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La conquista del espacio

Martes, 31 de diciembre de 2024 00:00

"La conquista del espacio." "El gran reto". Así comenzaba diciendo el locutor en la apertura de cada programa de la serie "Viaje a las estrellas" cuyo primer episodio fue proyectado en la televisión norteamericana el 8 de septiembre de 1966. Tengamos en cuenta que, entonces, aún faltaban tres años para que Amstrong y Aldrin hicieran la primera caminata humana sobre la superficie de la Luna.

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"La conquista del espacio." "El gran reto". Así comenzaba diciendo el locutor en la apertura de cada programa de la serie "Viaje a las estrellas" cuyo primer episodio fue proyectado en la televisión norteamericana el 8 de septiembre de 1966. Tengamos en cuenta que, entonces, aún faltaban tres años para que Amstrong y Aldrin hicieran la primera caminata humana sobre la superficie de la Luna.

Han transcurrido 58 años del estreno de "Viaje a las estrellas" y el gran reto sigue siendo la conquista del espacio mientras continúa sorprendiéndonos tanto con sus hallazgos como por sus perspectivas.

Tal vez, por lo agitado de la vida cotidiana, no es usual tener en cuenta algunos detalles -extraordinarios- de los progresos ocurridos ya en astronáutica.

Por ejemplo, en este mismo momento, mientras se lee este artículo, hay dos estaciones espaciales orbitando en torno de la Tierra. íY ambas están permanentemente tripuladas! Una es la Estación Espacial Internacional que orbita nuestro planeta a unos 420 kilómetros de altitud, realizando unas 16 órbitas diarias. Es un proyecto de colaboración multinacional entre cinco agencias espaciales de los Estados Unidos, Rusia, Japón, la Comunidad Europea y Canadá.

La administración, gestión y desarrollo de la estación están establecidos mediante tratados y acuerdos intergubernamentales. Es utilizada como un laboratorio de investigación de la microgravedad, en el que se realizan estudios de Astrobiología, Astronomía, Meteorología, Física y otros campos científicos y tecnológicos.

Está capacitada para probar los sistemas y equipamiento necesarios para la realización de vuelos espaciales de larga duración como pueden ser las misiones al planeta Marte que se están proyectando para concretar a más tardar en el año 2030.

La tripulación completa de la Estación Espacial Internacional es de 7 personas; aunque pueden habitarla -sin inconvenientes- hasta 11 humanos.

Pero no es la única con tripulación humana permanente. Desde hace algún tiempo, está también- la que puso en órbita el gobierno de China. Es la Estación Espacial Tiangongque se terminó de ensamblar -completa- en noviembre de 2022.

A mediados del pasado noviembre, Tiangong recibió a 3 astronautas que habrán de permanecer por seis meses en el espacio. Durante ese lapso tienen previsto realizar 86 experimentos de investigación y tecnología en ciencia espacial, abarcando diversos campos, como las características de la vida espacial, análisis de aspectos esenciales de la microgravedad, estudio del desgaste y uso adecuado de los materiales espaciales, estudios de Medicina espacial y las nuevas tecnologías espaciales.

De manera que, aunque la gran mayoría de la Humanidad no lo esté teniendo en cuenta, en todo momento tenemos alrededor de una docena de personas orbitando el planeta. Dicho de otro modo: vivir en el espacio exterior -estamos refiriéndonos a entre 300 y 400 kilómetros de altitud- es desde hace tiempo un hecho normal y cotidiano.

Hay más motivos de asombro. La espacionave automática Voyager 1, lanzada por la Nasa (Estados Unidos) el 5 de septiembre de 1977, continúa activa. Hace tiempo que dejó atrás los límites del Sistema Solar y está –ahora- a más de 24.900 millones de kilómetros de distancia en el espacio interestelar. Lo cual implica que cada señal que envía la Voyager 1 demora, casi, 23 horas en llegarnos. El vehículo sigue funcionando adecuadamente, de manera que todo hace prever que seguirá introduciéndose en zonas del Cosmos donde nunca antes hubo un aparato creado por nuestra Humanidad.

Pero hay más. En este mismo momento, dos vehículos automáticos están enviando información mientras recorren la superficie del planeta Marte que, si bien es el más cercano a la Tierra, se encuentra –promedio- a 55 millones de kilómetros de nosotros. Uno de los robots es norteamericano y el otro chino. Hay un tercero, que está en órbita de Marte. Enviando, de igual manera, información de continuo. Fue construido por la empresa japonesa Mitsubishi y financiado por los Emiratos Árabes que son los propietarios de esa máquina espacial.

Por supuesto, tenemos que referirnos al "turismo espacial". En efecto, viajar a hacer un vuelo suborbital, sentir la ingravidez, ver la Tierra desde el cielo y aterrizar amortiguadamente, ya es posible. Y hay unos cuántos que lo han hecho. No se necesitan ni estudios previos, ni entrenamiento alguno. Alcanza con un "apto físico" expedido por un médico, igual que los que pide cualquier gimnasio del barrio. íCómo cambiaron las cosas desde aquel entonces en que el entrenamiento de un astronauta norteamericano o un cosmonauta soviético implicaba años de prácticas exigentes!

