¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

13°
25 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Un poco de medicina

Lunes, 13 de enero de 2025 01:00

Pararse munido de "autoridad médica" frente a un paciente no es tarea fácil, requiere una importante dosis de integridad. Su compleja biología, psicosociabilidad y espiritualidad, así lo exige.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Pararse munido de "autoridad médica" frente a un paciente no es tarea fácil, requiere una importante dosis de integridad. Su compleja biología, psicosociabilidad y espiritualidad, así lo exige.

Suele decirse que "el hábito no hace al monje", sin embargo un médico de buen aspecto, aseado y vestido debidamente para tan grande tarea, es un componente que no suele pasar desapercibido (no es excluyente) y puede mínimamente fomentar un diálogo necesario y beneficioso para ambos.

Aunque debo aclarar que esto solo no alcanza, porque en orden de acercamiento, nada reemplaza el rostro afable y mirada atenta, mano extendida y consideradas palabras del médico. "El acto es sublime y de tal envergadura, que su ámbito debe acompañar y recrear lo positivo del gesto más allá del pronóstico".

Nadie ignora ni discute el valor que encierra la calidez del trato en situación de extrema vulnerabilidad. Elevan las defensas y transitoriamente mejora las condiciones de vida. Ser cuidadoso con los términos es sinónimo de prudencia, cuánto más en momentos de ansiedad y fatiga.

Ávida por descifrar

La persona enferma está atenta y ávida por descifrar correctamente nuestros comentarios. Entonces, lo que se diga o deje de decir no tiene retorno. El profesional, aún convencido del padecer, "debe ser discreto" a la hora de aventurar el diagnóstico. Lo cual no implica dejar de informar la situación adelantando "la presunción" del problema a los familiares que le acompañan. Presencia fundamental. De alguna manera el rostro del médico debe y puede asemejarse a la de un jugador de póker, evitando reflejar lo severo del problema; sí demostrar sumo interés y optimismo; detalle que suele ayudar. . . y mucho.

Más allá del diagnóstico y pronóstico, las palabras bien usadas curan siempre, ya sea por una pequeña fracción de tiempo o por largos espacios. Valor nada despreciable, extraordinariamente importante. Solo ponerse por un momento en el lugar del paciente para apreciar su inestimable alcance.

La enfermedad es sinónimo de agresividad, destrucción, similar a un explosivo con la mecha encendida pronto a estallar acorralando al paciente, también al núcleo familiar. De "ella" solo se aguarda ultraje. Entonces, la astucia y sagacidad del médico son de suma importancia. Humanamente, regar la entrevista de amor. íCura! Para el médico es prudente su preparación psicológica (además de científica) en batalla tan dolorosa y con frecuencia desigual; que en no pocas oportunidades se siente injusta.

Todo, de ser posible, con el consentimiento del enfermo, buscando que participe (proactivo), aún sabiendo que sus pensamientos aterrizan en largas noches y cavilaciones; más cuando la enfermedad se vuelve larga y los amaneceres repiten dolores desgastantes ya conocidos.

Primer logro

El primer logro será poner al paciente de nuestro lado, mostrándole cuan beneficiosas son actitudes y pensamientos efectivos. De tal manera que facilite salud en sustancias elaboradas por el SNC en lucha contra el pesimismo, enemigo a tener en cuenta y cómplice necesario de la enfermedad.

La tristeza y desilusión colaboran activamente con el mal pronóstico. Nunca bajar los brazos. Como vemos, es ímproba la tarea y como tal, da mucho para pensar y hacer de ambos lados, pero más cabe a la responsabilidad del médico que con frecuencia está demasiado solo. Ser copartícipes es una buena estrategia, apoyémonos con decisión, hagamos una alianza de amor y entrega que eso: íTambién cura!

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD