Cuatro actores, diferentes personajes para cada uno, y una historia conocida que ellos hacen suya y la muestran en una versión muy original, con mucho humor.
La Compañía Teatral Tres de Queso, presentó ya con varias funciones "Érase una vez... el lobizón", obra teatral de Darío Basualdo.
Guillermo Rocha es la esposa, narrador y hasta el perro; Natalio Bognanni, es el padre, el juez; Nelson Argamonte es el mismísimo lobizón y Gustavo Ramírez una enamorada del protagonista (Nazareno), la Lechiguana (una anciana sabelotodo) y narrador también.
Lo cierto es que, con poca escenografía, acudiendo al estilo del grotesco y el humor criollo, el elenco despertó la carcajada del público, en la última presentación realizada el viernes último en la sala "Raúl Galán".
Cada uno de los actores, tiene un camino recorrido en el estilo del humor, y lo cierto es que, con mucha energía, los cuatro artistas -que claramente disfrutan del trabajo en el escenario, al punto de tentarse con sus propios chistes y reírse con el público, saliéndose del guión- logran entretener, divertir y revivir una vieja historia, que en cine fue el clásico de "Nazareno Cruz y el Lobo".
Nelson Argamonte es Nazareno, y cabe mencionar que desde muy joven se dedicó a producciones infantiles, de clown y de comedia, y eso le da la elasticidad para moverse cómodamente en esta propuesta. Natalio Bognanni, titiritero, caminante del teatro infantil, y también del drama, también fluye en su arte de hacer reír.
Guillermo Rocha se destaca con la gestualidad extrema, y sus aportes por lo bajito aun, cuando no es el personaje que está en acción en ese momento. Se siente su s personajes hasta cuando están detrás de las cortinas.
Finalmente, Gustavo Ramírez, quien hace los personajes femeninos de la obra, le pone todo el humor a la enamorada y la ¿seriedad? a la anciana que es la que sabe todos los vericuetos de la tradición y las leyendas, con mucha versatilidad.
Muy buenos trabajos de cada uno de los actores a la hora de cambiar de un personaje a otro.
La historia es sobre la leyenda que dice que el séptimo hijo varón se convierte en lobo, y que la única forma de quitar esta maldición es que sea bautizado por el presidente de la nación. Una pizquita de humor negro también, teniendo en cuenta que el lobo se come lo que encuentra, cuando se transforma en las noches de luna llena, la historia se va quedando sin personajes.
Vestuario sencillo, versátil, luces y toda la apuesta en el texto y las actuaciones, hacen de esta propuesta una excelente opción de nuestro teatro independiente, para distender, y seguir apostando a una disciplina que está siendo golpeada desde hace un tiempo y cuesta sostener.
Es de gran valía, la fuerza de una compañía para no bajar los brazos y llevar al público, a pesar de las contrariedades, una puesta de gran comicidad.
La dirección general es de Tres de Queso, con la asistencia en dirección de Gabriel Quispia.