El turismo espacial implica estar en una cápsula, llegar a unos 100 kilómetros de altitud -lo que la Astronomía considera que ya es estar en el espacio exterior-, practicar la ingravidez (o sea, flotar), hacer alguno que otro ejercicio, sacar fotos y filmaciones de la Tierra y del espacio para regresar sin inconvenientes al cabo de no más de unas horas. La experiencia cuesta unos U$S 250.000.

El turismo espacial es un emprendimiento absolutamente privado. Son empresas dedicadas a la astronáutica que abrieron este nuevo negocio al que, sin duda, le espera gran florecimiento. Tanto es así que ya se han planificado vuelos donde los turistas darán una o más órbitas antes de completar la travesía. No quedan allí.

Estos emprendedores del siglo XXI ya están diseñando -para dentro de una década, no más- viajes turísticos a la Luna donde habrá instaladas cómodas bases que tanto estarán albergando personas de manera permanente como turistas. Sorprenderá la cantidad de empresas que ya trabajan en esto. Aquí los nombres de unas cuantas de ellas: Arcaspace, Bigelow Aerospace, Blue Origin, da Vinci Project, Eads Astrium, Excalibur Almaz, Galactic Suite Ltd., Interorbital Systems, Planet Space, Reaction Engines Ltd., Rocketplane Kistler, Rotary Rocket, Scaled Composites, Space Adventures, Space Transport Corp., SpaceX, Spotel Foundation, Inc., t/Space, Venturer Aerospace, Virgin Galactic y Galaxy Travel. La idea del turismo espacial no termina allí. Desde fines del siglo XX ya existían varios proyectos de generar lo que podemos llamar “hotelería espacial”; si, la posibilidad de tomarse unos días de vacaciones en una estación espacial que funcionaría como un hotel de pasajeros.

El 12 de junio de 2006 la empresa Bigelow Aerospace dio el primer paso concreto al poner en órbita -desde una base situada en Siberia (Rusia)- el módulo Geminis I que es un módulo inflable de 3 por 2,4 metros compuesto por fibra de carbono para resistir impactos de micrometeoritos y basura espacial.

La empresa probaría el módulo y si respondía a las expectativas depositadas en él, pondría en órbita un segundo módulo en otoño de 2006. Si el hotel espacial llega a terminarse, una estancia en órbita podría costar -calculaba la empresa- entre 5 y 10 millones de dólares, lo que supone entre un 50 % y un 75 % menos frente a los viajes a la Estación Espacial Internacional que también acepta turistas y ya ha tenido algunos. En diciembre de 2017 la Agencia Espacial Federal rusa Roscosmos anunció sus planes para construir un nuevo módulo en la Estación Espacial Internacional, acondicionado como hotel espacial de lujo.

El módulo contendrá cuatro habitaciones privadas de dos metros cúbicos de capacidad, equipadas con ventanillas de nueve pulgadas cosa de poder contemplar el Cosmos cómodamente, así como dos espacios para baño y gimnasio, y ofrecerá a sus visitantes conexión a Internet.

El precio de la estancia será de 40 millones de dólares por dos semanas, ampliables a un total de un mes, e incluyendo también la opción de realizar un paseo espacial por 20 millones de dólares adicionales. El gran reto de la conquista del espacio en ese siglo XXI ya no está en manos de los gobiernos, sino de empresas privadas.

La más conocida es Space X, del multimillonario -y actual asesor de Donald Trump- Elon Musk que ya está diseñando naves para llevar humanos a Marte tanto como a la Luna y, en este caso, para la pronta instalación de lugares donde nos sea posible habitar durante lapsos prolongados. SpaceX tiene un valor estimado de 137.000 millones de dólares, lo que la convierte en una de las empresas privadas más valiosas del mundo. SpaceX -según información difundida en el mundo financiero- podría estar planeando dar un paso gigante hacia los mercados.

Aunque Musk no ha confirmado fechas, insinuó que salir a bolsa sería un medio estratégico para financiar proyectos espaciales más ambiciosos, como la instalación de bases permanentes en Marte que serían el comienzo de lo que él ha llamado “la colonización del Planeta Rojo” o sistemas de internet global con su red de satélites Starlink. Entendiendo por “colonización” la idea de llevar familias completas a vivir a Marte, quedarse instalados allí, conformar pequeñas ciudades y que vayan interactuando entre ellos. Gente que sólo volvería a la Tierra, de visita; para regresar a su residencia permanente en el Planeta Rojo. Todo esto no está siendo pensado para el siglo que viene, sino para que se concrete antes de 2050. Este posible movimiento llega mientras la carrera espacial privada y comercial se intensifica.

Rivales como Blue Origin de Jeff Bezos (quien también es propietario de Amazom) y Rocket Lab de Peter Beck están ganando terreno; aunque SpaceX sigue destacándose con sus avances tecnológicos, tales como los recientes éxitos con cohetes reutilizables y lanzamientos récord. El mercado bursátil podría ser clave para mantener su ventaja. (*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, escritor, filósofo, magister en Psicoanálisis, historiador y parapsicólogo. “¿Qué hay detrás de los Ovnis?” es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com.

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