El triunfo en la Batalla de Tucumán, del 24 de septiembre de 1812, posibilitó que el Ejército de Belgrano, siguiera después de los españoles rumbo a Salta y no, según las órdenes del Triunvirato Porteño que comunicaba al Jefe del Ejército del Norte, para su cumplimiento…”de bajar hasta Córdoba si fuera necesario”, pero Belgrano ya sabemos, optó por sentar base de guerra en Tucumán y enfrentar al ejército español de Pio Tristán, con el apoyo férreo de su plana mayor.
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El triunfo en la Batalla de Tucumán, del 24 de septiembre de 1812, posibilitó que el Ejército de Belgrano, siguiera después de los españoles rumbo a Salta y no, según las órdenes del Triunvirato Porteño que comunicaba al Jefe del Ejército del Norte, para su cumplimiento…”de bajar hasta Córdoba si fuera necesario”, pero Belgrano ya sabemos, optó por sentar base de guerra en Tucumán y enfrentar al ejército español de Pio Tristán, con el apoyo férreo de su plana mayor.
Por su actuación en la jornada septembrina, Dorrego fue ascendido a teniente Coronel y a cargo del Batallón de Cazadores, la primera tropa de elite del Ejército patrio.
Después del resultado victorioso de esa batalla ordenó al comandante Díaz Vélez y a un reducido grupo de hombres, entre los que se encontraba Manuel Dorrego, de perseguir a la retaguardia enemiga sin dar tregua. Ya en Salta se liberó a un número importante de patriotas prisioneros, regresando luego a Tucumán, participaron de un acto donde Belgrano decidió consagrar su bastón de mando a la Virgen de las Mercedes. También se realizaron actividades sociales de festejos con bailes, como recuerda Horacio Carrillo en su “Jujuy y su Bandera” (1920), en el Cap. “Chupa Verde” fragmento: “… La guerra nunca aniquiló la sociabilidad característica de aquellos tiempos. Belgrano tenía en su plana mayor oficiales atildados, galantes, como que recién habían trocado el frac de los salones por la chaquetilla del campamento. Si algunos eran temerarios, de valor superhumano, como aquel joven teniente de dragones que apenas le apuntaba el bozo y marchaba con sus centauros a la carga chupando caramelos, otros eran solícitos, de hierro en el combate y galantes, pulcros en el salón. De esos era La Madrid, en las cargas furiosas de Culpina y Dorrego en Salta, Jujuy y Tucumán.”
Es interesante lo que cuenta Hernán Brienza en su novela histórica “El Loco Dorrego” – El último revolucionario” (2013), sobre el avance del ejército de Belgrano triunfante en Tucumán, dice…” El 12 de enero partió rumbo a Salta la columna de Díaz Vélez, con los Cazadores de Dorrego a la cabeza. Durante el viaje, el héroe de Tucumán tuvo también la posibilidad de demostrar sus habilidades como ingeniero al canalizar el río Pasaje para disminuir su cauce y poder usar rápidamente e vado. El 13 de febrero, Belgrano hizo prestar juramento a la Asamblea General Constituyente convocada por el Segundo Triunvirato e izó por tercera vez –las dos previas en Rosario y en Jujuy habían sido censuradas por la timidez de los gobiernos anteriores que veían apresurado desenmascarar la “fidelidad a Fernando VII – la Bandera azulceleste y blanca. Frente a la tropa, el General desenvainó su espada y proclamó: “Este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria”. Luego cruzó e asta con su sable y todos los jefes pasaron al frente a besar el paño. Así, Dorrego fue uno de los primeros en besar la tela y testigo de ese momento histórico que Belgrano decidió inmortalizar cambiándole el nombre al río Pasaje por el de Juramento.”
Sobre la Asamblea General Constituyente y otros hechos históricos de ese tiempo, incluido la Batalla de Salta, veamos lo que opinan Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce, en “Historia de los Argentinos” Tomo 1 – pág. 337: “La Asamblea General Constituyente se inauguró el 31 de enero de 1813 en medio de la esperanza de grandes realizaciones. Sus propósitos manifiestos eran la emancipación y la constitución del Estado. Los auspicios militares bajo los cuales se constituyó fueron excelentes: San Martín batió en San Lorenzo (3 de febrero) a las fuerzas de desembarco de la escuadrilla realista de Montevideo que incursionaba sobre las costas del Paraná, Belgrano derrotó y rindió en Salta (20 de febrero) al general Tristán, obteniendo la primera y única rendición de un cuerpo de ejército enemigo en batalla campal que registró la guerra de la independencia. Sarratea, genio nefasto de la intriga, fue expulsado del ejército sitiador de Montevideo por sus propios oficiales, lo que permitió la incorporación de Artigas y sus tropas al ejército sitiador, ahora comandado por Rondeau (26 de febrero).”
Algunos momentos de la Batalla de Salta fueron dramáticos, como el de la bala perdida que hirió en un tobillo a Díaz Vélez y que tuvo que retirarse por una hemorragia que no se podía detener y “Belgrano, ordenó el reemplazo por Dorrego, que reorganizó rápidamente el flanco derecho, mientras la reserva frenaba a la caballería enemiga.” En otro momento: “Abierta el ala izquierda, la caballería de Zelaya y el regimiento de Forest arrinconaron al centro enemigo y derrotaron a la reserva. Apretados contra el río, muchos realistas murieron ahogados…, mientras el grueso escapaba hacia el centro de la ciudad. Detrás de ellos iban los regimientos de Zelaya, Superí, Warnes y Dorrego.” (O. citada de H.B.)
Y cierro con un fragmento de la “Batalla de Salta” de Inés Wierna (Compiladora) -2013 – Con la alegría que es de imaginar el Dr. Anchorena dio a conocer a su hermano Nicolás el resultado de la sangrienta lucha, en carta fechada en la Tablada de Salta, el 21 de febrero de 1813, con las siguientes palabras: “Estimado Nicolás: Hemos vencido. Ayer tuvimos en este campo una reñida batalla de tres horas a medio tiro de fusil que no conoce otra igual en América…” ¡VIVA SALTA, VIVA LA PATRIA!