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“La patria es este rincón jujeño donde un día lloré mi despedida”

En homenaje al doctor Manuel Belgrano a doscientos tres años de su fallecimiento.
Martes, 20 de junio de 2023 11:54

 

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Este texto es un homenaje al doctor Manuel Belgrano, a 203 años de su fallecimiento.

Recordar a uno de los grandes de nuestra historia nacional, el General Manuel Belgrano, nos aproxima a momentos angustiantes de la Patria y de la propia existencia y final, del considerado héroe por antonomasia. Pero nuestro Belgrano, dijo: "Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, me contentaría, con ser un buen hijo de ella." La humildad del creador de nuestra Bandera Nacional y vencedor de las Batallas de Tucumán y Salta, muestran al ser humano que siempre fue. Desde que aceptó el cargo de vocal del Gobierno de la Primera Junta de mayo de 1810 y su derrotero, primero, por los caminos del Paraguay, con la orden de expandir ideas de una Patria Nueva, y sumar a esa región del ex Virreinato del Río de la Plata a instancias de la Autoridad de Buenos Aires. Ya sabemos que Belgrano no pudo lograr su principal objetivo, pero su profundo patriotismo logró infundir en el pueblo guaraní, lo que se estaba gestando, el nacimiento de un nuevo orden y que la causa por la independencia americana había comenzado cuando los sones de una legendaria canción les decía: "Oíd, mortales el grito sagrado: ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Belgrano asume la responsabilidad de la construcción de dos baterías, que impida a los barcos realistas incursionar los ríos Uruguay y Paraná. Consecuencia de la construcción de estas baterías y en cercanía de inaugurarse las mismas, manda a confeccionar una bandera con los colores celeste y blanco de la escarapela de mayo, propuesta al Triunvirato con anterioridad. Llegado el momento, bautiza a su batería con el nombre de Libertad y la que está en la isla con el de Independencia, donde enarbola la Bandera celeste y blanca, el 27 de febrero de 1812, a la altura del puerto de Rosario. Esta misma Bandera, será bendecida por el Canónigo Gorriti en la Catedra Basílica de San Salvador de Jujuy y jurada por el ejército y el pueblo jujeño; y que por bando de Belgrano dejó tierra arrasada el 23 de agosto de 1812 y marchó por los caminos de la guerra, para mezclarse a sangre y fuego en "Las Piedras", en Tucumán y Salta, logrando contener al ejército realista con resultados de victoria y establecer la actual frontera norte de la Patria.

La lucha seguirá con el derrotero de Belgrano y llevará a su Ejército por el Alto Perú, donde sufrirá derrotas en Vilcapujio y Ayohuma y deberá bajar con su fuerza militar hasta Jujuy. Luego de estos reveses militares Belgrano será reemplazado en el mando del Ejército del Norte, por el General San Martín, para después marchar a Buenos Aires a rendir cuenta de sus actos de lucha en relación a lo acontecido en el Alto Perú. Los encargados de procesarlo tardan en comprender que no existe razón alguna que justifique la continuación de la causa, porque de ella no surge cargo serio alguno en su contra.

Durante el año 1815, el Director Supremo decide encargar a Rivadavia y Belgrano una misión diplomática en Europa, para interesar a Inglaterra y España en la seguridad e independencia de los pueblos de América. Este viaje y experiencia con los gobiernos de ambos países, lleva a Belgrano a mirar como una alternativa viable la de la Monarquía Constitucional, que después será su propuesta ante el Congreso de Tucumán. Tres días antes de la Jura de la Independencia, los congresales acuerdan escuchar opiniones del General Belgrano, y el mismo , después de muchas consideraciones sostiene: "…en mi concepto, la forma de gobierno más conveniente para esta provincias, sería una monarquía temperada, llamando a la dinastía de los Incas, por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta casa, tan inicuamente despojada del trono, a cuya sola noticia estallará un entusiasmo general en los habitantes del interior". La propuesta de Belgrano quedará como una expresión de deseo.

Por toda esta lucha titánica de un hombre, acompañado por un pueblo creyente, en busca de una libertad soñada, recibirá como compensación por los triunfos militares de Tucumán y Salta un pago de 40.000 pesos fuertes; Manuel Belgrano, sin otro pensamiento que el bien común y el apoyo a la educación y a sus maestros, gestores principales, para construir los verdaderos basamentos de la patria naciente, decide donar el dinero recibido para la construcción de cuatro escuelas en Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy y Tarija.

Después de participar en el Congreso de Tucumán y dejar establecido su pensamiento sobre la autoridad, retoma el mando del Ejercito Auxiliar del Perú, para dejar sus últimas energías hasta 1820, año de su fin, por una enfermedad que lo abatía desde mucho antes y ahora se hacia imperioso buscar el lugar de su muerte. Pensó en Tucumán, tierra de su primer gran triunfo, pero los últimos acontecimientos vividos lo llevaron al Buenos Aires de su nacimiento. Pidió ayuda económica para viajar al gobernador Aráoz y luego a Busto, en Córdoba, no consiguió ni un centavo. Su amigo Balbín acudió presuroso y le brindó dos mil pesos con lo que emprendió el viaje. Una vez instalado en Buenos Aires en su casa paterna, recibe 300 pesos del gobierno de la provincia, destinado a gastos de curación. El 25 de mayo dicta su testamento y reconoce una hija natural, nacida en la ciudad de Tucumán un año antes. La madre de la niña es una joven tucumana y se llama Dolores Helguero. Pide a su hermano Domingo Estanislao se haga cargo de la educación de la niña y que una vez pagadas sus deudas se aplique el remanente de sus bienes para la crianza de la misma. También nombra patrono a su hermano sacerdote de las escuelas por el fundadas.

Belgrano confiesa a su amigo Balbín: "Muero tan pobre, que no tengo con qué pagarle el dinero que usted me prestó; pero no lo perderá. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos, y luego que el país se tranquilice, se los pagarán a mi albacea quien queda encargado de satisfacer mi deuda".

Al día siguiente, ya cerca de su fin, la patria por el deseada también está enferma, sus hombres se enfrentan en puja de intereses sectoriales que dividen al Buenos Aires de la época y en actos de anarquía llega a tener tres gobernadores al mismo tiempo.

¡Pobre Belgrano! Tiene una "agonía reflejo de su propia vida: silenciosa, resignada, estoica", por eso su conocido lamento, con la tristeza de su alma que se despide para siempre con sus últimas palabras que demuestran el amor por su tierra: - ¡Ay patria mía!

Su familia lo cubre con un hábito de los dominicos y lo guardan en una humilde caja de pino. No hay formación militar, discursos y ni siquiera el paño sagrado de sus sueños. Al día siguiente de los 8 periódicos de la ciudad, sólo uno se hace eco de su muerte.

Así se fue uno de los más grandes hombres de esta tierra argentina, modelo de lo que debe ser todo recto gobernante, todo genuino patriota, toda buena persona, para la grandeza de la patria.

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