El ataque tuvo como centro el mausoleo de imán Said Mohamed bin Ali, lugar sagrado para los chiitas, comunidad que está en el foco de los yihadistas del Estado Islámico (EI), pertenecientes a la rama sunnita del Islam, que ya reivindicaron la matanza.
Los tres asaltantes estaban disfrazados con el uniforme de la milicia progubernamental chiita Multitud Popular y viajaban a bordo de los vehículos que suele emplear este grupo que apoya a las autoridades de Bagdad en la lucha contra el EI, explicaron fuentes policiales.
Pero tras negarse a mostrar sus documentos de identidad a la entrada del santuario, dos de ellos detonaron sus cinturones explosivos.
El tercero lanzó dos granadas de mano al patio interior de la mezquita, que estaba lleno de gente, antes de hacerse detonar también.
La agencia de noticias Amaq, cercana al EI, confirmó que el ataque fue perpetrado por dos hombres y una mujer identificada como Umm Yada al Ansaria, lo cual es poco frecuente en las acciones de la organización radical.
Las autoridades de la provincia de Saladino decretaron un toque de queda en Balad y otras ciudades de la región y el influyente clérigo chiita Muqtada al Sader, ordenó a su milicia ir a Balad a proteger el santuario y a sus fieles.
Por su parte, el consejo de jeques tribales de Saladino condenó el ataque, pidió a la población que no permita a aquellos que desean separar al pueblo iraquí alcanzar sus fines e instó a la unidad de los habitantes de Balad.
El ataque se produce tras el devastador atentado que mató a 292 personas el domingo pasado en un popular barrio comercial de Bagdad.
Según datos del Ministerio de Sanidad, uno de los peores desde el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003. La bomba estalló en el barrio de Al Karada pocos días antes del fin del Ramadán.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, destituyó ayer a funcionarios de seguridad de alto rango tras aquel atentado.
Según informó la televisión estatal Al Arabiya, el jefe de Gobierno relevó a Abdul Amir al Shammari como jefe de operaciones de Bagdad y a otros funcionarios de seguridad y de inteligencia de la ciudad.
Los ciudadanos habían reclamado por la ineficacia de los funcionarios.
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El ataque tuvo como centro el mausoleo de imán Said Mohamed bin Ali, lugar sagrado para los chiitas, comunidad que está en el foco de los yihadistas del Estado Islámico (EI), pertenecientes a la rama sunnita del Islam, que ya reivindicaron la matanza.
Los tres asaltantes estaban disfrazados con el uniforme de la milicia progubernamental chiita Multitud Popular y viajaban a bordo de los vehículos que suele emplear este grupo que apoya a las autoridades de Bagdad en la lucha contra el EI, explicaron fuentes policiales.
Pero tras negarse a mostrar sus documentos de identidad a la entrada del santuario, dos de ellos detonaron sus cinturones explosivos.
El tercero lanzó dos granadas de mano al patio interior de la mezquita, que estaba lleno de gente, antes de hacerse detonar también.
La agencia de noticias Amaq, cercana al EI, confirmó que el ataque fue perpetrado por dos hombres y una mujer identificada como Umm Yada al Ansaria, lo cual es poco frecuente en las acciones de la organización radical.
Las autoridades de la provincia de Saladino decretaron un toque de queda en Balad y otras ciudades de la región y el influyente clérigo chiita Muqtada al Sader, ordenó a su milicia ir a Balad a proteger el santuario y a sus fieles.
Por su parte, el consejo de jeques tribales de Saladino condenó el ataque, pidió a la población que no permita a aquellos que desean separar al pueblo iraquí alcanzar sus fines e instó a la unidad de los habitantes de Balad.
El ataque se produce tras el devastador atentado que mató a 292 personas el domingo pasado en un popular barrio comercial de Bagdad.
Según datos del Ministerio de Sanidad, uno de los peores desde el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003. La bomba estalló en el barrio de Al Karada pocos días antes del fin del Ramadán.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, destituyó ayer a funcionarios de seguridad de alto rango tras aquel atentado.
Según informó la televisión estatal Al Arabiya, el jefe de Gobierno relevó a Abdul Amir al Shammari como jefe de operaciones de Bagdad y a otros funcionarios de seguridad y de inteligencia de la ciudad.
Los ciudadanos habían reclamado por la ineficacia de los funcionarios.