¿Me creerías si te dijera que el origen del chicle se remonta a épocas precolombinas? íEs verdad!, ese mismo producto que masticamos una y otra vez, y ocasionalmente alguien se lo traga. Bueno, la mayoría podría imaginar que alguien tuvo una idea revolucionaria y de la noche a la mañana, íboom!, el chicle se volvió extremadamente popular generando riquezas instantáneas. Sin embargo, la historia es mucho más antigua y fascinante de lo que podríamos pensar.
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¿Me creerías si te dijera que el origen del chicle se remonta a épocas precolombinas? íEs verdad!, ese mismo producto que masticamos una y otra vez, y ocasionalmente alguien se lo traga. Bueno, la mayoría podría imaginar que alguien tuvo una idea revolucionaria y de la noche a la mañana, íboom!, el chicle se volvió extremadamente popular generando riquezas instantáneas. Sin embargo, la historia es mucho más antigua y fascinante de lo que podríamos pensar.
Situémonos en la época precolombina, mucho antes de la llegada de los españoles. La antigua civilización de los mayas solía utilizar la savia extraída de los árboles, para diversos usos. Uno de ellos era durante los ayunos con motivos religiosos. Como forma de ofrenda para sus dioses, los mayas pasaban semanas sin comer nada de nada y para hacer más llevadero el hambre masticaban la savia del árbol chicozapote, muy común en la zona sur de México y Centroamérica.
Para la Real Academia Española (RAE), la palabra chicle proviene de la lengua antigua náhuatl y se decía "tzictli", y con el paso del tiempo la pronunciación se fue modificando hasta como es hoy en día, chicle.
Ahora bien, demos un salto en el tiempo hasta la época de la guerra entre México y Estados Unidos. En ese momento, el general Santa Anna (que se desempeñaba como presidente) estaba confiado en la victoria mexicana y, posiblemente, pensaba algo como: "¿Quiénes se creen esos gringos para quitarme mis tierras?". Bueno, tal vez no usaba esas palabras exactas, pero apostaría una moneda a que era algo parecido. En fin, que al final atraparon a Santa Anna y fue exiliado en Estados Unidos. Se rumorea que mientras estaba en la que hoy se conoce como tierra de la libertad (lo cual resulta irónico ya que estaba bajo arresto), un soldado o si queremos llamémoslo guardia lo vio masticando algo y se quedó intrigado. A pesar de que el oficial masticaba incansablemente, nunca parecía terminar de comer eso.
Incapaz de contener su curiosidad, el soldado le preguntó: ¿Qué estás comiendo? El prisionero, acostumbrado a masticar chicle cuando estaba nervioso, no tuvo más opción que responder: "Estoy comiendo chicle".
Terminada la guerra con la triste pérdida de México, el soldado, experimentando con un sinfín de recetas, finalmente pudo replicar el chicle. Patentó su marca y empezó a venderlos, primero en farmacias y poco a poco fue escalando a lo que es hoy en día.
En la actualidad, a uno se le hace muy difícil imaginar a un adolescente sin comer chicle, este pequeño gran invento dio la vuelta al mundo, en diferentes presentaciones, sabores y colores, como esos que vienen en el medio del chupetín, o los chicles XXL, o sea súper grandes. Alcanzado fenómenos extraordinarios como el que consiguió Chad Fell que se puede encontrar en el libro de los récords Guinness, que sin ayudarse de sus manos, hizo un globo de chicle que alcanzó el medio metro, 50,8 centímetros de diámetro para ser exactos.
O sino el actual director técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti, durante su época dorada como futbolista, rompió su récord personal comiendo un total de 197 chicles en un solo partido.
Como estas historias y más se pueden contar acerca del chicle, pero creo que ya viene siendo hora de terminar. Así concluye su extensa historia, sin duda uno no imaginaría que se estirara tanto. Está de más decir que esto no es todo, hubo mucho que no dije y tanto que faltó, pero eso te lo dejo a tu descubrimiento.