Llegar a España siendo una niña, significó un desafío muy importante en la vida de Paula Jazmín Oviedo. Es que la joven, de treinta y seis años, arribó junto a su familia para tener un mejor porvenir en tierras europeas, producto del famoso "corralito" de finales del año 2001. Ante el pánico financiero que aquejó en aquel entonces al país, era muy común la decisión de la gente por viajar para buscar la estabilidad económica en el exterior. Y una de las familias que atravesó el océano, fue la de esta jujeña que se dirigió al norte español, cuando transcurría plena preadolescencia.
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Llegar a España siendo una niña, significó un desafío muy importante en la vida de Paula Jazmín Oviedo. Es que la joven, de treinta y seis años, arribó junto a su familia para tener un mejor porvenir en tierras europeas, producto del famoso "corralito" de finales del año 2001. Ante el pánico financiero que aquejó en aquel entonces al país, era muy común la decisión de la gente por viajar para buscar la estabilidad económica en el exterior. Y una de las familias que atravesó el océano, fue la de esta jujeña que se dirigió al norte español, cuando transcurría plena preadolescencia.
Los cambios que conllevan esta etapa en la vida para cualquier persona, fueron notables. "Era al principio muy difícil porque yo venía de una provincia pequeña, tenía mis amigos y estaba acostumbrada a otros hábitos", comentó Oviedo sobre su inicial experiencia en España. Es que como todo comienzo, fue complicado atravesar una temporada más difícil porque ella no encontraba su lugar.
Al ser una cultura diferente, la mirada desde su vivencia también distó de lo que esperaba. Es que a sus doce años, aún jugaba con las muñecas en Jujuy pero en el Viejo Continente, todo era visto a través de una nueva perspectiva. "Aquí la madurez te encuentra desde muy joven. A los quince ya tenés que tener pensados los planes de toda tu vida y la supervivencia", comentó la jujeña que cumplirá años el veinte de este mes. "No me sentía parte de la gente, era todo muy difícil porque tenía que adaptarme al idioma que por más que era el mismo, eran muy distintas las palabras que se utilizaban", reveló.
No obstante, la compañía de los padres siempre estuvo presente y gracias al amor que entre todos supieron ofrecerle, la contención fue posible. "Me supe integrar y acostumbrarme a las personas que inicialmente demostraban que eran frías pero que después tienen otra actitud", describió.
Así, la joven pasó de estudiar en la Escuela 417 "Presbítero Juan Roberto Moreno" de San Pedrito; al Instituto de Educación Secundaria Obligatoria "Escultor Daniel" en la ciudad de Logroño.
Como experiencia personal, el conocer a sus nuevos compañeros fue toda una aventura por descubrir. "Me di cuenta que no son muy sociables pero de repente, cuando empiezan a tomar confianza; les llama la atención el acento y empiezan a preguntar: '¿de dónde eres?', si hay sitios lindos en mi país o les hace gracia cómo hablamos porque les provoca curiosidad", comentó Oviedo, reafirmando que el común de la sociedad se siente atraído de una u otra manera por la cultura sudamericana.
Adaptada a una vida europea, su adolescencia le dio nuevos amigos y, luego, una formación educativa en la Universidad Pública de Salamanca donde hizo del marketing una herramienta fundamental para su presente, ya que trabaja en una empresa multinacional con sede central en Turquía. "Si bien pude conocer algunos países que rodean a España para ir a las sedes de la empresa, siempre extraño a mi Jujuy. De hecho, hace cinco años atrás volví y fue hermoso. Con mi hermano nos fuimos a comer sándwichs de milanesa a la vieja terminal y la emoción de volver a sentir ese sabor, fue única. Mientras comíamos, llorábamos", indicó Oviedo, que una vez al mes disfruta de milanesas con puré, mayonesa y limón en Logroño; y los días 29, comparte con sus padres los ñoquis que degustaba cuando era una niña en el barrio Alto Comedero.
Su actualidad está motivada y con una estabilidad que fluctúa en equilibrio. Además, el amor llegó a su vida a través de un novio español que ya conoció Jujuy y quedó encantado con la idiosincrasia de la provincia. "Fuimos al norte en plena Quebrada y muy pronto pensamos en volver, pero esta vez, a la Patagonia", anticipó la jujeña que no olvida su tierra porque siempre la añora y se siente orgullosa de ver que ya no es una ciudad que está en "el patio trasero" de Argentina.
"Al volver a mi Jujuy, sentí que avanzó bastante con lugares hermosos que más gente debería descubrir", expresó quien conoce Alemania, República Dominicana, Bélgica, Cuba, Francia, Colombia y Portugal; gracias a la posibilidad que se le abrió veinticuatro años atrás, cuando llegó por primera vez a la ciudad que vio nacer al castellano.