Investigadores de China, Estados Unidos, Bolivia y distintas provincias argentinas se reunieron en Jujuy para debatir estrategias y compartir avances sobre la conservación de anfibios y reptiles. El XX Congreso Argentino de Herpetología congregó a unos doscientos participantes, entre científicos y estudiantes.
Fue organizado por la Asociación Argentina de Herpetología, con la participación de investigadores locales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Jujuy (Unju). Marcos Vaira, del Instituto de Ecorregiones Andinas e integrante de la comisión organizadora, explicó que este congreso se realiza cada año en distintas provincias del país, reuniendo a especialistas de múltiples disciplinas. "Participan investigadores que trabajan en taxonomía, sistemática, morfología, comportamiento, diversidad y conservación. Es un espacio muy valioso para compartir avances científicos y generar vínculos entre profesionales que estudian estos grupos biológicos", dijo.
El encuentro contó con conferencias magistrales a cargo de invitados internacionales, además de la presentación de numerosos trabajos en formato oral y póster. "Hemos tenido el gusto de recibir conferencistas de China, Bolivia, Estados Unidos y distintas provincias argentinas. La asistencia superó las expectativas entre profesionales y estudiantes de Ciencias Biológicas, muchos de los cuales participaron por primera vez en este tipo de eventos" , señaló y valoró especialmente la presencia de jóvenes que comienzan a interesarse en la herpetología.
En el caso de Jujuy, el grupo local presentó resultados de investigaciones vinculadas a la diversidad y conservación de especies endémicas. "Venimos desarrollando estudios desde hace años sobre especies exclusivas de Jujuy, algunas de las cuales se encuentran en ambientes muy específicos como las lagunas altoandinas. También abordamos problemáticas asociadas a la conservación de especies que habitan en áreas urbanas, un tema cada vez más relevante", explicó Vaira.
Uno de los proyectos presentados abordó el monitoreo de una rana acuática andina que habita en la región de la Laguna de los Pozuelos, en articulación con la Administración de Parques Nacionales, que busca establecer su estado de conservación.
Entre los expositores internacionales se destacó la presencia del doctor Amael Borzée, especialista en conservación de anfibios de la Universidad Forestal de Nanjing (China) y copresidente del Grupo de Especialistas en Anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn). "Mi mensaje principal fue que la conservación sí funciona. Hoy sabemos qué medidas tomar para proteger a los anfibios, solo hace falta la voluntad política, los permisos y los recursos para implementarlas. Ya no estamos en una etapa de desconocimiento, ahora sabemos cómo actuar", dijo Borzée.
Explicó que las amenazas varían según la especie y su entorno, y que algunas viven en zonas montañosas donde el ambiente está degradado y han perdido su espacio vital, y otras habitan ecosistemas distintos, donde las causas del riesgo son diferentes y requieren estrategias específicas de manejo.
Borzée enumeró las principales amenazas globales para los anfibios, la pérdida de hábitat, el cambio climático, las enfermedades infecciosas, el comercio ilegal y la contaminación química. "La pérdida del ambiente natural sigue siendo la causa más grave, porque sin hábitat las especies simplemente no pueden sobrevivir. El cambio climático, en las últimas dos décadas, se consolidó como la segunda gran amenaza, se suman enfermedades como el hongo quítrido, que ya afectó a unas 200 especies en todo el mundo", dijo.
Luego advirtió sobre el impacto del comercio internacional de anfibios, sobre todo en ranas que se consumen o van a Europa y Estados Unidos, y sobre la contaminación de ambientes naturales con agroquímicos y desechos, que alteran la fisiología de los animales y reducen sus poblaciones.
Las experiencias con dos ranas que cautivaron a todo el mundo
Otra de las disertantes destacadas del XX Congreso Argentino de Herpetología fue Teresa Camacho Badani, bióloga y herpetóloga boliviana reconocida por su labor en la conservación de anf ibios, quien compartió experiencias sobre los proyectos que lidera en Bolivia, especialmente con la rana gigante del Titicaca y la rana de Sehuencas, dos especies emblemáticas y amenazadas.
Explicó que el trabajo con la rana gigante del Titicaca se desarrolla dento de un programa binacional entre Bolivia y Perú, que incluye monitoreos subacuáticos con snorkel y análisis genéticos de nueva generación. El objetivo fue identificar las poblaciones existentes, evaluar su estado de conservación y establecer estrategias para su recuperación. “Es una especie muy emblemática, pero también muy vulnerable. Sufre una fuerte presión por el consumo humano y el comercio ilegal. En nuestros estudios buscamos entender si las poblaciones que encontramos pertenecen a la misma especie y si es posible reinsertarlas en su hábitat natural”, precisó.
También recordó la historia de “Romeo”, la última rana de Sehuencas conocida durante más de una década, que permaneció en cautiverio hasta que una campaña internacional permitió hallar una pareja y salvar a la especie de la extinción. “Lanzamos una campaña para conseguir fondos a través de una página de citas, donde el perfil de Romeo decía que si no encontraba pareja pronto, toda su especie desaparecería. La historia se viralizó y alcanzó a más de 1.200 millones de personas en 72 países. Si se hubiera pagado por esa difusión, habría costado unos 11 millones de dólares. Fue increíble ver el impacto global que tuvo la causa”, destacó.
A partir de ese éxito, su equipo comenzó a trabajar con comunidades locales en acciones de conservación integrales, combinando el manejo en cautiverio con la protección de los hábitats naturales. “Buscamos una conservación holística, que involucre a la gente de los lugares donde viven las ranas. Así se puede garantizar que las especies regresen a sus ecosistemas y se mantengan estables”, dijo