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Miércoles de Ceniza en el Año Jubilar

Con una celebración litúrgica en el atrio del templo San Pedro de Río Negro, presidida por el párroco Daniel Alberto Baca, la feligresía dio inicio a la Cuaresma con la bendición e imposición de cenizas, marcando un año especial por el Jubileo de la Esperanza.  
Jueves, 06 de marzo de 2025 16:48

En su homilía, el sacerdote recordó que la Iglesia celebra un año jubilar cada 25 años, siendo el último en el 2000.

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En su homilía, el sacerdote recordó que la Iglesia celebra un año jubilar cada 25 años, siendo el último en el 2000.

Este año, el Papa Francisco ha dedicado el Jubileo a la Esperanza bajo el lema "Peregrinos de esperanza". Baca destacó que, ante realidades dolorosas como guerras, cambio climático, pobreza, violencia y adicciones, la Iglesia ofrece un camino de esperanza y oportunidad que nos da Cristo para superar males como la depresión, el aislamiento y el pánico.  

Refiriéndose al mensaje evangélico, Baca habla del regreso del hombre a Dios, “la palabra de Dios decía de una manera hermosa -vuelvan a mí de todo corazón-. Y cuál es la experiencia de volver? Si volvemos quiere decir que antes estuvimos. Aquel que vuelve es aquel que antes estuvo. Esta es la experiencia del pueblo de Dios, de su relación con Él. Primero hemos estado con Dios porque nos dio la vida, es Él quien hizo una alianza con nosotros, es Él quien nos ama pero a consecuencia del mal, nos hemos apartado de su presencia.

Por eso hoy, es hermoso escuchar  su palabra diciendo vuelvan a mí de todo corazón, porque Dios es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor”, puntualizó.  Acotó que hay un camino para volver a Dios, “la oración como un encuentro personal con Él; el ayuno que consiste en privarnos de todo aquello que nos gusta, que nos causa alegría, tal vez un placer que nos hace daño y convertir esa privación en ofrenda para dejarse reconciliar con Dios a través de su palabra, los sacramentos, los actos de misericordia.

Finalmente, invitó a vivir la Cuaresma como una oportunidad para salir de uno mismo, descubrir las necesidades del prójimo y ofrecer tiempo, talentos y caridad, siendo así "peregrinos de esperanza" que celebren con gozo la próxima Pascua.

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