Cuando el año se asoma a su final y las horas parecen pasar con una mezcla de nostalgia y esperanza, es un buen momento para hacer una pausa y mirar atrás. No para quedarnos en el pasado, sino para reconocer todo lo que hemos caminado. Es en este balance donde descubrimos que, a pesar de los días grises, los contratiempos y las noches en las que dudamos de nuestra fortaleza, hemos avanzado.
inicia sesión o regístrate.
Cuando el año se asoma a su final y las horas parecen pasar con una mezcla de nostalgia y esperanza, es un buen momento para hacer una pausa y mirar atrás. No para quedarnos en el pasado, sino para reconocer todo lo que hemos caminado. Es en este balance donde descubrimos que, a pesar de los días grises, los contratiempos y las noches en las que dudamos de nuestra fortaleza, hemos avanzado.
Cada momento, por pequeño o grande que haya sido, ha dejado una huella. A veces vivimos tan inmersos en la rutina que olvidamos que somos los protagonistas de una historia única.
Cada amanecer fue un regalo, cada conversación tuvo su impacto, y cada lágrima -de tristeza o de alegría- nos moldeó.
¿Cuántas veces este año enfrentamos miedos, soltamos lo que dolía o simplemente aprendimos a ser un poco más pacientes con nosotros mismos?
Valorar lo vivido no significa mirar atrás con ojos complacientes, sino con gratitud y sabiduría. Es reconocer los logros con humildad, pero también dar espacio para aceptar los errores, los aprendizajes que vinieron de la mano del dolor o de la incertidumbre.
La vida, con su ritmo impredecible, nos enseña que incluso los momentos más difíciles tienen un propósito: hacernos crecer.
Este año, quizás, alguien leyó mis palabras y sintió compañía. Tal vez acompañamos a una amiga en silencio o recibimos un abrazo inesperado que nos recordó que no estamos solos.
Puede que soñáramos algo que no alcanzamos o que las metas que nos habíamos propuesto en enero se transformaran en algo diferente. No importa. Lo esencial es que seguimos de pie, abiertos a los nuevos comienzos que la vida nos regala.
Al mirar hacia adelante, nos enfrentamos al maravilloso desafío de seguir soñando.
Porque la vida no se detiene; cada día es una invitación a crear, amar y aprender. Los sueños no tienen edad, y los aprendizajes nunca terminan. Cada mañana nos ofrece la oportunidad de ser un poco más nosotros mismos, de tomar riesgos, de reconciliarnos con quien éramos y apostar por quien queremos ser. Este es el momento de reflexionar sobre lo que realmente queremos llevarnos al próximo capítulo.
¿Qué relaciones merecen seguir siendo cultivadas? ¿Qué emociones necesitamos soltar? ¿Qué proyectos nos hacen vibrar y cuáles hemos sostenido por inercia? Este es el tiempo para cerrar ciclos con amor y abrir otros con ilusión.
Cuando escribo estas líneas para el espacio de "Gotas y Gotitas", no puedo evitar pensar en todas las historias que compartimos este año, en los lectores que, semana tras semana, encontraron en estas palabras un espacio para reflexionar, emocionarse o simplemente sentirse acompañados.
Este rincón, que comenzó como una idea, ha crecido gracias a ustedes, quienes le dan vida con sus miradas, sus comentarios y su deseo de seguir creciendo. Por eso, quiero invitarte a que, al terminar de leer estas palabras, te tomes un momento para vos. Encontrá un lugar tranquilo, cerrá los ojos y respirá profundamente. Preguntate: ¿Qué quiero agradecer de este año? Tomate tu tiempo, permití que tu mente viaje por los momentos que marcaron tu camino. Luego preguntate: ¿qué quiero crear en el próximo año? No pienses en límites ni en "es demasiado tarde". Pensá en grande, como lo haría la versión más valiente de vos misma, de vos mismo.
Al final del día, la vida es un constante ir y venir de sueños y aprendizajes. Lo importante es no detenernos, no dejar de creer que lo mejor está por venir. Porque, aunque este año haya tenido desafíos, también nos dejó herramientas, fortalezas y, sobre todo, la certeza de que podemos con todo lo que venga.
Hoy, desde este espacio, te invito a cerrar este capítulo con gratitud y abrir el siguiente con valentía. A mirar al horizonte y recordar que siempre hay más por vivir, más por aprender y más por soñar.
Gracias por caminar junto a mí este año. Que el próximo nos encuentre juntos, explorando lo nuevo y agradeciendo lo que ya hemos vivido. íVamos por más! Namasté. Mariposa Luna Mágica.