La ciudad de Humahuaca, ubicada en la cuenca alta del río Grande, es una de las más antiguas de la Quebrada de Humahuaca. Antes de la llegada de los colonizadores españoles la región estaba habitada por pueblos originarios. En 1594 se fundó oficialmente la ciudad, con una población aproximada de 1600 habitantes. Su importancia creció a lo largo del siglo XVII. Humahuaca alcanzó un notable esplendor y actividad que se extendió hasta finales del siglo XIX.
inicia sesión o regístrate.
La ciudad de Humahuaca, ubicada en la cuenca alta del río Grande, es una de las más antiguas de la Quebrada de Humahuaca. Antes de la llegada de los colonizadores españoles la región estaba habitada por pueblos originarios. En 1594 se fundó oficialmente la ciudad, con una población aproximada de 1600 habitantes. Su importancia creció a lo largo del siglo XVII. Humahuaca alcanzó un notable esplendor y actividad que se extendió hasta finales del siglo XIX.
Gracias a su ubicación estratégica sobre el antiguo camino hacia el Alto Perú, se consolidó como uno de los principales centros comerciales coloniales. En sus primeros tiempos, la población estaba conformada por hacendados y autoridades, mientras que el resto de los habitantes se distribuía en los campos de cultivo y el cuidado del ganado. Según este repaso histórico, los primeros pobladores no habrían enfrentado riesgos geológicos significativos, ya que elegían para asentarse los sectores menos vulnerables.
En la actualidad, la ciudad se ha expandido hacia el oeste, el norte, el sur y sobre la margen izquierda del río Grande. Humahuaca se encuentra emplazada entre dos serranías -al este y al oeste- que, en épocas de intensas precipitaciones pasadas, aportaron grandes volúmenes de sedimentos. Estos procesos, asociados a fenómenos de calentamiento climático, dieron lugar a flujos de barro, escombros y aluviones que en muchos casos llegaban hasta el río Grande. Las quebradas que descienden de las serranías, con distintos grados de desarrollo, desembocan en el río y constituyen canales naturales para el transporte de dichos materiales. Los depósitos sedimentarios sobre los que hoy se asienta gran parte de la población corresponden a acumulaciones formadas a lo largo de aproximadamente dos millones de años.
Originalmente, el río Grande tenía una amplia planicie de inundación que alcanzaba las zonas de cultivo en ambas márgenes, incluso hasta el sector plano situado al oeste de la actual vía férrea. Posteriores movimientos tectónicos elevaron la sierra occidental respecto de la oriental, desplazando el cauce hacia su margen izquierda. Estos procesos dejaron al menos dos terrazas fluviales: una al oeste de la vía del tren y otra más reciente en las márgenes actuales. Como consecuencia de estas modificaciones geológicas, se generaron fracturas paralelas al río y nuevas terrazas, sobre las que se asienta hoy la mayor parte de la ciudad.
En este contexto geológico, sumado a los efectos actuales del cambio climático que intensifica las precipitaciones, Humahuaca enfrenta riesgos potenciales:
Desbordes del río Grande, con inundaciones especialmente en las terrazas más bajas y erosión en zonas de sedimentos poco consolidados.
Aportes del río Ovara, cuyo caudal de aluviones podría obstruir al río Grande y formar un dique con impacto aguas arriba y desbordar hacia un sector de la ciudad.
Flujos de barro y rocas provenientes de las serranías que podrían descender por quebradas o sobre superficies planas hasta alcanzar sectores urbanos.
Reactivación de antiguos depósitos de barro y piedras situados bajo la ciudad, generando inestabilidad en el terreno.
El crecimiento urbano, junto con la construcción de la ruta 9 y la línea férrea, ha alterado la red de drenaje natural, creando problemas en áreas que anteriormente no los registraban. En la primera terraza, muchas viviendas se encuentran a nivel o por debajo del cauce del río Grande, que hoy está encauzado mediante albardones de grava, defensas de hormigón y estructuras tipo "patas de gallo". En la margen derecha, el terraplén de la vía férrea también funciona como defensa contra inundaciones.
Ante este panorama, se vuelve imprescindible una planificación integral de acciones técnicas y preventivas que resguarden a la población frente al incremento de precipitaciones pluviales derivado del cambio climático.