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27 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos Humanos: La viuda

Domingo, 12 de abril de 2020 01:03

Entonces fue Blanca la que puso un largo audio en el grupo, empezando por relacionar el patio de la casa del cuento de su marido con aquel de doña Elvira. Doña Elvira era viuda y de esa clase de gente que parecieron serlo desde siempre. Algunos sostenían que fue la esposa de un enfermero del pueblo, a juzgar por el apellido.

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Entonces fue Blanca la que puso un largo audio en el grupo, empezando por relacionar el patio de la casa del cuento de su marido con aquel de doña Elvira. Doña Elvira era viuda y de esa clase de gente que parecieron serlo desde siempre. Algunos sostenían que fue la esposa de un enfermero del pueblo, a juzgar por el apellido.

Capaz que en vida el hombre fue medio intrascendente, por eso es que no se lo recuerda con certeza. La memoria de un pueblo no es tonta, dijo Blanca en ese audio tras el que nos la pudimos imaginar dudando de sus recuerdos, alzando los párpados en claro titubeo para luego, aseverándolo con una sonrisa, terminar diciendo que lo del difunto no importa porque el cuento trata de doña Elvira.

Lo dijo y pareció volver a pensarlo: ¿vieron que hay gente que empieza a existir una vez que dejó de hacerlo? Lo digo, dijo, por ese hombre que debió pasar desapercibido en una Tilcara como la de entonces, con tan pocos vecinos, pequeña y entrañable como la Tilcara que ya dejó de ser, y que cobró importancia cuando la hizo viuda. Por eso hoy se puede asegurar que doña Elvira lo fue, sin que podamos asegurar de quien.

La cosa es que la mujer vivía sola, sabía tejer crochet, lo que no es tan fácil, y escuchaba la radio mientras se ponía el sol frente al ventanal de la sala, que daba al patio en cuestión, un fondo con uno o dos durazneros, uno o dos nogales y el ondulado de lo que debió ser, alguna vez, una chacra. Allí, justamente, tras el cortinado tejido por sus manos, solía ver también una luminaria.

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