reconocida que se había medido ante los grandes boxeadores de la categoría de peso completo.
Conjugaba sus actuaciones deportivas con un sin número de actividades comerciales entre las que se incluían grabaciones de discos (como el álbum del pío, producido por Palito Ortega), actuaciones en el Maipo, el afamado teatro de revistas de la calle Corrientes y hasta la conducción de un ciclo televisivo que se transmitió los domingos al mediodía por Canal 11: Los Ravioles de Doña Minga, una suerte de homenaje a su madre, que amasaba pastas para los almuerzos familiares que se celebraban una vez por semana, religiosamente.
Bonavena había peleado en dos ocasiones con Joe Frazier y en una oportunidad estuvo muy cerca de ganarle. Ringo también se había enfrentado ante Jerry Quarry, Joe Frazier, Leotis Martin, Floyd Patterson, Jimmy Ellis, Zora Foley. ¿Por qué no soñar con una chance con Ali?
Nacido en Kentucky bajo el nombre de Cassius Clay, Ali se había consagrado campeón mundial al derrotar a Sonny Liston en 1964 y en medio de su reinado pugilístico abrazó la Fe del Islam y asumió una nueva identidad.
En 1967 se negó a ser reclutado para ir a Vietnam. Le prometieron incluso que haría exhibiciones para las tropas y no combatiría en el frente, como había sucedido con Joe Louis lo había hecho en la Segunda Guerra Mundial. Pero se negó. No quería ser parte de la Guerra de “los hombres blancos que habían esclavizado” a los africanos. Le quitaron su título mundial y la licencia para actuar como púgil profesional.
Tras una larga pelea judicial, logró retornar al boxeo profesional con la intención de recuperar el cetro de la categoría. Tenía un largo camino por recorrer. En octubre de 1970 volvió al ring para enfrentarse con Jerry Quarry, a quien puso fuera de combate en sólo tres rounds.
Ali necesitaba sumar otra victoria y los empresarios que manejaban el Madison buscaron un rival accesible. Lo encontraron en Argentina. Se pectó entonces una pelea a 15 asaltos por el título de la Federación Norteamericana de Boxeo.
A sabiendas que iba a medirse ante un rival extrovertido, histriónico y provocador, Ringo decidió que iba a jugar ese juego fuera del ring y antes las cámaras. El día que confirmaron su pelea con Ali se presentó ante la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires para preguntar cuántos años podían darle por matar a su rival en el ring.
En el pesaje previo al combate, Bonavena le espetó a Ali su negativa a combatir en Vietnam y lo llamó “chicken” (gallina) y amagó darse unos golpes con el más grande. Ante las provocaciones de Ring, Ali formuló una promesa. Noquearía a Ringo en el noveno round.
El combate en un Madison Square Garden lleno con 20 mil espectadores. Afuera del estadio nevaba y dentro la mitad ansiaba la vuelta de Ali a lo más alto y la otra ansiaba un batacazo de Bonavena.
En Argentina, el combate se transmitió por Canal 13 y tuvo 80 puntos de rating, una cifra superada 20 años después por el partido Argentina-Italia del Mundial ’90.
Zurdo, noqueador, guapo poseedor de un estilo ortodoxo, el púgil de Parque Patricios sabía que tenía una oportunidad si conectaba una buena mano ante un rival que medía 20 centímetros más y que se movía con una rapidez inusitada para la categoría.
La estrategia de Bonavena fue simple. Esperar y golpear de contragolpe con el objetivo de manejar los tiempos. En el noveno round, el argentino tuvo a Ali a maltraer al punto que se resbaló y tocó la lona. El estadounidense no recibió la cuenta por parte del árbitro, Mark Conn, pero si una certera combinación de golpes por parte del rival.
En el round 14, Bonavena buscó dar un golpe de knock out pero no logró. En el siguiente asalto Ali tiró tres veces a Ringo. El referí no envió a Ali a un rincón neutral para contarle a Bonavena y eso aceleró el desenlace de la pelea.
Al final de la pelea, Ringo felicitó a Ali y le dijo que todo lo que había dicho de él había sido para calentar la previa al combate. El estadounidense dijo que lo entendía y ante la prensa dijo que se acababa de enfrentar al rival más duro que hasta entonces había tenido en su carrera.
Después de la pelea, cansado por los golpes recibidos, el hijo de Dominga, el pibe nacido en Parque Patricios, les preguntaba a sus allegados: “¿Vieron que guapié?” A todo el mundo le quedado claro que sí; que lo había dado todo en el ring en esa fría noche de Nueva York.