La elevada inflación provoca que en muchas ocasiones el consumidor pierda noción del valor "real" que tienen distintos productos o servicios. Así es que cada visita al supermercado puede suponer todo un reto a la hora de intentar hacer "rendir" los pesos.
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La elevada inflación provoca que en muchas ocasiones el consumidor pierda noción del valor "real" que tienen distintos productos o servicios. Así es que cada visita al supermercado puede suponer todo un reto a la hora de intentar hacer "rendir" los pesos.
Es que es posible encontrarse en las góndolas con una disparidad de precios que no deja de sorprender.
Un ejemplo puede ser la brecha que existe actualmente entre dos productos que parten de un origen similar: la carne y el queso.
En un mismo supermercado, el kilo de queso llega a costar el doble (o incluso más) que un kilo de carne.
Esta diferencia se acrecentó en el último tiempo y tiene una serie de explicaciones, que van desde el mayor aumento de los productos lácteos hasta un incremento muy por debajo de la inflación de los distintos cortes vacunos.
Así, es posible encontrar que un kilo de sardo de primera marca cuesta $5.617, el parmesano sale $8.178 y el reggianito, $7.769. De hecho, en algunas cadenas de supermercados, el sobre de queso rallado cuenta con alarma para evitar robos.
En el mismo local comercial, la carne se encuentra mucho más "barata": el kilo de paleta cuesta $1.869, el kilo de asado "del medio" sale $2.000; el vacío "del centro" $2.470 y kilo de colita de cuadril, $2.890.
De acuerdo al último dato publicado por el INDEC, la inflación interanual de junio fue del 115,6%.
El rubro alimentos y bebidas no alcohólicas trepó en el mismo periodo 116,9%.
En el interior, se observa que las "carnes y derivados" se incrementaron 85,5%, mientras que la "leche, productos lácteos y huevos", se disparó 140,8 por ciento.
Si se analiza más específicamente, de acuerdo a la canasta de alimentos que mide el INDEC, también se observa que los quesos crecieron considerablemente por encima del precio de la carne:
- Queso cremoso: subió 111,7% interanual en junio
- Queso pategrás: trepó 115,7%
- Queso sardo: se incrementó 106%
En tanto, los distintos cortes vacunos relevados por el organismo oficial presentaron las siguientes variaciones:
- Asado: subió 68% interanual
- Nalga: trepó 75%
- Paleta: se incrementó 73,6%
Hay distintos factores que pueden explicar la marcada diferencia entre el precio actual del queso y de la carne. De hecho, tal como remarcó Jorge Giraudo, director del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), "el precio de los lácteos en general subió por encima de la inflación".
Y, en ese sentido, señaló: "Hay una brecha grande entre los precios mayoristas y los minoristas. Es decir, el precio de salida de fábrica presentó una variación del 108,8% interanual (el mayorista) y el precio al consumidor, el IPC lácteo, es de 140%. Estamos notando un diferencial grande entre el precio que paga el consumidor y al que vende la industria. Lo que no sabemos es si se debe a un mayor margen comercial, mayor ganancia, o si hay un incremento de costos relacionados con la logística y distribución, además de los impuestos".
La carga impositiva es otro factor a tener en cuenta. "Son muy diferentes los precios en un hipermercado, con todos los impuestos incluidos, frente al precio de un queso que se vende sin ticket en una fiambrería de barrio", explicó Giraudo, quien señaló: "Un queso primera marca de reggianito, versus un precio segunda marca, ya tienen un 30 o 40% de diferencia. Si además se le agregan los impuestos, uno puede valer $2.000 y el otro 3.500 pesos".
En ese contexto, al analizar las variables que inciden en el "encarecimiento" de los quesos, el especialista sostuvo: "Una explicación simple del precio de los quesos puede ser que el 40% de todo producto lácteo que consuma bajo la forma que sea, son impuestos. En ese sentido, es imposible que los productos sean accesibles".