Advertencia griega tan antigua como la historia misma de su pueblo. Filósofos y sabios por naturaleza hacían realidad en la vida cotidiana sus conocimientos liberados al más allá.
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Advertencia griega tan antigua como la historia misma de su pueblo. Filósofos y sabios por naturaleza hacían realidad en la vida cotidiana sus conocimientos liberados al más allá.
Sin intención tal vez, pero tan reales que 25 siglos después, continuamos asombrados disfrutando investigaciones realizadas por aquellos años anteriores a Cristo. No sin reconocer y sorprendernos con sus discernimientos y enseñanzas.
Es que en gran medida anticiparon al mundo sus giros y secuencias sobre cimientos que hacen a la construcción del hombre en su complejísima integridad y también al universo distante y esquivo.
Han pasado muchos años desde entonces, hoy además de disfrutar sus alegatos, análisis y conclusiones, muchos de ellos inapelables, sería lógico que sin haber sembrado los árboles, cosechemos sus frutos y vivamos con dignidad el "ser persona" que aquellos tanto valoraban.
Por otro lado, en el análisis pretendido podemos dividir la frase en dos partes.
La primera: el tiempo identificado como "aprovecha el día" y el uso que dé él se haga. Es decir, enaltecer cada momento teniendo presente que su paso nunca retornará, su consumo y aplicación es de absoluta sensatez personal. Y si bien la circunstancia juega su papel, en un 80% es factor a considerar, actuar y eventualmente modificar.
La inteligencia y voluntad juegan a favor mediante sus ponderables campos de acción. Es decir, el tiempo y espacio están servidos como mesa al mediodía, lo que haga o deje de hacer con ellos es de absoluta consideración personal. Valga ejemplo tan simple pero comprensible de cabo a rabo. El día está asistido en una carta que cuenta con 24 horas. En la teoría son 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para recrear, pensar o descansar.
Entonces sobrevienen algunas preguntas. ¿Asumo con responsabilidad la obligación de trabajar? ¿Duermo cómo se debe las 8 horas (un poco más o un poco menos)? ¿Realmente aprovecho el tiempo para la recreación, el descanso y enaltezco el pensamiento? Son interrogantes que dejo librado a interpretación; en primera instancia para mí mismo. Es bueno recordar que ese día (cualquiera) no retornará nunca más. Es todo un capital ofrecido por el misterio para un fin: su buen uso. Entender sin distracción en qué consiste "buen uso", es otra cosa que necesariamente va atado al crecimiento y criterio del sentido de la vida, donde lleva implícito el valor, respeto (en principio a sí mismo), perseverancia, etc.
El complemento de la frase o segunda parte: "No confíes en el mañana" es claramente una alusión que parte de la imposibilidad de asegurar "estar o no estar" mañana (que no es pesimismo, es realismo). Con lo que queda evidenciado lo ineludible. ¿Qué puede pasar entre hoy y mañana?, es toda una presunción qué como tal, no es factible definir ni aseverar en absoluto. Lo que si queda claro es la responsabilidad en lo personal, luego en lo circunstancial.
Como creyente confío en algo superior, algo que de lejos nos crea, nos sigue, "nos monitorea" a través de la fe, del comportamiento, del pensamiento, en definitiva, del acto que consagra lo sagrado, "el amor".
Por eso se afirma que realmente lo que nos pertenece es "hoy" y sobre ello recae la historia. Mañana además de ser otro día, será obra de la providencia y misericordia de Dios.
Finalmente y como siempre para no cambiar, ílos griegos tenían razón!