Cada 10 de mayo se conmemora el Día Mundial del Lupus, una enfermedad autoinmune que afecta a millones de personas en el planeta, y se busca aumentar la concienciación sobre sus efectos y la importancia de un diagnóstico precoz.
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Cada 10 de mayo se conmemora el Día Mundial del Lupus, una enfermedad autoinmune que afecta a millones de personas en el planeta, y se busca aumentar la concienciación sobre sus efectos y la importancia de un diagnóstico precoz.
De acuerdo con la Lupus Foundation of America, aproximadamente cinco millones de personas padecen alguna variante de esta condición, que afecta mayormente a mujeres en edad fértil, aunque no excluye a hombres, niños y adolescentes, con una prevalencia significativa entre los 15 y 44 años. En tanto, “en Argentina, se estima que entre 20.0000 y 22.000 personas conviven con Lupus”, de acuerdo al doctor Alejandro Arroyo, médico reumatólogo (MN 119095).
Según definen los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el Lupus es una enfermedad autoinmunitaria que desencadena inflamación en diferentes tejidos del cuerpo. Es decir, el propio cuerpo ataca los tejidos. Debido a su compleja naturaleza, el diagnóstico de esta enfermedad es complicado y, por su escasa incidencia, se clasifica dentro de las Enfermedades Poco Frecuentes (EPOF). Asimismo, tiene una prevalencia de entre 40 y 100 de cada 100.000 personas en el mundo, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El tipo más común es el Lupus eritematoso Sistémico o LES, que puede causar inflamación en diferentes partes del cuerpo, especialmente en piel, articulaciones y cualquier órgano interno. Aunque no es curable, generalmente es controlable. Otra variante es el Lupus Eritematoso Discoide (LED), que afecta solamente la piel y, a veces, también las articulaciones. En la mayoría de los casos, cursa en forma benigna y pocas veces se convierte en Lupus Sistémico.
Las causas del Lupus aún no se han determinado con exactitud. Sin embargo, los científicos sugieren que el desarrollo de esta enfermedad podría estar influenciado por tres aspectos fundamentales: los factores genéticos, las hormonas y el medio ambiente.
Entre los factores ambientales, se destacan la exposición a rayos ultravioleta, que puede provocar la activación de células inflamatorias en la piel, y el uso de determinados fármacos. A su vez, se considera que las infecciones y el estrés también pueden tener un rol crucial en la activación de episodios de la enfermedad en ciertos individuos.
Cuáles son los síntomas
En cuanto a los síntomas, Arroyo señala que, aunque los signos pueden variar de una persona a la otra, existen algunos que son frecuentes y se pueden identificar en la mayoría de los casos:
- Cansancio: entre el 50 y el 90 % de las personas con Lupus identifican a este signo como uno de los síntomas principales. La evolución de la enfermedad, los trastornos de ansiedad o del sueño y la falta de vitamina D y de actividad física son los principales factores asociados.
- Erupción malar: es una erupción roja característica o un cambio en la coloración con forma de mariposa que puede producirse en las mejillas y el puente nasal, y suele manifestarse en alrededor del 50% de las personas con Lupus. Puede permanecer durante días o semanas y suele ser dolorosa o pruriginosa. Las erupciones también pueden aparecer en el rostro y las orejas, la parte superior de los brazos, los hombros, el pecho y las manos, así como en otras áreas cuando se exponen a la luz solar.
- Dolor e inflamación de articulaciones: según estiman los expertos, el 90% de las personas con Lupus desarrollan artritis. Los síntomas más comunes son la rigidez y el dolor articular, generalmente en las manos y las muñecas. Estos síntomas pueden aparecer y desaparecer, así como pasar de una articulación a otra y suelen ser peor por la mañana. También pueden sufrir artralgia, es decir, dolor en las articulaciones sin presentar inflamación ni sensibilidad.
A pesar de que el Lupus es una condición crónica sin cura hasta el momento, los tratamientos disponibles buscan gestionar y mitigar los síntomas. Los inmunosupresores, aunque efectivos, pueden tener efectos adversos y hacer a los pacientes más vulnerables a infecciones. Sin embargo, la terapia con células madre mesenquimales emerge como una opción prometedora para aquellos pacientes resistentes a los tratamientos convencionales.