Nadie vio con buenos ojos el romance de Agua con Matías, porque todos sabían que más lo hacía ella por condescender a doña Marta, que le había abierto la puerta de su casa en esa madrugada de tormenta. Y Matías estaba tan embobado con ese amor que no pudo darse cuenta de que no la merecía.
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Nadie vio con buenos ojos el romance de Agua con Matías, porque todos sabían que más lo hacía ella por condescender a doña Marta, que le había abierto la puerta de su casa en esa madrugada de tormenta. Y Matías estaba tan embobado con ese amor que no pudo darse cuenta de que no la merecía.
Pero hubo una tarde en la que las cosas se pusieron aún peor. Matías fue a beber con amigos de su infancia, a quienes no veía desde que se fue a trabajar al Sur, y el Diablo quiso que esa misma tarde Marcos, que había recibido el amor sincero de Agua, fuera a olvidarla al mismo boliche, donde no tardaron en toparse.
Cuando se empezaron a provocar, todos creyeron que Marcos le daría una buena lección a Matías, que se había quedado con el amor de Agua sin mérito propio, así que se abrieron cuando Marcos lo empujó hacia la pared. Pero el alcohol es traicionero e injusto, y Matías golpeó a Marcos de forma que cayó de espaldas en el suelo.
Nadie imaginaba semejante desenlace, y la derrota de Marcos sellaba un destino de mala moraleja, cuando hasta los más ebrios del almacén se asustaron al verlo demorar tanto en volver en sí. Al poco rato ya nadie lo dudaba, y vieron que Matías se montaba en la moto del otro para volver a su casa, donde lo esperaban sus padres junto a Agua.
Matías no dijo nada de lo sucedido, pero la desgracia ya le mordía los talones, y no era aún noche cerrada cuando llegó la policía para detenerlo. Se lo llevaron esposado en el patrullero, y desde entonces doña Marta culpó a Agua de la desgracia de su hijo.