El papa Francisco presidió ayer su cuarto Vía Crucis como Pontífice con el eje puesto en los migrantes, la precariedad laboral y la cultura del descarte mientras que durante la ceremonia religiosa criticó el "insaciable cementerio" en el que se convirtió el Mar Mediterráneo.
inicia sesión o regístrate.
El papa Francisco presidió ayer su cuarto Vía Crucis como Pontífice con el eje puesto en los migrantes, la precariedad laboral y la cultura del descarte mientras que durante la ceremonia religiosa criticó el "insaciable cementerio" en el que se convirtió el Mar Mediterráneo.
Desde una terraza en la colina del Palatino, frente al Coliseo romano, el Santo Padre encabezó la ceremonia central de la Semana de Pascua en la capital italiana, con la seguridad visiblemente reforzada luego de los ataques en Bruselas de esta semana y de que el Isis pusiera al monumento imperial como uno de sus puestos objetivos a fines del año pasado.
"Cruz de Cristo todavía hoy te vemos en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, decapitados con las espadas bárbaras. Te encontramos en las personas que huyen de las guerras y las violencias y encuentran a tantos Pilatos con las manos lavadas", dijo el Santo Padre en su rezo.
Y añadió: "Te vemos en los que quieren quitarte de los lugares públicos en nombre de la pagana laicidad. En los poderosos vendedores de armas que alimentan la fuente de las guerras con la sangre inocente de las víctimas. Te vemos en los ladrones y en los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común se venden en el mísero mercado de la inmoralidad".
A lo largo de las 14 estaciones por las que pasó la Cruz, participaron representantes de la Curia, organizaciones benéficas y países recientemente visitados por el Pontífice, además de fieles de Rusia, China y Siria, en un marcado gesto de apoyo del Pontífice hacia ellos.
Las críticas al "miedo a lo extranjero y al migrante", el recuerdo a "los cristianos asesinados por el odio a la fe y los rezos "por los chicos esclavizados en el trabajo", así como el recuerdo "de los que la sociedad rica y despreocupada descarta sin escrúpulo, fueron algunos de los ejes centrales del rezo de Francisco.
En la tercera estación, en la que la cruz fue portada por tres miembros de la Unión Nacional Italiana de transporte de Enfermos a Lourdes y Santuarios Internacionales (Unitalsi por sus siglas en italiano), el eje estuvo en la denuncia a las situaciones de "sufrimiento de los hombres".
"¿Dónde está Dios en los campos de exterminio? ¿Dónde está en las minas y en las fábricas en las que trabajan como esclavos los niños? ¿Dónde está Dios en las barcazas del mar que se hunden en el Mediterráneo?", se preguntaron.
En la sexta estación, en la que la cruz fue portada por un fiel de China y otro de Rusia (junto con Siria los únicos dos países que estuvieron representados y que por ahora no ha visitado aún el Pontífice), el tema fue la situación de los migrantes.
"¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras?", fue la pregunta central.
En la novena estación, en la que portaron la cruz fieles de Uganda y Kenia, visitados por el Pontífice en noviembre pasado, el tema fue la dignidad del trabajo.
"Cuántas veces los hombres y las mujeres piensan que no tienen dignidad porque no tienen un trabajo. Cuantas veces los jóvenes son forzados a vivir una vida precaria y pierden la esperanza para el futuro", fue la sentencia de esa estación.
En la undécima estación de la Cruz, portaron la cruz un representante de Estados Unidos y una de Bolivia, Susana Mamani, que antes de la celebración expresó su "emoción y orgullo" por participar del histórico rito. En esta estación, el eje fue la crítica a la "cultura del descarte", que promueve "eliminar todo lo que no es útil ni digno de ser vivido".
En la décima estación, el tema fue las críticas a los abusos infantiles, con una acusación directa a "la más dolorosa" de las llagas: "Las llagas de los niños profanados en su intimidad".