Con la celebración litúrgica que se realizó en el atrio del templo San Pedro de Río Negro y que fue presidida por el párroco Daniel Alberto Baca de la ciudad de San Pedro, la feligresía vivió el inicio de la Cuaresma con la bendición e imposición de las cenizas en un año de singular importancia, dado el Jubileo de la Esperanza.
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Con la celebración litúrgica que se realizó en el atrio del templo San Pedro de Río Negro y que fue presidida por el párroco Daniel Alberto Baca de la ciudad de San Pedro, la feligresía vivió el inicio de la Cuaresma con la bendición e imposición de las cenizas en un año de singular importancia, dado el Jubileo de la Esperanza.
En su homilía, el sacerdote manifestó que la Iglesia, siguiendo la antigua tradición del pueblo de Dios, cada veinticinco años celebra un año santo, un año jubilar, siendo el anterior, en el año 2000.
"El Papa Francisco ha consagrado este Jubileo a la Esperanza bajo el lema Peregrinos de esperanza, porque desde nuestra realidad somos testigos de todas las situaciones dolorosas que vive la humanidad. Las guerras, el flagelo del cambio climático producto de la acción del hombre, la pobreza, la desocupación, la violencia, las adicciones y todo lo que afecta a la familia y que deriva en permanente angustia. Los grandes males que atacan a la humanidad son la depresión, el pánico, el aislamiento y la violencia, de los que es preciso salir y este año la Iglesia nos ofrece un nuevo camino, el de la esperanza, una oportunidad que nos da Cristo", dijo el padre Baca.
En otro tramo, se refirió al mensaje evangélico que habla del regreso del hombre a Dios, "la palabra de Dios decía de una manera hermosa 'vuelvan a mí de todo corazón'. ¿Y cuál es la experiencia de volver? Si volvemos quiere decir que antes estuvimos. Aquel que vuelve es aquel que antes estuvo. Esta es la experiencia del pueblo de Dios, de su relación con él. Primero hemos estado con Dios porque nos dio la vida, es él quien hizo una alianza con nosotros, es él quien nos ama, pero a consecuencia del mal, nos hemos apartado de su presencia. Por eso hoy, es hermoso escuchar su palabra diciendo vuelvan a mí de todo corazón, porque Dios es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor", puntualizó.
Y destacó que hay un camino para volver a Dios, "la oración como un encuentro personal con él; el ayuno que consiste en privarnos de todo aquello que nos gusta, que nos causa alegría, tal vez un placer que nos hace daño y convertir esa privación en ofrenda para dejarse reconciliar con Dios a través de su palabra, los sacramentos, los actos de misericordia. Este año la Cuaresma nos invita a salir de nosotros mismos para descubrir la necesidad del hermano, de mi familia, de la comunidad, de nuestros pueblos, ofreciendo nuestro tiempo, talentos y los actos de caridad para ser peregrinos de esperanza y poder celebrar con gran gozo la próxima Pascua", concluyó el padre.