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Ejercicio militar fue la respuesta surcoreana

Además, el presidente Moon pidió a la ONU anali la posibilidad de cortar por completo el suministro de petróleo a Pyongyang.

Lunes, 04 de septiembre de 2017 18:44

El gobierno de Corea del Sur respondió ayer al lanzamiento de una nueva y más potente bomba nuclear norcoreana con un ejercicio militar con un misil balístico, proyectiles y aviones caza, y con un pedido al Consejo de Seguridad de la ONU para asfixiar la ya débil economía de Pyongyang.

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El gobierno de Corea del Sur respondió ayer al lanzamiento de una nueva y más potente bomba nuclear norcoreana con un ejercicio militar con un misil balístico, proyectiles y aviones caza, y con un pedido al Consejo de Seguridad de la ONU para asfixiar la ya débil economía de Pyongyang.

Mientras el máximo órgano de decisión de las Naciones Unidas discutía cómo responder al nuevo desafío nuclear de Corea del Norte, en Seúl, el presidente surcoreano Moon Jae-

in instó a este cuerpo internacional a analizar la posibilidad de cortar por completo el suministro de petróleo a Pyongyang. "Es tiempo de que el Consejo de Seguridad de la ONU considere seriamente maneras de bloquear la fuentes de divisas de Corea del Norte, entre ellas cortar el suministro de petróleo al Norte y una prohibición a su exportación de trabajadores", reclamó Moon, según un comunicado difundido por su oficina.

Moon, el flamante presidente surcoreano e hijo de refugiados norcoreanos que hizo campaña con la promesa de abrir un diálogo con el vecino del Norte, aseguró ayer ante la prensa, que la última prueba nuclear de Corea del Norte fue diferente a las cinco anteriores, tanto en su tipo como en su tamaño.

Mientras aún no se pudo confirmar con certeza la naturaleza de la bomba detonada el domingo, Pyongyang aseguró que probó su primera bomba de hidrógeno y Seúl sostiene que eso es cierto.

Corea del Norte también anunció que tiene la tecnología para colocar esa bomba en la cabeza de un misil intercontinental.

La primera reacción del gobierno de Moon fue realizar un ejercicio militar que incluyó el lanzamiento de un misil balístico Hyunmoo y proyectiles disparados por aviones cazas F-15, que alcanzaron los objetivos designados en el Mar del Japón, según informó el mando conjunto del Ejército surcoreano.

Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, coqueteó con la posibilidad de nuevas sanciones comerciales a Pyongyang y, potencialmente, a China, Seúl fue el único país que hasta ahora reaccionó militarmente concretamente a la nueva prueba nuclear de Corea del Norte.

Preparan un nuevo lanzamiento
Corea del Sur detectó señales de que Pyongyang se prepara para un nuevo lanzamiento de misil que podría consistir en un artefacto balístico intercontinental (Icbm), anunció ayer el ministerio de Defensa.
Indicios de que Corea del Norte “prepara un nuevo disparo de misil balístico han sido detectados constantemente desde el ensayo del domingo”, declaró el ministerio en referencia a la sexta prueba nuclear norcoreana.
No dio ninguna precisión sobre el momento en que podría tener lugar.
En este contexto, Seúl y Washington reforzarán el escudo de defensas antimisiles Thaad ya desplegado en Corea del Sur, anunció asimismo el ministerio.
“Muy pronto se desplegarán temporalmente cuatro lanzadores restantes tras consultas entre Corea del Sur y Estados Unidos para contrarrestar las crecientes amenazas nucleares y de misiles procedentes del Norte”, afirmó.
 

