"Si el precio de mi libertad es permanecer solo...hace rato que asumí ese riesgo y la verdad que nunca me importo"..."Creo que es una incongruencia porque nunca quise sentir nada y ahora me brotó todo y me cuesta manejarlo..." Esto me expresaba un hombre joven en estos días, tras meses de una separación.
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"Si el precio de mi libertad es permanecer solo...hace rato que asumí ese riesgo y la verdad que nunca me importo"..."Creo que es una incongruencia porque nunca quise sentir nada y ahora me brotó todo y me cuesta manejarlo..." Esto me expresaba un hombre joven en estos días, tras meses de una separación.
En general la gente, y en especial el género masculino, suele guardarse lo que siente. Muchas veces ni lo registra.
Se prefiere las hipótesis, el pensamiento, la mente. Es un territorio controlable, donde hasta se pueden encontrar palabras tranquilizadoras, o torturadoras en el caso de que se sienta culpa; y en lugar de asumir el 50% de lo que fue bien y de lo que fue mal. Se asume el 100% de todo.
Aquí veremos que se abren dos juegos: 1) el de los que quieren sentirse inocentes y que la culpa es del otro. No fueron amados, valorados, escuchados, mirados. Por lo general en este segmento podemos ver cómo el niño que llevamos emerge y no para de quejarse, de estar enojado, de demandar. Muchas veces los que se sienten inocentes, suelen ser perfeccionistas, por lo que mirarse a sí mismos y observar una imperfección sería un imposible, dado que sus mecanismos operarán para verse perfectos y proyectar los defectos en el otro. En este estilo de ser, se lleva mucho resentimiento y deseo de justicia.
No se dan cuenta de los desequilibrios que puedan dar entre el dar y recibir. Suelen dar mucho, porque son perfectos y luego el dolor es insoportable porque no entienden que pasó. Y hasta que no se vean en la ecuación, hasta que las vendas no caigan de los ojos, seguirán enojados. El gran tema es cuando en este proceso están involucrados los hijos, porque ellos necesitan adultos. Y quien se queda en la herida, se queda en el niño.
2) El juego del que se siente culpable, sin serlo. Suelen ser personas que han crecido con exceso de responsabilidades, que han debido hacerse cargo de sí mismos, o tuvieron relaciones con bajo nivel de contención emocional. Han crecido con desequilibrios en lo que es el dar y recibir. Creen que si dan serán amados, dan más de lo que se les pide. Hacen de más, están siempre entrometidos, porque creen que deben cuidar. Suelen tener vivencias de pérdidas tanto personales como pérdidas significativas en el árbol genealógico. Traumas a temprana edad suelen impactar sin recibir la ayuda para ser procesados, por lo que en esa mente infantil suele inscribirse "fue mi culpa"; "se murió por mi culpa, porque no fui bueno", "se pelearon por mi culpa", " están juntos por mi culpa, si no hubiera nacido no estarían juntos"...
La vida es un laberinto, como diría Borges ese universo del que el hombre no puede escapar, es su prisión y su conciencia, y todo su ser yace allí.
Somos laberintos, entramados de tejidos, somos presente y toda nuestra historia transgeneracional.
Hoy no pretendo traerte tips para transitar una crisis, no creo que haya tips para eso. Sí abrirnos al proceso de mirar con amor y dejar salir todo lo que necesita ser mirado, integrado. Ver.
Estar en el adulto es dejar que la soledad duela.
Es habitar y sostener el espacio de las caídas de ideales, de promesas rotas, de sueños que no fueron, de viajes que no se terminaron.
Ser adultos es dejar de tratar que las cosas calcen y fluir.
La vida tiene movimientos que van más allá de mí y mis deseos.
Soltar el control de querer dirigir nos angustia, porque nos arroja a la nada y al caos.
Y saben que, la vida es esa danza caótica porque la vida es movimiento. Hay un orden perfecto en el movimiento que sigue del honrar la vida.
El secreto está en la mirada.
Contempla. Observa. Mira. Agradece lo que fue.
Saldrá todo lo que tenga que salir. La libertad viene del amor.
A menudo la gente se siente herida porque se siente no amada. Pero no se puede amar si antes uno mismo no se ama. Y muchas veces buscamos que nos amen quienes no están disponibles. ¿Y por qué hacemos esto? Porque estamos buscando afuera.
Volver al amor, sanarnos. Mirarnos, respetarnos.
El secreto está en la mirada. Si te juzgas o juzgas sufrirás. Las cosas son lo que pudieron ser desde el nivel de conciencia que tuviste.
Mira de tal modo que todo te haga más sabio, más humilde.
Ve siempre la oportunidad
Crecer está en tu mirada.
(*) Licenciada en Psicología; coach ontológico profesional; magister en Salud Pública con mención en APS; especialista en Salud Pública; consteladora; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación. [email protected], cel. 3884416256.