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17 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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A 175 años del silencio eterno del general José Francisco de San Martín

Sabado, 16 de agosto de 2025 22:32

Comenzaré esta Histoletras con un poema de mi autoría, porque le quería decir algo, que en poesía se puede: A SAN MARTÍN PADRE NUESTRO, a 175 años de su adiós en un silencio profundo: “No te dije General / Siempre te sentí Padre, Amigo /Camarada, Rector, Militar // De la Patria nuestra / Simbolizas lo mejor / que se pueda dejar / al presente y al futuro // Modelo de Padre probo // la guerra Patria / Te forjó Capitán General / de los Andes misteriosos / de los Cóndores en vuelos // Sos el abanderado primero / la azul y blanca te abraza / por tus luchas por tus credos / estás en el Corazón Argentino / ¡Padre Nuestro!

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Comenzaré esta Histoletras con un poema de mi autoría, porque le quería decir algo, que en poesía se puede: A SAN MARTÍN PADRE NUESTRO, a 175 años de su adiós en un silencio profundo: “No te dije General / Siempre te sentí Padre, Amigo /Camarada, Rector, Militar // De la Patria nuestra / Simbolizas lo mejor / que se pueda dejar / al presente y al futuro // Modelo de Padre probo // la guerra Patria / Te forjó Capitán General / de los Andes misteriosos / de los Cóndores en vuelos // Sos el abanderado primero / la azul y blanca te abraza / por tus luchas por tus credos / estás en el Corazón Argentino / ¡Padre Nuestro!

Para precisar el momento de la vida y de la muerte de San Martín, recordaremos su cuna de nacimiento: Yapeyú y cuyo nombre completo es Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, fundada el 4 de febrero de 1627, por el padre jesuita Pedro Romero. Yapeyú es un asentamiento de antiguas misiones en la margen derecha del río Uruguay, tierra incorporada a la provincia argentina de Corrientes, dependiente en aquel entonces del Virreinato del Río de la Plata. Era un importante centro ganadero, se destacaba por sus fábricas de zapatos e instrumentos musicales. San Martín nació allí el 25 de febrero de 1778, diez años después de la expulsión de los jesuitas y cuando el pueblo ya estaba en decadencia. Sus padres fueron Juan de San Martín y Gregoria Matorras, ambos españoles del reino de León. Tuvieron cuatro hijos más, una mujer y tres varones. A los cinco años de José Francisco de San Martín, la familia se traslada a Cádiz, España, arribando en la primavera de 1784. A partir de ese momento los hermanos San Martín siguieron la carrera militar del padre.

De los cuatro hijos de Juan San Martín, José Francisco es el único que regresa a la tierra de su nacimiento, en 1812. Años antes el 19 de julio 1808, en la batalla de Bailén, uno de los triunfos más importante de España frente al ejército napoleónico, San Martín era ayudante de campo del marqués de Coupigny y fue ascendido a teniente coronel. Este ascenso y último cargo de comandante del regimiento de Sagunto fue lo obtenido, después de un largo bregar en la milicia española.

“Las revoluciones de Caracas y de Buenos Aires de 1810...marca un punto de inflexión en la biografía intima sanmartiniana”, dice el historiador Carlos Mamonde, por lo que abandona España y su carrera militar. Llega a Buenos Aires en la fragata inglesa George Canning, el 9 de marzo de 1812, alentado por una clara finalidad: lograr la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Para su cumplimiento forma una pequeña sociedad, la Logia de Lautaro, con los militares que llegaron en la misma fragata, el marino José Matías Zapiola, Carlos de Alvear, Francisco Chilavert, Eduardo Kalisz barón de Holmberg y Francisco Vera y de inmediato se ganaron la adhesión de otro grupo, la Sociedad Patriótica, que ya actuaba en Buenos Aires.

A cinco días de la llegada de San Martín, la junta gubernativa del primer Triunvirato (Rivadavia, Chiclana y Sarratea) había perdido la iniciativa en las acciones militares, en particular después de la derrota de Huaqui, el año anterior, veían como acción inmediata la formación de un cuerpo militar, responsabilidad que le transfieren al recién llegado teniente coronel San Martín, comisionado para la formación de un cuerpo de caballería de línea, conocido como el regimiento de Granaderos a Caballo, que además de su bautismo en la batalla de San Lorenzo de 1813, “aportó en el devenir de la historia militar argentina una veintena de generales salido de sus filas y más de dos centenares de oficiales superiores de caballería” de autor citado.

Poco después el director Gervasio A de Posadas le confirma el mando del Ejército del Norte, que había sido derrotado dos veces en el Alto Perú y un nuevo fracaso militar daría impulso a la temida invasión realista sobre Buenos Aires. Por eso pensaba que, si bien era necesario reforzar el frente norte, no residía allí la llave de una solución definitiva. En ese frente Martín Güemes con dos batallones de gauchos y la táctica de guerrilla era suficiente, opinión del futuro libertador. Ahora pensaba en el plan alternativo, al que llamó mi secreto: “un ejército pequeño bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile y acabar allí con los godos... y también con los anarquistas que reinan. Aliando las fuerzas, pasaremos por mar a tomar Lima” (SM) Es el camino que emprendió y cumplió. Una vez en Perú, a fines de su primer y único año en el poder como Protector, promulgó trescientos decretos, lo que da una idea de la obra de su gobierno peruano.

En enero de 1822, hace saber públicamente su encuentro en Guayaquil con Simón Bolívar. Ya sabemos que la reunión fue a puertas cerradas, secreta, sin testigos. Luego se produce su alejamiento para siempre. Se va a Chile, pasa por Argentina y viaja con su hija Mercedes a Europa, rumbo a Francia el 10 de febrero de 1824. Regresa una sola vez y debido a los conflictos internos de nuestro país, se aleja desde Montevideo, el 17 de abril de 1829, viaja a Europa y no vuelve más.

Dice el Historiador Luis Arena: “El invierno de 1850 fue de crueles padecimientos. En primavera fue conducido a los baños de Enghien...sin embargo en agosto ya no le fue posible salir de su casa.” El 17 de dicho mes...rodeado de sus seres queridos, a las tres de la tarde, como dice Domingo Zerpa: “la rosa no fue más rosa / ni el jazmín fue más jazmín, / porque a las tres de la tarde, / a las tres, lejos de aquí, / lejos del clavel del aire, / y el aire de su país, / vino y se llevó la muerte / al General San Martín”.

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