La potencia de la bomba fue 12 veces más fuerte que la de 20 
Diversas estimaciones, que empezaron a difundirse ayer, ubican la potencia de la bomba nuclear que Corea del Norte hizo estallar el domingo en un rango de entre 50 y 120 kilotones, pero aún no permiten confirmar sin lugar a dudas de que se trata de una bomba de hidrógeno.
Las estimaciones sobre la energía desatada por el sexto ensayo nuclear norcoreano se basan en las mediciones sismológicas que diversos organismos efectuaron sobre las ondas del temblor que la supuesta bomba de hidrógeno provocó al estallar ayer.
El ministerio surcoreano de Defensa estimó ayer que la potencia del test nuclear ejecutado la víspera por Corea del Norte fue de 50 kilotones, lo que supone aproximadamente el quíntuple que su ensayo atómico previo llevado a cabo hace un año.
Seúl calculó inicialmente la potencia de la detonación en 100 kilotones, aunque ayer la rebajó a la mitad, en un informe presentado por el ministerio de Defensa al parlamento surcoreano y recogido por la agencia de noticias Yonhap.
Japón, por su parte, situó la fuerza en unos 70 kilotones, según dijo el ministro nipón de Defensa, Itsunori Onodera, mientras que el centro sismológico noruego Norsar la estimó en 120 kilotones.
Pese a las divergencias en las mediciones, los expertos coinciden al señalar que -aún si se toma en cuenta solo la cifra más baja- Corea del Norte mejoró ampliamente su capacidad nuclear al lograr al menos quintuplicar la potencia de su anterior prueba, del 9 de septiembre de 2016.
Aún serán necesarias más mediciones, además de recoger posibles muestras de materiales radiactivos emanados del lugar de las pruebas, para determinar si Pyongyang ha logrado en efecto desarrollar una bomba H, tal y como anunció el régimen el día del ensayo a través de sus medios oficiales.
Tampoco está claro hasta dónde avanzó en la miniaturización el sistema tecnológico militar de Corea del Norte.
La miniaturización es un requisito imprescindible para montar una bomba en la cabeza de un Icbm.
Pyongyang afirmó que se trató de un aparato de “dos etapas”, lo que le concedería más potencia que las bombas nucleares convencionales, y señaló que ha desarrollado una tecnología propia para adaptar su potencia “desde decenas hasta centenares de kilotones”, según un comunicado recogido por la agencia estatal Kcna.
Tras el intenso sismo originado el domingo por la detonación del artefacto nuclear, de más de 6 grados Richter, varios institutos sismológicos detectaron un segundo terremoto de menor intensidad (en torno a 4 grados Richter), unos ocho minutos después del primero.

Un mensaje dirigido a Pekín
El último ensayo nuclear norcoreano, presentado como un desafío a Estados Unidos, puede percibirse también como una manera de presionar a China para que convenza a Washington de que entable el diálogo con Pyongyang.
El sexto ensayo atómico de Pyongyang, de lejos el más poderoso hasta ahora, coincidió el domingo con la apertura en China de la cumbre anual de los Brics.
El ensayo le robó todo el protagonismo al presidente chino Xi Jinping en la cumbre. Pekín es teóricamente el principal aliado del régimen de Pyongyang.
El malestar es tal que el ensayo norcoreano apenas apareció en la prensa oficial el lunes, a pesar de que el Pentágono habló de una “masiva respuesta militar”, agitando el espectro de una guerra a las puertas de China.
Con este último ensayo, el líder norcoreano Kim Jong-Un quiere presionar a los dirigentes chinos, asegura David Kelly, del gabinete de investigación China Policy.
“Su mensaje es: Conmigo no se juega” indica el especialista, porque a su entender Kim Jong-Un tiene la impresión de ser “la víctima de un juego al que se libran Washington y Pekín”.
China suspendió a principios de este año sus compras de carbón a Corea del Norte, una fuente de ingresos crucial para la dinastía de los Kim, y aprobó los siete paquetes de sanciones adoptados en los últimos años por la comunidad internacional.
Pero el gigante asiático -destinatario del 90% de las exportaciones norcoreanas- bajo presión del presidente estadounidense Donald Trump, que le exige que haga más para corregir a su turbulento vecino.
Trump ha amenazado con suspender sus relaciones comerciales con los países que hagan negocios con Corea del Norte, lo que apunta directamente a China.
Según Kelly, Corea del Norte quiere demostrar que unas “nuevas sanciones solamente producirían los mismos efectos”, a saber más ensayos nucleares y de misiles, según Kelly.

Entre la espada y la pared 
Según los expertos, China está en una posición muy incómoda.
Por un lado, bajo presión de Washington, para que a golpe de sanciones convenza a su aliado a renunciar a las armas nucleares.
Por el otro, bajo la presión de Pyongyang, que quiere obtener a través de su mediación la apertura de negociaciones con EE UU.
Aunque China exige el cese del programa nuclear norcoreano, pone en el mismo nivel a Washington y Pyongyang y aboga por una “doble moratoria”, es decir, la suspensión simultánea de los ensayos norcoreanos y de las maniobras militares conjuntas de Estados Unidos y Corea del Sur.

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