POR LIC. MARÍA LAURA LEZAETA
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POR LIC. MARÍA LAURA LEZAETA
Hoy nos encontramos como madres y padres frente a un gran desafío en la crianza que es el de educar a los niños en el uso responsable de los dispositivos tecnológicos.
Más allá de estar a "favor" o "en contra" de su uso, la tecnología es una herramienta que lejos de negarla, debemos conocerla para hacer un buen uso de ella. Por ello, es importante tener presente, que la tecnología, como tal, es un herramienta que en sí misma no es "buena" ni "mala", sino que dependerá de cómo y cual sea el uso que le de la persona lo que genere que sea beneficiosa o por el contrario, conlleve consecuencias negativas en la vida de la misma.
En el caso de las infancias, podemos observar que desde edades cada vez más tempranas, los niños y niñas demuestran curiosidad y un gran interés por "ser parte" de las diferentes redes sociales que hoy están de "moda". Pero ¿qué impacto puede llegar a tener dichas redes en el desarrollo de su autoestima? Que pautas tenemos que poner en práctica como adultos para poder supervisar su uso? Estas, como tantas otras preguntas más, seguramente seas inquietudes que más de una vez nos hayamos preguntado o cuestionado.
Precisamente, muchos de estos interrogantes surgen cuando nuestros hijos nos comparten que sus compañeros de la escuela tienen acceso a dichas redes sociales y ellos también quieren poder hacer uso de ellas.
En este sentido, es importante mencionar que más allá que la decisión de acceder o no a dichas redes lo determinará cada familia, como adultos tenemos que tener presente que es nuestra responsabilidad protegerlos física y emocionalmente, siendo la tecnología una herramienta que debemos conocer para saber cuales son los posibles "riesgos" que puede generar en la vida de los niños cuando estos navegan, exponen y comparten contenidos (como imágenes, información, datos personales) en dichas redes sociales.
Por ello, resulta fundamental nuestro acompañamiento y seguimiento de la actividad y uso de internet. Para ello, los adultos debemos manejar las nuevas tecnologías para prevenir los peligros a los que pueden llegar a enfrentarse los niños así como también conocer el impacto que podría llegar a generar toda la información que consumen los niños en el desarrollo de su autoestima.
Sobre este último punto, es importante tener presente que el contenido que se comparte en las redes muestra, la mayoría de las veces, un "recorte" de la realidad, siendo esta muchas veces idealizada por los niños y niñas tomándolo como "parámetros" de lo que "esta bien".
Un ejemplo que podemos observar en lo cotidiano es las imágenes de personas famosas de su mismo rango de edad que utilizan filtros en sus fotos, lo que hace que se vean muy diferentes a lo que son en la vida real. Dichas imágenes las comparten en sus redes sociales y muchos niños y niñas cuando las ven piensan que si su cuerpo o "estética" no es similar a la que ven en dichas fotos "algo no está bien".
En este sentido, se puede decir que la comparación que aparece a raíz de navegar diariamente en dichas redes sociales, puede tener un impacto negativo en el desarrollo de la autoestima de los niños, ya que "consumen" estándares de belleza utópicos que generan angustia y malestar en su desarrollo emocional.
Por ello, resulta fundamental que como adultos no solo supervisemos tanto el tiempo como el contenido al cual acceden los niños, sino también acompañemos mediante el diálogo y herramientas en la construcción de su autoestima.
Sembremos en ellos la confianza de que crezcan sintiéndose personas valiosas de si mismas, que desarrollen y construyen el amor propio, confiando en quienes son. Que puedan amarse a si mismos no por como "se ven" o se muestran sino por lo que piensan, sienten y lo que tienen para dar al mundo que les rodea.
(*) María Laura Lezaeta es psicóloga infantil y co-fundadora de JUEGOlogía (@juegologia), donde desde hace varios años equipan a profesionales de la salud y padres con herramientas lúdicas y terapéuticas para trabajar diferentes áreas cognitivas, emocionales y sociales en niños.